Que no se queje sor Forcades. En realidad, se le hace un gran favor.
Todos estos, cuando pueden exhibir la “amonestación” ya se creen mártires, o por lo menos, confesores. Ascienden unos cuantos peldaños en el escalafon del prestigio progre. Ese tipo de aplausos mundanos, respaldados por una persecucuón de carcas y fundamentalistas, es un timbre de honor en su mundo.
Ha ganado mucho de lo que más le importa a ella: ha ganado puntos a ojos de sus fans; incluso ha ganado nuevos fans; puede exhibir un “certificado de persecucuión de la jerarquía instigada por los fundamentalistas".
Pero al final, nada: no la queman en la hoguera, no la torturan en los siniestros calabozos de la Inquisición, ni siquiera la silencian o le censuran sus librillos (conste que no quiero que quemen a esta señora ni a nadieeeee, ¿queda claro?)… Por el contrario, venderá más librillos, saldrá en más teles, será la monja guay y mediática más molona del cristianismo new age.
Es que ser hereje en el siglo XVI tenía sus riesgos. Eran valientes aquellos herejes, herejes pero valientes. Los de ahora, por más que diga Carmen Bernabé que Forcades es valiente… pues mire, no.
Hoy día, ser hereje es tan barato y tan chupi, que basta ser un poco simpatiquillo, decir cuatro sentencias parecidas a las frases de calendario de Paulo Coelho, de esas que el mundo aplaude con las orejas (“Dios nos propone a hombres y mujeres que nos quedemos embarazados de Él”… Oooooh! qué valiente, lo que ha dicho!) otras que suenen cultas, con palbro griego (Dios es “amor de reciprocidad o de pericoresis”… OOOoooooh, qué cosas dice ¡pericoresis!…), y soflamas salpicadas con eso de la persecución, ¡ay pobrecito yo, o pobrecita yo, que me amonestan…! al mismo tiempo que tu público, para el que realmente actúas, te agasaja y te llena de parabienes, ¡y ya tenemos mártir!
Sor Forcades explota ese filón como nadie, porque está acompañada, por puro azar, que no mérito, de una imgaen mediática que “da bien” en las cámaras.
“Tiene duende, engancha, transmite, enseña y emociona” dice el presidente de su club de fans. Y añade: “A sus 44 años, alta, delgada y guapa, tiene una mirada penetrante y una sonrisa sempiterna. Habla con fluidez, sin papeles delante y con muchos gestos. La expresividad y la gestualidad son dos de sus principales características. No es de extrañar, pues, que seduzca a los oyentes.“
Es tan patético que se escriba algo así de una monja que se ha creado el personaje de mártir, que esa misma escenificación desmiente todo el valor de su “martirio".
Sobre todos cuando acaba la reseña así:
“Y Forcades sonrió al público, que estalló en una gran ovación.“
Pues ya tienes tu premio, Teresita, la ovación del mundo instalado; y los elogios de Vidal por tu belleza, esbeltez, duende, mirada, sonrisa y capacidad de seducción…una boutade total del periodista, que le quita un poco de martirio a tu martirio; pero como al tipo de público al que se dirigen esas reseñas les mola mucho ese estilo de equívocos…
Vamos, que tenemos personaje para rato.
Teresita, mona, yo no soy varón. Y de esa estrategia tuya sé un poco, en mis modestos niveles, pero algo de eso sé. Pero el tinglado y el circo mediático gafapasta-clerical se ve tan vacuo cuando se le rasca como el mismo circo enticlerical al que os pegáis como lapas a ver si os cae un aplauso del Wyoming o así.
No cuela, no a los que ya estamos de vuelta.
Yolanda Obregón
Todos estos, cuando pueden exhibir la “amonestación” ya se creen mártires, o por lo menos, confesores. Ascienden unos cuantos peldaños en el escalafon del prestigio progre. Ese tipo de aplausos mundanos, respaldados por una persecucuón de carcas y fundamentalistas, es un timbre de honor en su mundo.
Ha ganado mucho de lo que más le importa a ella: ha ganado puntos a ojos de sus fans; incluso ha ganado nuevos fans; puede exhibir un “certificado de persecucuión de la jerarquía instigada por los fundamentalistas".
Pero al final, nada: no la queman en la hoguera, no la torturan en los siniestros calabozos de la Inquisición, ni siquiera la silencian o le censuran sus librillos (conste que no quiero que quemen a esta señora ni a nadieeeee, ¿queda claro?)… Por el contrario, venderá más librillos, saldrá en más teles, será la monja guay y mediática más molona del cristianismo new age.
Es que ser hereje en el siglo XVI tenía sus riesgos. Eran valientes aquellos herejes, herejes pero valientes. Los de ahora, por más que diga Carmen Bernabé que Forcades es valiente… pues mire, no.
Hoy día, ser hereje es tan barato y tan chupi, que basta ser un poco simpatiquillo, decir cuatro sentencias parecidas a las frases de calendario de Paulo Coelho, de esas que el mundo aplaude con las orejas (“Dios nos propone a hombres y mujeres que nos quedemos embarazados de Él”… Oooooh! qué valiente, lo que ha dicho!) otras que suenen cultas, con palbro griego (Dios es “amor de reciprocidad o de pericoresis”… OOOoooooh, qué cosas dice ¡pericoresis!…), y soflamas salpicadas con eso de la persecución, ¡ay pobrecito yo, o pobrecita yo, que me amonestan…! al mismo tiempo que tu público, para el que realmente actúas, te agasaja y te llena de parabienes, ¡y ya tenemos mártir!
Sor Forcades explota ese filón como nadie, porque está acompañada, por puro azar, que no mérito, de una imgaen mediática que “da bien” en las cámaras.
“Tiene duende, engancha, transmite, enseña y emociona” dice el presidente de su club de fans. Y añade: “A sus 44 años, alta, delgada y guapa, tiene una mirada penetrante y una sonrisa sempiterna. Habla con fluidez, sin papeles delante y con muchos gestos. La expresividad y la gestualidad son dos de sus principales características. No es de extrañar, pues, que seduzca a los oyentes.“
Es tan patético que se escriba algo así de una monja que se ha creado el personaje de mártir, que esa misma escenificación desmiente todo el valor de su “martirio".
Sobre todos cuando acaba la reseña así:
“Y Forcades sonrió al público, que estalló en una gran ovación.“
Pues ya tienes tu premio, Teresita, la ovación del mundo instalado; y los elogios de Vidal por tu belleza, esbeltez, duende, mirada, sonrisa y capacidad de seducción…una boutade total del periodista, que le quita un poco de martirio a tu martirio; pero como al tipo de público al que se dirigen esas reseñas les mola mucho ese estilo de equívocos…
Vamos, que tenemos personaje para rato.
Teresita, mona, yo no soy varón. Y de esa estrategia tuya sé un poco, en mis modestos niveles, pero algo de eso sé. Pero el tinglado y el circo mediático gafapasta-clerical se ve tan vacuo cuando se le rasca como el mismo circo enticlerical al que os pegáis como lapas a ver si os cae un aplauso del Wyoming o así.
No cuela, no a los que ya estamos de vuelta.
Yolanda Obregón
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