Parece que hay un tipo de feminismo que se ha convertido
en puro fascismo, un movimiento intolerante y excluyente, que pisotea sin
piedad los derechos de quienes no se venden a sus ideales de dominación.
Esta doctrina está ya en el poder, generando en todos los países instituciones y leyes discriminatorias, y absorbiendo subvenciones con el único objetivo de discriminar cada vez más a la población masculina. Algunas fuerzas políticas también juegan con esto con el fin de manejar importantes subvenciones.
Esta doctrina está ya en el poder, generando en todos los países instituciones y leyes discriminatorias, y absorbiendo subvenciones con el único objetivo de discriminar cada vez más a la población masculina. Algunas fuerzas políticas también juegan con esto con el fin de manejar importantes subvenciones.
Parece que hoy en día la ortodoxia en este país la
representa el pensamiento feminista más radical, que en menos de una década se
ha incrustado en el poder y ha logrado que se denuncie por maltrato a más de un
millón de varones, muertos civilmente, despojados de sus hogares, de sus hijos
y de sus medios de vida, marginados por el Estado y señalados como apestados
que hay que expulsar de la familia. Cada día para ellos es un infierno y se
les va quitando el sentido de vivir. Saben muy bien que sus hijos nunca
pensarían ni dirían lo que les dicen sin la influencia de sus madres, pero no
pueden hacer nada. Muchas veces sin casi poder levantarse por la mañana,
quedándose casi sin lágrimas, luchan diariamente para seguir, por si acaso Dios
obra un milagro y cambia su historia.
Un puñado de ellos, quizás varios miles, tal vez más de los deseados, son merecedores
de su condena, pero la inmensa mayoría sólo son víctimas inocentes de las
mentiras y de las falsedades de un sistema legal que permite de la forma más
sencilla expulsarlos sin más de la sociedad. Lo más penoso es que las
consecuencias de esto no las pagan solo los desgraciados varones, sino los
cientos de miles de hijos e hijas que se ven privados repentinamente de la
presencia de sus padres y los cientos de miles de abuelos y abuelas que se ven
privados en muchas ocasiones del cariño de sus nietos.
La responsabilidad padre-madre es de cajón. El derecho de
parir no es derecho de exclusividad con lo parido. El derecho de engendrar en
una hembra (mujer, esposa, amante) no es derecho tampoco de exclusividad. Por
encima del mío-tuyo está el hijo, la persona humana, el valor que nadie pone,
sino Dios mismo que nos lo confía. Así lo veo yo.
La definición del síndrome de alienación parental
es la proporcionada por el Dr. Lowenstein que la define como la acción
consciente de uno de los padres en contra del otro para que pierda el afecto,
el amor, el respeto y la consideración de sus hijos. La Alienación Parental se
refiere a las acciones que un progenitor lleva a cabo sobre sus hijos, como la
crítica, la denigración y el ataque al otro progenitor con el posible resultado
de desarrollar posteriormente el Síndrome de Alienación Parental en los hijos. Por
esta razón al progenitor alejado se le denomina también “progenitor objetivo”
haciendo que todos estos comportamientos parezcan que han surgido por la
animadversión de los hijos.
Para muchos de estos padres que pueden estar
sufriendo esta alienación, el camino es tenebroso, triste y la esperanza de
volver a recuperar el cariño de sus hijos poco a poco se va perdiendo y se va
transformando en dolor al pensar que los han perdido para siempre. El hombre maltratado
también existe. No es un concepto nuevo,
ni una nueva expresión, ni un símbolo, ni un ejemplo. El maltrato a los
hombres es una realidad, igual de feroz que el maltrato a las mujeres. No
hay diferencia.
Pero la presión social a la que están sometidos en muchas
ocasiones los jueces es tan grande que la inocencia absoluta no asegura a los
hombres la libre absolución en un caso en que no hay pruebas contra él, como
debería obligar la presunción de inocencia que existe desde el Derecho Romano
(“in dubio pro reo”) y que aparece en el artículo 24.2 de nuestra Constitución.
De tal modo que una mujer puede maltratar al hombre con absoluta impunidad,
amparada en el sistema judicial.
Queda pendiente por tanto, la elaboración de unas leyes y
la aplicación de las mismas de manera que sean más justas y equitativas en la
problemática que se produce entre hombres y mujeres de manera que no
perjudiquen a los hijos y que intentando dar a la mujer lo que históricamente
se le ha negado no dejen al hombre en una indefensión absoluta y total.
José Carlos Enríquez Díaz
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