Los estudios teológicos son para amar más a Dios quererle admirarle y respetarle y asombrarnos de sus grandeza y de su bondad, no para florituras de ciertos señores y señoras vanidosos que se inventan todo, sólo para ganar dinero y fama y estar en el candelero. Así que el obispo ha hecho muy bien como buen pastor que es tiene que tener cuidado de que no entre el zorro en el gallinero.
Monseñor Iceta es un buen pastor, como debe de ser preocupado por sus ovejas, cercano a ellas, en esa difícil diócesis,muchos son los fieles que han empezado a recobrar la Fe, la Esperanza y la Caridad. Tienen un Obispo que les habla de lo que tiene que hablar y les protege de las doctrinas dudosas.
Por otro lado los verdaderos enemigos de la Iglesia, en muchos casos y por desgracia, están dentro de ella. Y ello crea confusión a los fieles.
Las discusiones teológicas están muy bien para los teólogos y los ámbitos correspondientes, siempre y cuando estén regidos por un recto criterio, la buena fé y algo tan importante y tan difícil, la humildad. El gran error es el llegar a pensar que toda la Iglesia a lo largo de la historia y hasta los Papas han estado equivocados y querer tener la razón.
Ahora los fieles lo que necesitan son certezas, razones para creer.
Ahora los fieles lo que necesitan son certezas, razones para creer.
La marca de un creyente maduro es la negativa a ser llevado por doquiera de todo viento de doctrina. (Efesios 4:14) Estos creyentes no pueden ser manipulados por ningún maestro. Ellos no tienen necesidad de correr de aquí para allá porque están comiendo de la ROCA; están creciendo en Cristo; están dándose banquete en pastos verdes. Ellos han circuncidado sus oídos y han pesado a cada maestro, a cada doctrina, de acuerdo a como se ajusta a la santidad de Cristo. Ellos pueden discernir todas las doctrinas que son falsas y sienten repulsión por todas las nuevas y raras enseñanzas.
Hasta donde muchos sabemos, todo lo que la Iglesia ha hecho respecto a Torres Queiruga fue retirarle de la docencia en facultades y seminarios católicos. Pero también sabemos que el arzobispo de Santiago, Mons. Julián Barrio, se ha opuesto a que se condenen públicamente sus ideas heterodoxas. No porque esté de acuerdo con él sino, al menos así lo creemos, porque se teme que haya una reacción del sector eclesial cercano al teólogo gallego. Hasta ahora lo ha logrado, pero queda por ver si antes o después asistiremos a una nota de la comisión episcopal para la doctrina de la fe de la CEE o a una notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede.
¿cómo cabe calificar la actitud de los pastores que se niegan a que la Iglesia se pronuncie públicamente sobre la teología de Queiruga? Y voy más allá, ¿cómo podemos calificar la actitud de los pastores que quieren que se produzca dicho pronunciamiento pero no fuerzan las cosas por miedo a no enfrentarse con sus otros colegas de episcopado? ¿Acaso la colegialidad consiste en mirar para otro lado ante el error con tal de no quedar mal con los demás?
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