martes, 19 de mayo de 2015

El PP vuelve a tomar el pelo con su nuevo Plan de Apoyo a la Familia

 

 

Una semana antes de las elecciones municipales y autonómicas, el Gobierno ha dado luz verde a su Plan de Apoyo a la Familia, lleno de buenas palabras pero que no supone ninguna novedad ni ningún avance real en el desarrollo de políticas que contribuyan a la defensa y la protección de la familia. Eso sí, se procura una mayor protección a las denominadas “familias LGTB” (familias formadas por lesbianas, gais, transexuales o bisexuales).

 
Considerado por el presidente del Foro de la Familia como “decepcionante” y una “operación de marketing electoral” que no realiza ningún cambio real en favor de la protección de la familia.
http://www.infovaticana.com/2015/05/18/el-pp-vuelve-a-tomar-el-pelo-con-su-nuevo-plan-de-apoyo-a-la-familia/
 
El testimonio plurimilenario y culturalmente multiforme que la historia aporta demuestra que la familia basada en el matrimonio es la constante expresión primaria de la sociedad humana.

Por ser expresión originaria de la sociedad humana, la familia constituye la primera unidad básica de toda sociedad civil y de la consiguiente comunidad política en todas las formas elementales o desarrolladas que esta fue adquiriendo.

No es una simple entidad intermedia, ni creación de la autoridad, sino una realidad social antecedente y condicionadora de la autoridad pública.

Constituye por lo tanto la familia primera, insustituible e inigualable una escuela humana y ciudadana de los hijos.

Esta familia fundada en el matrimonio es objeto hoy en día de un poderoso y organizado ataque, que debe de calificarse de feroz en la triple acepción de este adjetivo.
 La familia se encuentra hoy en el punto más crítico de la gran lucha entre el bien y el mal, que nos presenta el mundo contemporáneo y la sociedad permisivista de hoy en el punto focal de la lucha entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte.

Afirman los mentores de la nueva concepción paganizante de la vida que esa familia tradicional, consagrada por los siglos, paso y debe pasar a la historia. Y tiene que ser sustituida. ¿Cómo? Negando la singularidad de la misma e imponiendo la pluralidad de nuevas formas familiares. De la morfología unitaria y exclusiva hay que ir a una morfología plural permisivista. Todo tipo de uniones deben albergarse bajo el manto protector de esa morfología nueva. También todas las uniones de hecho, incluso las de los homosexuales.


En consecuencia, los referidos mentores propugnan y nos están imponiendo un nuevo vocabulario, una terminología ajustada a sus pretensiones.

Ni en el Cairo ni en Pekín se menciono aquel término sacro. Ya no hay cónyuges o esposos, simplemente compañeros, cualificados con el adjetivo lábil de sentimentales. El sustantivo igualmente sagrado de madre y su derivado maternidad desaparecieron. Sólo debe hablarse de mujer. Nada de sexos debe prevalecer, y se impuso ya en documentos políticos el término “orientación sexual”, abierto a todas las especies de unión que la nueva morfología familiar abarca.

El vocablo humano, generación y gestación, se va suplantando por la palabra reproducción, término común en los manuales de zoología. Suprimamos por su matiz peyorativo el sustantivo aborto y digamos simplemente interrupción voluntaria del embarazo para centrar la atención en un pretendido derecho de la mujer y apartar la mirada del ser indefenso asesinado en el seno materno.

Continúan los corifeos de la antifamilia con su letanía de despropósitos. Para ellos, la familia no es un bien, si no un mal, porque coarta la omnímoda libertad del hombre y somete a este a obligaciones perpetúas. Y las feministas más radicales no vacilan en concluir que el matrimonio y la familia, tal como los entendió y vivió siempre la humanidad son inventos culturales, sin base natural, montados para imponer los dominios del varón sobre la mujer.

La familia y el matrimonio -añaden- y la nueva morfología familiar son meros asuntos privados, sin trascendencia social ni pública. No le interesan a la sociedad. Y el matrimonio es una simple agrupación bipersonal, igual que cualquier contrato bilateral sometido por entero a la voluntad de las partes y por eso resoluble en cualquier momento.

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