Jesús dijo, en el Sermón del Monte: “Dejáos de amontonar riquezas en la tierra” (Mt 6, 19). Y enseguida añadió: “Porque donde tengas tu riqueza tendrás tu corazón” (Mt 6, 21). La conclusión que saca el mismo Jesús es tajante: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24). Es decir, a juicio de Jesús, el corazón puesto en el dinero es incompatible con el corazón puesto en Dios.
Eso exactamente es lo que enseña la parábola del rico necio (Lc 12, 13-21). Y es que la estupidez del rico satisfecho le pone una venda en los ojos y lo ciega ante las inevitables limitaciones que entraña la condición humana. 6) Y hablando de dinero, es decisivo caer en la cuenta de que, a juicio de Jesús, Dios no se relaciona con los seres humanos según el principio calculador de la retribución estricta, sino desde el criterio desconcertante de la bondad que no se fija sino en lo que el otro necesita.
El arzobispo de Granada, Javier Martínez, ha pasado toda su carrera episcopal envuelto en algún tipo de escándalo mediático.
Llegó a Granada en 2003 procedente de Córdoba, de donde lo sacaron sus disputas con el presidente de Cajasur.
En 2007 fue el primer obispo en España en sentarse en el banquillo de los acusados, por coacciones, aunque fue absuelto.
Su última polémica vino a raíz de la publicación del ensayo Cásate y sé sumisa por la editorial de su diócesis.
El arzobispo de Granada aseguró que quien "mata a un niño indefenso da a los varones licencia absoluta, sin límites, para abusar" del cuerpo femenino.
El arzobispo de Granada, Javier Martínez, pronunció el una homilía en la Catedral en la que comparó la reforma de la Ley del Aborto española con el régimen de Hitler, alegando que los crímenes nazis no eran tan "repugnantes" como los que permite cometer dicha ley.
Acto seguido, Martínez dio a entender que la mujer que aborta "mata a un niño indefenso" y, por tanto, "da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar" de su cuerpo.
"El óbolo de la viuda vale mucho más que otros donativos más grandes". Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada, pedía así a las comunidades religiosas un ejercicio de caridad para contribuir a financiar la diócesis. Lo hacía en una carta, en 2007, en la que se quejaba de la "escasa colaboración económica de los fieles de Granada" y solicitaba a las organizaciones eclesiásticas que recortaran dinero de las misiones para sostener la vida de la Iglesia diocesana. Nadie sospechaba entonces que, dos años y medio después, los gastos y el endeudamiento del arzobispado se multiplicarían como el milagro del pan y los peces. Desde que asumió el cargo como arzobispo de Granada, en marzo de 2003, la deuda de la diócesis ha pasado de 1,2 millones a 28 millones de euros.
Javier Martínez, el arzobispo de Granada, no es el mejor ejemplo de la “Iglesia pobre y para los pobres” que quiere Jorge Bergoglio. Coche con chófer, secretarias, servicio doméstico, cocinera… Nada que ver con la “austeridad y humildad” que pide el Pontífice para los discípulos de Pedro. Ni con el personal que tenía a su servicio su antecesor en el cargo, el cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares: un secretario que era sacerdote y una asistenta a media jornada.
Vive en un palacio en el que dispone de unos mil metros cuadrados para su residencia particular, veinte veces mayor que el apartamento de cincuenta metros que ha elegido el Papa Francisco en la Casa Santa Marta. Recibe de la Conferencia Episcopal un sueldo mensual de 1.200 euros al mes. Gasta una media de 2.000 a 3.000 euros mensuales con la Visa oro que corre a cargo de la diócesis. Tiene todos los gastos cubiertos y unos ‘extras’ que suponen más de 180.000 euros al año sin contar los costes disparatados de los centros de estudio y las sociedades limitadas que ha creado, ni los gastos de la Curia (la oficina administrativa de apoyo al arzobispo) ni las nóminas de la ‘legión’ de seglares del movimiento ultraconservador Comunión y Liberación que ha colocado.
Javier Martínez, el arzobispo de Granada, no es el mejor ejemplo de la “Iglesia pobre y para los pobres” que quiere Jorge Bergoglio. Coche con chófer, secretarias, servicio doméstico, cocinera…
Nada que ver con la “austeridad y humildad” que pide el Pontífice para los discípulos de Pedro.
En el año 2009, en plena crisis económica y financiera, los gastos del arzobispo le costaron a la diócesis 183.167,13 euros. Sus desplazamientos, consumo de teléfono, gastos de representación y complementos de retribución y libre disposición supusieron 29.000 euros. Sus dos secretarias costaron 91.621 euros (incluyendo sus nóminas y seguridad social) y los gastos de la residencia arzobispal (funcionamiento, teléfono, personal seglar y prima de seguro), 60.543 euros, sin incluir consumos de calefacción o servicio de limpieza, que se cargaban en el capítulo de gastos generales.
Acto seguido, Martínez dio a entender que la mujer que aborta "mata a un niño indefenso" y, por tanto, "da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar" de su cuerpo.
"El óbolo de la viuda vale mucho más que otros donativos más grandes". Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada, pedía así a las comunidades religiosas un ejercicio de caridad para contribuir a financiar la diócesis. Lo hacía en una carta, en 2007, en la que se quejaba de la "escasa colaboración económica de los fieles de Granada" y solicitaba a las organizaciones eclesiásticas que recortaran dinero de las misiones para sostener la vida de la Iglesia diocesana. Nadie sospechaba entonces que, dos años y medio después, los gastos y el endeudamiento del arzobispado se multiplicarían como el milagro del pan y los peces. Desde que asumió el cargo como arzobispo de Granada, en marzo de 2003, la deuda de la diócesis ha pasado de 1,2 millones a 28 millones de euros.
Javier Martínez, el arzobispo de Granada, no es el mejor ejemplo de la “Iglesia pobre y para los pobres” que quiere Jorge Bergoglio. Coche con chófer, secretarias, servicio doméstico, cocinera… Nada que ver con la “austeridad y humildad” que pide el Pontífice para los discípulos de Pedro. Ni con el personal que tenía a su servicio su antecesor en el cargo, el cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares: un secretario que era sacerdote y una asistenta a media jornada.
Vive en un palacio en el que dispone de unos mil metros cuadrados para su residencia particular, veinte veces mayor que el apartamento de cincuenta metros que ha elegido el Papa Francisco en la Casa Santa Marta. Recibe de la Conferencia Episcopal un sueldo mensual de 1.200 euros al mes. Gasta una media de 2.000 a 3.000 euros mensuales con la Visa oro que corre a cargo de la diócesis. Tiene todos los gastos cubiertos y unos ‘extras’ que suponen más de 180.000 euros al año sin contar los costes disparatados de los centros de estudio y las sociedades limitadas que ha creado, ni los gastos de la Curia (la oficina administrativa de apoyo al arzobispo) ni las nóminas de la ‘legión’ de seglares del movimiento ultraconservador Comunión y Liberación que ha colocado.
Javier Martínez, el arzobispo de Granada, no es el mejor ejemplo de la “Iglesia pobre y para los pobres” que quiere Jorge Bergoglio. Coche con chófer, secretarias, servicio doméstico, cocinera…
Nada que ver con la “austeridad y humildad” que pide el Pontífice para los discípulos de Pedro.
En el año 2009, en plena crisis económica y financiera, los gastos del arzobispo le costaron a la diócesis 183.167,13 euros. Sus desplazamientos, consumo de teléfono, gastos de representación y complementos de retribución y libre disposición supusieron 29.000 euros. Sus dos secretarias costaron 91.621 euros (incluyendo sus nóminas y seguridad social) y los gastos de la residencia arzobispal (funcionamiento, teléfono, personal seglar y prima de seguro), 60.543 euros, sin incluir consumos de calefacción o servicio de limpieza, que se cargaban en el capítulo de gastos generales.
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