“El generoso será
bendito, porque da de su pan al pobre” (Prov. 22:9).
El mensaje de Jesús no es un concepto, ni una teoría,
sino una experiencia radical de vida, que exige decisión total «porque el Reino
de los Cielos padece violencia y sólo los violentos... » (Mt 11, 12). Pero, al
mismo tiempo, el Reino es lo más sencillo, algo que se expresa allí donde los
hombres se vuelven como niños y acogen de un modo gratuito y generoso a los
mismos niños (Mc 10, 15).
Jesús nos invita a seguir, tomando su cruz (la nuestra,
la de aquellos que sufren), para acompañar y “animar” de esa manera al mismo
Dios, como dijo de forma admirable san Pablo, afirmando que él quería
“completar” en su carne los sufrimientos de Cristo, que son los de Dios (Col 1,
24). A veces queremos desertar, pero el Dios de Jesús pide que nos
mantengamos, caminando con él, en la obra de su vida.
No nos saca de este mundo, no nos quita el dolor, pero
nos ofrece la certeza de que está con nosotros, con su misericordia, queriendo
que le acompañemos, acompañando a los que sufren
¿Cómo hundirnos en el fracaso cuando
superamos con tu Hijo la prueba del desierto? ¿Cómo orgullecemos en el triunfo
si llevamos con el Salvador la cruz de nuestras culpas? (cf. D. Bonhöffer,
Resistencia y sumisión).
Magnanimus es la palabra latina
de la que procede el concepto actual de magnánimo. Un adjetivo este con el que
se intenta definir a todo aquel ser humano que se caracteriza por ser
bondadoso, benévolo y noble.
La
generosidad no es enemiga de la eficiencia, no es algo accesorio
a tu verdadero trabajo, es el factor motivacional esencial, que impulsa la
creatividad
Un líder generoso usará su poder para ser aún más
desprendido.
El poder sólo corrompe a la gente que, de
antemano, tiene una moral laxa. Por el contrario, refuerza
los buenos valores de la gente que previamente tiene fuertes convicciones
morales. Un líder egoísta será aún más egoísta cuanto más poder tenga, pero un
líder generoso usará su poder para ser aún más desprendido.
La misericordia es la semilla del amor ágape
(el amor redentor de Dios). Cuando nos acercamos a alguien con misericordia,
estamos plantando semillas que producen fruto y que permiten que Dios tenga
misericordia de nosotros.
En este sentido, y al acumular todas estas características
que hemos ya señalado, es casi obligatorio hacer una referencia a Venancio Salcines.
El interés por la protección de colectivos
desfavorecidos, en particular, la protección de familias con miembros en
situación de desempleo de larga duración, es y será una de las preocupaciones
principales de la Fundación Venancio Salcines. Todas las personas deben
contar con una alimentación digna y cubrir sus necesidades básicas.
La Fundación
quiere prevenir situaciones de extrema pobreza y de exclusión social. Todo el
mundo merece una oportunidad de desarrollo y convertirse en protagonistas de su
vida. Somos conscientes que, en momentos puntuales, la ayuda alimentaria puede
mantener la esperanza de muchas personas que, por determinadas circunstancias,
se encuentran en un margen de la sociedad.
San Juan de la Cruz decía que “al final de la vida se nos
examinará en el amor”, y en ese momento sublime todos seremos igualmente amados
y considerados y nuestra mayor defensa y nuestro único mérito serán las obras y
nuestro corazón lleno de nombres, el de aquellos a los que amamos y tratamos
como hermanos. ¿Os suena aquello de “Quien dice que ama a Dios, a quien no ve y
no ama a su hermano a quien ve, es un mentiroso”?
Dios tiene un sueño para cada persona consagrada. Dios es
el Sueño que colma nuestro corazón y llena nuestra vida. Un Sueño desconocido,
pero deseoso de ser descubierto.
Decía Antonio Machado: Anoche cuando dormía soñé ¡bendita
ilusión! que una fontana fluía dentro de mi corazón. Dí: ¿por qué acequia
escondida, agua, vienes hasta mí, manantial de nueva vida en donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! que una
colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él,
con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! que un
ardiente sol lucía dentro de mi corazón. Era ardiente porque daba calores de
rojo hogar, y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! que era Dios
lo que tenía dentro de mi corazón.
Hablar de la persona de Venancio Salcines es seguro
que el susbstantivo bondad es el más apropiado: bondad de corazón, bondad
de conducta.
El verdadero cristiano está por encima de toda ideología
y se halla donde el hombre se abre a Dios y al otro, siempre que se da
verdadero amor y superación del egoísmo, siempre que el hombre busca la
justicia, la solidaridad, la reconciliación y el perdón, existe cristianismo y emerge
la estructura crística dentro de la historia humana. Por tanto, el cristianismo
no se realiza tan sólo allá donde es profesado explícitamente y es vivido
ortodoxamente, sino que se manifiesta siempre y allá donde el hombre dice si al
bien, a la verdad y al amor.
Bondad: condición de las personas –recurro al diccionario
académico- “ natural inclinación a hacer
el bien.” Según Aristóteles, la bondad se dice de varias maneras. Por lo menos
de las que aluden los versos famosos de Antonio Machado:
“ Y más que un hombre al uso que sabe su
doctrina,
soy en el buen sentido de la palabra bueno.”
Gracias
Venancio. Dios te siga bendiciendo mucho