Según los relatos evangélicos, ni las mujeres ni los apóstoles
interpretaron el dato del sepulcro vacío como prueba irrefutable de la
resurrección. Baste recordar aquí la expresión utilizada por maría Magdalena
cuando comunicó a los apóstoles el extraño descubrimiento que realizaron ella y
sus compañeras al amanecer del primer día de la semana: “se han llevado del
sepulcro al Señor” y no sabemos dónde lo han puesto (Jn 20,2).
La
verdadera intención de los evangelistas al narrar el suceso del hallazgo del
sepulcro vació es informar lo que sucedió aquel día. Ateniéndonos a los relatos
evangélicos, son muchos los indicios que van en esta dirección.
Según MC, 15, 42- 47 Jesús fue sepultado por José de Arimatea,
“miembro ilustre del Sanhedrín”. Si estamos ante un
relato inventado tardíamente, resulta sorprendente que se ofrezca un dato tan
concreto, cuando el engaño forzosamente exigiría una información imprecisa, no
fácil de constatar objetivamente. En la misma dirección va la tumba singular de Jesús. Algunos estudiosos han considerado
esta sepultura individual de Jesús como signo más del desconocimiento de las
costumbres judías y, por tanto, un rasgo inequívoco de que el autor sagrado era
un gentil de la segunda o tercera generación cristiana. Apelan estos
especialistas a las normas judías que mandan enterrar a los ajusticiados en la
sepultura común, como indica la Mishá. En este texto se dice: “ no se le
enterrará en la sepultura de sus padres, sino que existían dos sepulturas que
estaban dispuestas por el tribunal, una para decapitados y estrangulados, y
otra para lapidados y quemados”. Por tanto,
sostienen estos autores Jesús debió de ser enterrado en esta sepultura
común.
Los siete argumentos en pro y en contra que expone Gerd
Theissén en su libro “El Jesús histórico” son los siguientes:
1º A
favor: El mensaje de la resurrección no pudo ser difundido en
Jerusalén si el cadáver de Jesús estaba en un sepulcro sin abrir. El éxito del
mensaje pascual en Jerusalén es impensable sin el sepulcro vacío.
En
contra: La fe en la resurrección
no requiere el conocimiento de un sepulcro abierto. Herodes Antipas creyó,
según MC 6,14, que Jesús era el Bautista redivivo que “había resucitado de
entre los muertos” aunque el Bautista no fue enterrado por sus discípulos (6,
29). Al tratarse de un “retorno” a la vida terrena (no de la resurrección a la
vida eterna), sería tanto más obvia en este caso la pregunta por el sepulcro. Además,
Jesús mismo compartió la creencia de que los patriarcas de Israel – Abraham,
Isaac y Jacob- estaban ya con Dios como resucitados (Mc 12 18); sin embargo, ya
en tiempos de Jesús los sepulcros de los patriarcas eran venerados sin
necesidad de creer que estuvieran vacíos El sepulcro de Abraham, en Hebrón, fue protegido con un muro por Herodes el
grande).
2 A
favor: pablo en 1 Cor 15, 4 da un testimonio fiable sobre la
sepultura de Jesús. Por la lógica de su fe en la resurrección, que contemplaba
un cuerpo transfigurado y transformado, tuvo que presuponer un sepulcro vacío,
aunque no lo diga expresamente. En términos generales cabe afirmar que la fe
judía en una resurrección corporal
conduce necesariamente - a diferencia de
la fe greco-helenistica en la inmortalidad del alma- al supuesto de un sepulcro
vacío.
En contra: si
la fe judía en la resurrección (y en particular la fe paulina) hace postular
necesariamente un sepulcro vacío, la tradición del sepulcro vacío podría haber
surgido de ese postulado y haberse expresado en una narración… sin apoyo en el
hallazgo de un sepulcro vacío. Pero, al margen
de esto, la esperanza de Pablo y la del judaísmo en la resurrección son
demasiado heterogéneas para tener que postular necesariamente que Pablo y otros
judeocristianos creyeron en el sepulcro vacío. Según Fl 1,21, Pablo espera
estar junto a cristo inmediatamente después de la muerte… al margen del destino
de su cuerpo (Lc 23, 43). El judaísmo conocía la creencia de que los cuerpos de
los difuntos descansaban en el sepulcro hasta el último día, mientras sus
espíritus eran albergados ya en moradas celestiales ( Henet 22). Según Jub 23,
31, los muertos yacen bajo tierra mientras sus espíritus se alegran en dios. En
ambos casos se trata de una resurrección futura, no de una resurrcción ya
acontecida.
3 a
favor: La acusación de que los discípulos habrían sustraído el cadaver
de Jesús presupone la realidad de un sepulcro vacío. Lo discutido entre los
adeptos y los adversarios del mensaje sobre la resurrección no es el hecho del
sepulcro vacío, sino su interpretación.
En
contra: Lo que se presupone no es el hecho de un sepulcro vacío,
sino la afirmación de la existencia de ese hecho. Pero, aunque el EV Mt
presuponga el hecho de un sepulcro vacío – sólo en él figura la acusación de
robo del cadáver-, tal sepulcro no tendría por qué ser el de Jesús. En las
inmediaciones del Gólgota había muchos sepulcros (dato demostrable arqueológicamente).
Quizá no fueron ya utilizados después de haber servido el paraje como lugar de ejecución.
El relato del sepulcro vacío podría
haberse apoyado en la existencia de uno de aquellos sepulcros vacíos y
no utilizados… o incluso un sepulcro vacío allí presente pudo haber dado pie al
relato.
4 a favor: El
uso judío, bien atestiguado de venerar sepulcros de mártires y santos J
Jeremías) habría hecho florecer el culto en torno al sepulcro de Jesús, si se
conocía su sepulcro. Si el sepulcro estaba vacío y faltaba “el santo”, objeto
de veneración, se explica que no surgiera el uso.
En
contra: El lugar del milagro de la resurrección pudo haberse
convertido en lugar de culto. Esta hipótesis ha sido defendida por algunos: el
relato del sepulcro vacío dio origen a
una celebración anual junto al sepulcro de Jesús (L. Schenke cf supra 535). Al margen
de tal hipótesis, hay que afirmar que la costumbre del sepelio secundario de
los huesos tras la descomposición de la carne – costumbre que sólo existió en Jerusalén,
y sólo en la época del Nuevo testamento- mal podría dar origen al nacimiento de
un culto del sepulcro: ese “culto a las reliquias” no sólo se celebraría en
torno al sepulcro, sino en torno a la urna que guardaba los huesos.
5 a
favor: el EVaMc refiere que José de Arimatea dio sepultura al
cuerpo de Jesús. El hallazgo del cuerpo de un crucificado en Giv’ at ha- Mivtar
(al nordeste de la Jerusalén actual) indica la posibilidad de que el cadáver de
un ajusticiado fuese entregado a los familiares (u otras personas afines) para
que le dieran sepultura. Y si el sepulcro de Jesús era conocido, el mensaje de
pascua podría ser desmentido en Jerusalén, de no haber estado vacío el
sepulcro.
En
contra: los que
cuestionaban la tradición del sepulcro vacío tienden a cuestionar también el
relato del sepelio por José de Arimatea. Hech 13, 29 contiene una tradición
alternativa según la cual “los jerosolimitanos” (en plural) bajaron a Jesús
del madero y lo sepultaron. Según Jn 19, 31. Son “los judíos” los que piden
descolgar a tiempo a los crucificados ante el comienzo inminente del sábado.
Posiblemente Jesús fue sepultado en el anonimato junto con los dos delincuentes
crucificados, Nadie conoció su sepulcro exacto. El relato del sepelio habría
surgido, entonces, de la demanda de los primeros cristianos, que no soportaban la idea de que Jesús hubiera
quedado sin una sepultura digna. Quiza pudieron tenr conocimiento de un
sepulcro de José de Arimatea sin utilizar, cerca del lugar de la ejecución.
6 A
favor: la tradición del
sepulcro vacío es recogida en los diversos evangelios de modo tan
contradictorio que se trata sin duda de tradiciones independientes entre sí,
que se confirman recíprocamente: en Mc 16 el joven notifica que el cadáver
de Jesús no está en el sepulcro, y sólo después las mujeres ven que el sepulcro
está vacío. A diferencia de lo referido por Mt y Lc, ellas silencian el mensaje
angélico. Pero, según Lc 24 las mujeres buscan primero sin éxito el cadáver de Jesús
en el sepulcro, y sólo después dos varones les dan explicación del sepulcro
vacío: el mensaje de la resurrección. Como el Ev Mt, ellas transmiten este mensaje.
En
contra: Mc y Lc no
difieren lo bastante para suponer unas tradiciones independientes entre sí. En particular,
el silencio de las mujeres en Mc puede explicarse por razones apologéticas el
miedo les impide decir nada sobre el descubrimiento del sepulcro vacío; así
resulta plausible que durante mucho tiempo no se supiera nada del sepulcro
vació. La historia del sepulcro surgió, según eso secundariamente. Mt y Lc
rompen el silencio de las mujeres porque están ya familiarizados con la
tradición. La pregunta de la replica es: en una “invención” secundaria del
episodio del sepulcro, ¿ no se hubiera recurrido a varones con capacidad
testimonial para difundir el hecho del sepulcro vacío? ¿ no estaba disponible
en la tradición José de Arimatea.
7 A
favor: El material arqueológico del “sepulcro” existente en la
iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén armoniza de modo más aleatorio con el
material literario.
El
sepulcro descubierto bajo Constantino no puede ser una “invención”. Fue hallado
en medio de la ciudad bizantina, debajo de un templo de venus ligado a la
fundación de Aelia Capitolia el año 136 d. C.. Los
sepulcros estaban en la antigüedad fuera de la ciudad. Sin una tradición local
antigua sobre el sepulcro de Jesús,
nadie hubiera buscado su sepulcro en medio de la ciudad.
En la época de Jesús, es muy probable que su sepulcro
estuviera fuera de los muros de la ciudad. Fue Herodes agripa I quien hizo
levantar, entre los años 41 y 44 d.C una “tercera muralla”, de forma que el
Gólgota y el sepulcro quedaron incluidos dentro de las murallas. Por eso es
probable que ya en el siglo I hubiera una tradición local que situaba el
sepulcro en el lugar que hoy ocupa dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro.
El sepulcro de la Iglesia del Santo Sepulcro es “nuevo”. Faltan
los numerosos loculi adicionales que parten de la cámara principal. Se halla,
además, Cerca del Gólgota, en una cantera abandonada que pudo servir de huerto.
Todo esto se ajusta a Jn 19, 41. La tradición joánica propone un sepulcro al
estilo que podemos contemplar hoy.
En
contra: La coincidencia entre el material literario y arqueológico
puede tener otra explicación: a la existencia de un sepulcro sin uasar, situado
cerca del Gólgota, se agregó secundariamente el relato del hallazgo del
sepulcro vacío. Obviamente, este relato se atiene a las circunstancias locales
de modo no aleatorio
Fuente:
El Jesús Histórico. Gerd Theissen, ediciones Sigueme
Fuente:
El Jesús Histórico. Gerd Theissen, ediciones Sigueme
Gerd Theissen
Nace en 1943 en Alemania. Estudia germanística y teología
en Bonn, especializándose en Nuevo Testamento (1972). Profesor de Nuevo
Testamento en Copenhague (1978-1980) y desde 1980 en la Universidad de
Heidelberg. Pertenece a la Iglesia evangélica.
Entre sus obras traducidas al castellano podemos
destacar: Sociología del movimiento de Jesús, 1979; Estudios de
sociología del cristianismo primitivo, 1985; La puerta abierta,
1993; Colorido local y contexto histórico en los evangelios, 1997; El
Jesús histórico, 1999; y La religión de los primeros cristianos,
2002.
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