Obispos
advierten a sus fieles sobre los Veterocatólicos
El arzobispo de Corrientes,
Mons. Andrés Stanovnik OFMCap, y los obispos Hugo Santiago, de Santo Tomé, y
Ricardo Faifer, de Goya, dieron a conocer un comunicado conjunto, en el que
advierten a la feligresía sobre la actuación de ministros de la «Iglesia
Veterocatólica» o «Iglesia Católica Disidente». Piden abstenerse de
participar de las celebraciones que se realizan en casas de familias y aclaran
que los ritos que utilizan se prestan a confusión y desorden¨.
El texto completo del
comunicado expresa lo siguiente:
«Se advierte a los fieles católicos de la
arquidiócesis de Corrientes y de las diócesis de Goya y Santo Tomé sobre la
actuación de ministros de una iglesia, que se presenta como veterocatólica,
veterodoxa, o también como iglesia católica disidente, en cuyo logo
identificatorio figura la siguiente leyenda: "Iglesia católica apostólica
argentina-no romana". Dicha Iglesia está al margen de la Iglesia
Católica Apostólica y Romana, y sus ministros no están en comunión con nuestras
Iglesias, no obedecen al papa Francisco, aunque dicen que rezan por él.
Esta iglesia disidente aparece como si fuera una
nueva modalidad permitida y autorizada de nuestra Iglesia Católica Apostólica
Romana, y pretende estar en comunión con la Sede
Apostólica, sin estarlo. Es de notar que los símbolos, ritos y celebraciones,
como también el nombre de «católica» que usan, se prestan a confusión y
desorden. «Hecha esta advertencia, se pide a los fieles de nuestras diócesis
que se abstengan de participar en las celebraciones que realizan los ministros
de dicha iglesia en casas de familias, a fin de que permanezcamos unidos en
la fe que nos transmitieron nuestros padres. La Iglesia Católica, Apostólica y
Romana es nuestra Madre en la Fe, y a la madre no se la cambia ni abandona por
otra».
Ante cualquier duda sobre la acción de misioneros o
ministros, sobre los que no se tenga certeza de su pertenencia a nuestra
Iglesia Católica, sugerimos que consulten en sus respectivas parroquias
para no caer en ningún engaño».
Su historia y creencias
La Iglesia Veterocatólica, (Vieja Iglesia católica
o Iglesia Católica Antigua) es una asociación de Iglesias nacionales
autónomas bajo la presidencia del arzobispo de Utrecht. La raíces del
veterocatolicismo pueden señalarse en los Países Bajos, en el período posterior
a la Reforma, cuando Roma consideraba gran parte de aquellos países como
tierras de misión. Durante una controversia sobre la deposición del vicario
apostólico a comienzos del siglo XVIII, un pequeño grupo logró obtener la
consagración de Cornelius Steenoven como arzobispo de Utrecht, lo cual confirmó
su escisión de Roma.
Después del concilio Vaticano I, algunos grupos de
católicos de Alemania, Suiza y del imperio austro-húngaro, bajo el influjo de
algunos teólogos como Ignaz von DOllinger, protestaron contra las definiciones
del primado y de la infalibilidad del papa. Fueron llamados «viejos
católicos» porque consideraban las doctrinas del Vaticano I como una innovación.
Los congresos celebrados en Múnich ( 1871) y en Colonia ( 1872) los llevaron a
la Declaración de Utrecht ( 1889), que unió a todos los que criticaban el
concilio Vaticano I con la comunidad más antigua de Utrecht. A principios del
siglo XX los viejos católicos se unieron a las «Iglesias polacas nacionales» de
Polonia, Estados Unidos y Canadá.
La Declaración de Utrecht se basa en la Iglesia
indivisa de los ocho primeros concilios ecuménicos. Acepta la Escritura y la
Tradición como fuentes de la revelación, aunque no se consideran inspirados los
libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Reconoce una primacía de honor
al obispo de Roma, pero no el primado de jurisdicción ni la infalibilidad que
afirmó el Vaticano I. Los viejos católicos rechazan las ideas de un tesoro
de méritos, las indulgencias, la veneración de los santos y las definiciones de
la Inmaculada Concepción y de la Asunción de María. Creen en la presencia
real de Cristo en la eucaristía, sin explicarla en términos de
transubstanciación. Se practica la confesión auricular, pero no se la considera
necesaria: no se continuó con el celibato clerical. La liturgia de los
veterocatólicos es bastante parecida a la de la Iglesia romana católica. Cada
diócesis está dirigida por un obispo, elegido por un sínodo compuesto de
clérigos y de laicos, que decreta los cánones que el obispo pone luego en acto.
Porque no mujeres sacerdotes.
El nuevo testamento afirma la necesidad de que en la iglesia existan
“ministerios” . Es más , la existencia de estos “ministerios” o servicios es
algo esencial para la vida de la comunidad cristiana . Por consiguiente, está
fuera de duda que es voluntad de Dios que en cada comunidad creyente haya
ministerios que enseñen el mensaje , que
presidan en la asamblea de los creyentes , que coordinen los diversos “carismas” , que estimulen y alienten a los
fieles y que se encarguen de las diversas actividades o funciones que requiere
el buen funcionamiento de la comunidad. Todo esto son cosas que no vamos a
poner en duda .
Pero una cosa es hablar de “ministerios” y otra es hablar de “clero”. El
nuevo testamento habla de los ministerios que debe de haber en la iglesia ; del
“clero”, sin embargo , jamás dice ni palabra . Por supuesto , el término griego
klêros (que significa “suerte” o “herencia”) se utiliza algunas veces para
referirse a cosas que nada tienen que ver con el clero eclesiástico (Mt 27,35
Col 1,12).
La distinción entre clérigos y laicos es completamente ajena a las ideas y
el espíritu de la iglesia primitiva . Tal distinción comienza a apuntarse en el
siglo III y afianzase definitivamente en el siglo IV .
Sabemos que la aparición del “clero” es una cosa que ya no resulta ni tan
admirable ni tan divina . Porque nos consta que el clero en cuanto a orden (del
latín ordo) o categoría de personas diferenciadas y distinguidas del resto de
los fieles , tiene su origen en una
pretensión mundana: el deseo de los clérigos por parecerse al orden de los magistrados
o notables que gobernaban en Roma .
Según el Novo Testamento , los dirigentes o líderes de la iglesia jamás se
deben situar sobre la comunidad creyente para imponerse o dominarla da manera
que sea . Los textos evangélicos son muy claros en este sentido (Mc 10.42-45;
Mt 20.25-28).
Los dirigentes de la comunidad no pueden tener una mentalidad de señores ,
y menos comportarse como tales , ya que eso sería exactamente lo que hacen los jefes
de este mundo , según afirma el conocido texto de los evangelios sinópticos
(Mt20.25-26)
Así las cosas , la pregunta que hay que hacerse se puede formular así :
¿tolera el Nuevo Testamento que en la iglesia exista esa diferencia y esa distinción
de personas ?
Comunidades primitivas
Cuantos
desearíamos ver una iglesia cristiana acorde con el patrón bíblico, y cuantos
buscaríamos ese espíritu de fraternidad, sinceridad, sencillez y humildad que
caracterizó a los primeros cristianos. Pero nuestra realidad es otra, la
iglesia ha prosperado como estructura, como denominación, y como masa de gente,
pero ha menguado en su poder de testimonio, y sobre todo, en su humildad y
sencillez. Cuando vemos la realidad predominante en nuestro entorno nos
decimos; «¿a dónde irá a parar la iglesia, si Cris-to no viene pronto?.»
Les
mandó que no llevasen nada para el camino: ni pan, ni bolsa, ni dinero en el
cinto, sino solamente un bastón; pero que calzasen sandalias y que no vistiesen
dos túnicas.” (Marcos 6:7-9). En este mandato
notamos que su enseñanza era la sencillez, “no vestir dos túnicas“, pero aun en sí mismo, Jesús era
sencillo en su forma de ser y de vestir, pues dice la Biblia que su túnica era “sin costura” de una sola pieza: “Cuando los soldados crucificaron a Jesús,
tomaron los vestidos de él e hicieron cuatro partes, una para cada soldado.
Además, tomaron la túnica, pero la túnica no tenía costura; era tejida
entera de arriba abajo.” (Juan 19:23). Y tejida de algodón. Por lo general, las
túnicas caras eran de varios elementos, y contenía seda. Para demostrar más la
sencillez del Maestro, en las escrituras se describe su entrada a Jerusalén
montado en un pollino prestado (Mateo 21:2), ¿Y por qué no usó un caballo
brioso? Y para celebrar su última cena tuvo que pedir una casa prestada (Lucas
22:7-13), y al morir, fue enterrado en una tumba prestada, (Lucas 23:50-56)
propiedad de José de Arimatea. ¿Queremos más eviden-cia de su sencillez? ¿De
dónde sacamos la doctrina de la corbata y el traje? ¿De dónde sacó la iglesia
católica la sotana y el cuello clerical, heredado después por los luteranos y
por los demás evangélicos? ¿Qué tratamos de decir con esto? ¿Qué somos
ministros, religiosos, diferentes al resto del pueblo? En el principio Jesús y
los discípulos se fundían con el pueblo, al grado tal que eran uno mas en la
multitud. El peligro de la apariencia radica en la importancia que ésta
toma en muchos círculos mundanos, y como estos conceptos se introducen en la
Iglesia. El hombre no vale por la ropa que viste, ni por los zapatos que calza,
sino por la vida que vive delante de Dios.
Debemos plantearnos de nuevo una vida en sen-cillez, en donde el decoro y el ornamento modesto sea una característica de los hijos de Dios, desechando toda opu-lencia y soberbia que nos lleve a una vanidad física que está contra la vida del Espíritu. La iglesia no es una liturgia, ni una estructura arquitectónica, ni un orden de cosas materiales, !NO¡. La iglesia son los redimidos por Jesús, donde quiera que se junten.
Debemos plantearnos de nuevo una vida en sen-cillez, en donde el decoro y el ornamento modesto sea una característica de los hijos de Dios, desechando toda opu-lencia y soberbia que nos lleve a una vanidad física que está contra la vida del Espíritu. La iglesia no es una liturgia, ni una estructura arquitectónica, ni un orden de cosas materiales, !NO¡. La iglesia son los redimidos por Jesús, donde quiera que se junten.
Al respecto escribe Charles
Corson: “¿Quién es el que no dice:«Voy a la
iglesia»? Al lugar en que adoramos lo llamamos la iglesia. Y cuando decimos que
«estamos construyendo una iglesia» queremos decir que estamos esforzándonos por
levantar un edificio, no estamos solidificando hombres y mujeres en su madurez
espiritual. Hay un millar de expresiones comunes en las que se da por sentado
que la iglesia es un lugar, y nada más. Esto no es simple coloquialismo, porque
tal manera de hablar pre-supone y condiciona nuestra perspectiva de la iglesia,
creando lo que muchos han llamado correctamente «el complejo de edificio», por
el cual se mide la importancia y el buen éxito de la iglesia de acuerdo con el
tamaño, la belleza y la funcionalidad de su estructura física“ El poder de la iglesia está en su gente, no
en sus edificios. La riqueza del evangelio no está en el poder eco-nómico, sino
en el poder de la vida y ejemplo que demos delante del mundo, en nuestro
“testimonio”.
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