No son dos simples jóvenes fumando en una
bañera. Son dos autoridades públicas, el alcalde y el concejal de Cultura.
Por cierto, Tengo entendido que el concejal es profesor,
espero que sus materias no tengan nada que ver con temas relacionados con la
cultura, porque visto lo visto y dado su acervo cultural el nivel de esas
pobres criaturas rayaría en el ridículo. Pobres padres y pobres hijos
si la cultura que tienen que aprender viene dada por lo que él aprende dentro
de la bañera.
“No basta vestirse de Hermès para ejercer la política con
aseo, pero tampoco es suficiente renunciar a la corbata y colgarse una mochila
para convertirla en cercana y honesta”. Con estas palabras respondía Rubén Amón
en El País a los que, desde el show de la investidura, llevan queriendo asociar
el traje y la corbata a la corrupción y a una casta de políticos y empresarios
desalmados, y las camisetas, el pelo largo y las bambas a valores como la
honradez y la rectitud moral.
Hay presencias que nos marcan, que nos
invitan a mejorar. Éste no es el caso de la imagen del alcalde y el concejal de
cultura de Ferrol.
Un funcionario público como cualquier otro profesional se
debe a quien le paga. En el caso particular de los cargos electos trabajan para
la sociedad que les otorga su confianza en las urnas, luego su presencia nos
afecta a todos y no solo a ellos a nivel particular. Motivo por el cual
deberían cuidar con esmero la imagen que proyectan.
“El ojo que tú ves no es ojo porque tú te veas, es ojo
porque él te ve” Antonio Machado fue el autor de esta frase que hoy sirve de
ejemplo para comprobar como la imagen es el principal poder para darse a
conocer ante los demás. En pleno siglo XXI y con el auge imparable de las redes
sociales, la política ha tenido que reinventarse y, hoy en día, cualquier
mínimo detalle es importante y, por ello, la imagen juega un papel relevante en
los tiempos que corren.
El estilo es decisivo. Lo que transmites con él tiene que
resultar autentico, más si cabe en un cargo como el de estos dos señores. Detrás
de cada estética hay una ética. No se trata de hacer que los políticos
sean todo un icono en el mundo de la moda, sino que sean respetuosos y
cuidadosos con la imagen que vayan a proyectar en la sociedad porque, al final,
más de la mitad del discurso que quieran transmitir será vendido gracias a la
comunicación no verbal que desprendan y, en ella, uno de sus pilares fuertes,
sin duda, es la imagen.
¡Qué país, qué paisaje, qué paisanaje decía
Unamuno, pues eso, qué país, qué paisaje, qué paisanaje…! ¿Y nadie se ofenda,
porque a nadie se desea, ni se quiere, ni se necesita se sienta ofendido!
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