Estamos sumergidos en un océano de sangre al continuar permitiendo el asesinato de millones de niños nonatos. Los doctores quitan mediante succión los cerebros de los bebés completamente desarrollados que se encuentran en el tercer trimestre de gestación, y las enfermeras que desvergonzadamente prestan su ayuda en los abortos, marchan protestando en contra del asesinato de las ballenas, de los visones y de los conejos; ¡Qué hipocresía tan descarada!” (David Wilkerson)
Es cruelmente paradójico también que mientras en una sala de la clínica u hospital se está intentando salvar a un feto de cinco meses, en la otra se está arrancando del vientre de otra madre a otro feto del mismo tiempo, sencillamente porque el primero es querido por la madre, mientras que el segundo no lo es.
Aplicando su subjetiva y esperpéntica noción de lo que está bien y de lo que está mal, muchas personas, muchas de ellas completamente ateas o simplemente agnósticas, pero paradójicamente actuando como si fueran Dios, determinan quien nace y quien no nace; ¿qué tal si se hubiera hecho lo mismo con ellas? Pero, claro, eso no cabe en sus mezquinas mentes.
Ante tal horror incalificable, inconfesable e indigerible, nos hacemos la pregunta ¿en qué podrían pretendidamente llegar a basarse los abortistas, legisladores, políticos, y hasta científicos para justificar tamaña abominación y pecado?
Ante tal horror incalificable, inconfesable e indigerible, nos hacemos la pregunta ¿en qué podrían pretendidamente llegar a basarse los abortistas, legisladores, políticos, y hasta científicos para justificar tamaña abominación y pecado?
El embrión humano, ¡es humano!
La realidad en todos los sentidos, es que el ser humano lo es a partir de su concepción, cuando al introducirse el espermatozoide en el óvulo se constituye el embrión. Ese embrión es un ser humano, y destruirlo per se, es una abominación y un crimen. El aborto (o interrupción voluntaria del embarazo como eufemísticamente le llaman) es un asesinato en primer grado.
Los cristianos, tenemos la instrucción escrita de Dios, la cual llamamos la Biblia, y en ella encontramos clarísimamente que la vida humana empieza en el embrión:
Los cristianos, tenemos la instrucción escrita de Dios, la cual llamamos la Biblia, y en ella encontramos clarísimamente que la vida humana empieza en el embrión:
“No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.” (Salmo 139: 15-18)
Es incisivamente curioso que el salmista a renglón seguido exclame: “De cierto, oh Dios, harás morir al impío; apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios.” (v. 19). Ya la Palabra de Dios advertía de que se iban a levantar hombres y mujeres impíos y asesinos que iban matar a los hombres desde su mera concepción, como está ocurriendo en nuestros días, como nunca antes en la historia de la humanidad.
La misma Biblia dice que la ira de Dios, se revela desde el cielo contra toda la impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, y esto es así, porque a priori, lo que se conoce de Dios es manifestado o entendido por las cosas hechas, que los ojos pueden ver y los oídos oír, por lo cual no tienen ninguna excusa (Ro. 1: 18-20). Al negar al Creador, deberán creer en la criatura. Eso se llama evolucionismo.
La práctica legalizada del aborto no es sino consecuencia directa de creer en el evolucionismo ateísta, el cual niega al Creador, y enseña que inicialmente el ser humano no es sino un simple animal. Se enseña el evolucionismo como verdad, por lo tanto, no hay nadie a quien dar cuentas fuera del Estado o de la sociedad en este caso…pero un día darán cuentas a Dios, al cual niegan; y ese día no lo duden, llegará.
Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien.” (Salmo 14: 1)
Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien.” (Salmo 14: 1)
Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey Jesucristo, Madrid, España.
www.centrorey.org
Artículo extractado
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Artículo extractado
Cada vez hay más gente que se da cuenta de que es mentira el mito de la superpoblación..y de que el aborto es un negocio millonario del que se lucran los poderosos de la Tierra..los Herodes de nuesstra época.
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