En respuesta a su artículo publicado en La Voz de Galicia.
Cuando los militantes políticos se hacen la guerra entre
ellos no hay testimonio. Todo lo que sea hacer comentarios en público sobre los
problemas del partido sólo genera incertidumbre.
Visto lo visto muchos ciudadanos a la hora de votar
dirán: Que se pongan de acuerdo y luego veremos… es casi habitual que
en todos los partidos políticos haya
egoísmo, celos, envidias, divisiones, y esto lleva a hablar mal unos de
otros. Estas personas se llaman
‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen. Y allí las divisiones empiezan
con la lengua. Por envidia, celos y también cerrazón. Hablar mal es así:
manchar al otro. ¡El que habla mal, ensucia! ¡Destruye! Destruye la fama,
destruye la vida y muchas veces – ¡muchas veces!- sin motivo, contra la verdad. San Felipe
Neri a una mujer que había hablado mal,
como penitencia, le dice que desplume una gallina, que esparza las plumas por
el barrio y que luego vaya a recogerlas. “¡No es posible!” – exclama la mujer-.
Así es hablar mal públicamente de los que deberían ser compañeros de
partido. Y no hace falta ir al psicólogo para saber que cuando uno denigra al
otro es porque él mismo no puede crecer y necesita humillar al otro para
sentirse alguien.
Recordemos las Palabras de nuestro fundador: “Sois socialistas no para amar en silencio
vuestras ideas, ni para recrearos con su grandeza y con espíritu de justicia
que les anima, sino para difundirlas, para llevarlas a todas partes, para hacer
que penetren en los cerebros de los muchos asalariados que todavía no las
profesan”. Y sobre la propaganda del partido Continua diciendo: “El progreso de las ideas depende mucho de
las condiciones sociales, pero también de saber propagarlas y de la forma en
que la propaganda se haga”
"Los trapos sucios se lavan en casa" era una
consigna de nuestros abuelos que no pocos siguen considerando un principio
indiscutible. Pero los tiempos han cambiado: el acceso irrestricto a la opinión
pública que una inmensa mayoría tiene ahora gracias a la tecnología deja un
poco en ridículo esa pretensión ancestral. Vivimos sumergidos en un ámbito
público que tiene las características propias de un reality show. Si como usted
afirma se ha hecho trampa en la asamblea, hay unas palabras de Jesús en los
Evangelios que pueden servir hasta para quienes no tienen fe: "No hay nada
oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y
salga a la luz". Si atendemos a esta sabiduría, ¿seremos capaces de pensar
que los trapos sucios solo se lavan en casa? Máxime si tenemos en cuenta que
cualquier organización tiene una responsabilidad por el comportamiento público
de sus integrantes porque su conducta construye o deteriora el ámbito social en
el que participan.
José Carlos Enríquez Díaz
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