The Guardian destaca sobre la monja que "su crítica al capitalismo neoliberal incluye no sólo un deseo cristiano de proteger a los débiles, sino también un ataque a la hipocresía de un sistema que proporciona bienes y capital con la libertad de cruzar las fronteras mientras que los trabajadores no pueden". "Se trata de una versión del capitalismo", explica Forcades en el reportaje, "donde los derechos y necesidades de las personas han sido ninguneados". La catalana remata su argumentación asegurando que "los impuestos son más altos en la venta de pan que en la especulación financiera".
Hablando de Monseñor Oscar Romero Ellacuría dijo en una ocasión que fue el gran regalo de Dios al pueblo de El Salvador. Afirmó también que todos los que sufren y luchan por la justa liberación de los oprimidos siguen reconociendo en él al hombre que dijo la verdad sobre la miseria y los anhelos populares, que orientó y animó a todos los que quieren mantener la esperanza y trabajar por la liberación de pueblos crucificados.
¿Cuáles son hoy los medios adecuados para que nuestra Iglesia, fiel a sí misma y a su tradición, sea para los hombres sacramento de salvación? I Ellacuría, estos medios no tienen que ser algo novedoso; basta con que la Iglesia recupere la totalidad del Evangelio y del Jesús histórico; que anuncie la totalidad del mensaje a las personas a quienes quiere salvar, y al mundo en el que esas personas deben salvarse; y que profundice desde el Evangelio en los signos de los tiempos, para descubrir cuáles son las formas concretas que debe adoptar para que sea creíble y eficaz el mensaje de salvación.
"La Iglesia es cuerpo histórico de Cristo en cuanto es Iglesia de los pobres; y es sacramento de liberación, así mismo, en cuanto es Iglesia de los pobres. La razón de ello estriba tanto en el célebre pasaje del juicio final como en la esencia misionera de la Iglesia. Si la Iglesia se configura realmente como Iglesia de los pobres, dejará de ser una Iglesia instalada y mundanizada para convertirse de nuevo en una Iglesia predominantemente misionera, esto es, abierta a una realidad que le obligará a sacar de sí sus mejores reservas espirituales; le obligará igualmente a convertirse a Jesucristo presente realmente de una manera especial en los presos, en los dolientes, en los perseguidos, etc." .
"La Iglesia de los pobres se constituye en el nuevo cielo... La afirmación utópica de una Iglesia como el cielo nuevo de una civilización de la pobreza es un reclamo irrecusable de los signos de los tiempos y de la dinámica soteriológica de la fe cristiana historizada en hombres nuevos, que siguen anunciando firmemente, aunque siempre a oscuras, un futuro siempre mayor, porque más allá de los sucesivos futuros históricos se avizora el Dios salvador, el Dios liberador" .
Hay lugares peligrosos para la fe auténtica, como es entre nosotros, el poder y la riqueza; Cuando Jesús habla de la dificultad de que los ricos y los poderosos entren en el Reino de los cielos, no se refiere tan sólo a una dificultad moral, sino que también se está refiriendo a una dificultad teológica. Los instalados en la riqueza y en el sistema opresor tienen una enorme dificultad para la fe cristiana, entendida como la aceptación real de la totalidad concreta de Jesús. Si hay lugares peligrosos para la fe también hay lugares privilegiados. Y uno de los lugares privilegiados es el lugar que representan los pobres, con sus problemas y sus luchas. No es difícil probar desde el Evangelio que sean los pobres un lugar excepcional de la presencia de Dios entre los hombres. La revelación de Dios a los hombres en el Nuevo Testamento a través del Hijo es de estructira estrictamente "Kenotica", esto es, de vaciamiento y alteración ( Flp 2,611).
La praxis de Jesús es fundamentalmente una praxis de los pobres y con ellos y, por eso contra los empobrecedores y opresores. A Lucas se le ha llamado "el evangelista social" por su preocupación por las desigualdaes entre los ricos y los pobres.
El presidente del Banco Mundial ha alertado a todos: «o se actúa de inmediato o millones de personas morirán de hambre en breve». Robert Zoellick ha denunciado que mientras todos nos preocupamos por llenar los depósitos de gasolina, millones de personas se preocupan sólo por llenar su estómago. Zoellick ha clamado ante la prensa por el precio del arroz y del trigo, que se lleva todos los ingresos de las familias pobres. Y es que los precios de los cereales se han inflado porque los cultivos se dedican ahora a cereales para biocombustibles que dan más beneficios.
Según el presidente del Banco Mundial, la situación es crítica en Centroamérica y el Caribe. En Haití llevan una semana de protestas porque no tienen qué comer, y en Perú, el precio del trigo está obligando hacer pan con masa de patata.
Para qué hablar de África, donde la dramática situación no cambia. Las sequías de los últimos años han asfixiado las tierras fértiles y en Egipto, las protestas se suceden por el racionamiento de la comida.
En el sur de Asia y el Pacífico, la demanda cada vez mayor de países emergentes, como La India o China han disparado los precios.
El problema es que no se produce suficiente comida, sobre todo porque los campos ahora se destinan a los biocombustibles. Y la comida que hay es muy cara, porque el petróleo no deja de superar máximos.
Actualmente, 840 millones de personas sufren de hambre crónica, más que en el año 1996, cuando la Cumbre Mundial de la Alimentación en Roma acaba de aprobar un ambicioso proyecto: antes del 2015 el número de hambrientos debe bajar a la mitad. Que esto se pueda lograr, es algo en lo que hoy casi nadie confía.
¿Y qué se está haciendo?
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