miércoles, 1 de mayo de 2013
La idea de un golpe de Estado en España no es ilusoria y podría poner patas arriba a los mercados
Fuente: Alerta digital
Christopher Dembik.- Hasta hace algunos años, el riesgo político era considerado prácticamente inexistente en Europa. Sin embargo, la crisis de la deuda soberana ha venido a cambiar brutalmente el panorama. El espectro del cese de pagos en el Viejo Continente ha reaparecido y con él las medidas de austeridad que traen siempre las mismas plagas: movimientos sociales, rechazo de la democracia y repliegue sobre el populismo… que puede llegar hasta provocar un cambio de régimen.
Nos equivocamos al pensar que la paz y la democracia están definitivamente instalados en la zona euro. Es una creencia que ignora los numerosos desafíos a los que se enfrenta la UE. Basta detenerse sobre la situación de España para darse cuenta que un cambio de paradigma es posible en cualquier momento.
La tasa de desempleo en España es del 26%, con una tasa de paro entre los jóvenes que está cerca del 60%, según los últimos datos. El actual gobierno está inmerso en un escándalo masivo de corrupción que toca todos los niveles de decisión en el seno del Partido Popular. Además, el 23 de enero pasado, el parlamento de Cataluña declaró solemnemente que la región catalana es una “entidad legal y política soberana”. Dicho en otros términos, Cataluña está dispuesta a separarse de España. En resumen: España está al borde del precipicio, aunque lo olvidemos demasiado a menudo.
Numerosos observadores podrán afirmar que los principios democráticos están bien anclados en el país y que el riesgo de un cambio de régimen es infinitesimal. Sin embargo, esto es ignorar la historia reciente de España. El último golpe de Estado ocurrió en 1981 y fracasó gracias al aura del rey Juan Carlos, un aura que ha perdido su brillo desde entonces
Una conferencia organizada el 6 de febrero de este año por un centro de reflexión en Madrid sobre las Fuerzas Armadas y la Constitución sacó a la luz un cierto malestar en el seno de una parte de los oficiales superiores del Ejército, sobre todo frente a la gestión de la cuestión catalana. Varios oficiales retirados tomaron la palabra en ese coloquio. Cosa nada inhabitual, pero la intervención del general Juan Antonio Chicharo, ex comandante del cuerpo de élite de la Armada hasta 2010 y actualmente en la reserva, ha marcado la diferencia.
Éste ha hablado de “un sentimiento general de preocupación, de temor, de incertidumbre y de confusión” en el seno del Ejército español por la posible secesión de Cataluña. El general Chicharo ha llegado a lamentar la dimisión del general José Mena, quien se pronunció en favor de la posibilidad de una intervención militar para poner término a mayores pretensiones de autonomía de la región catalana.
Pidió durante su discurso imaginarse un escenario que tiene posibilidades de ocurrir: si el partido en el poder pierde la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales y los catalanes, a cambio de su apoyo, pidieran abolir en la Constitución la doctrina de la “indisoluble unidad ” de España, ¿qué podría hacer el Ejército?, se preguntó. No aportó ninguna respuesta, pero todo el mundo comprendió el sentido de lo que quiso decir.
El general ha sido sermoneado por su jerarquía, pero las palabras que pronunció han puesto en evidencia una desestabilización evidente del marco institucional en un país bajo el efecto de manifestaciones casi diarias contra la austeridad, además de un rechazo creciente hacia la Casa Real y el gobierno, enfrentado a los continuas provocaciones de las autoridades de la región catalana: una situación simplemente explosiva.
El país ha entrado en una era de dificultades crecientes y la evolución actual de la situación no augura nada bueno. Hasta ahora, la figura del rey Juan Carlos servía de unidad a la nación, pero ya no es más el caso ya que la monarquía constitucional es cada día más criticada como sistema de gobierno. El Ejército, que es el garante de la unidad de la nación y del respeto a la constitución, podría intervenir en caso de total descrédito de los gobernantes y de riesgo real de implosión de la unidad española. No es este el escenario más evidente, pero en todo caso nos equivocaríamos si pensamos que España está en el camino de la estabilización. El país puede en todo momento incendiarse y hacer bascular toda la zona euro en un ciclo infernal.
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