Desobedeceremos las leyes que nos parezcan injustas", afirma Ada Colau (Barcelona, 1974) en una entrevista publicada este domingo por el diario El País. Colau, que va camino de convertirse en alcaldesa de Barcelona tras su victoria sobre el nacionalista Xavier Trias en las elecciones del 24 de mayo, habla, entre otras cosas, del programa de su partido, Barcelona en Comú (que agrupa a Iniciativa, Esquerra Unida y Podemos entre otros), y de cómo deberá amoldarse a los requisitos de un pacto con ERC y PSC.
Queremos que se abran negocios pero que repartan riqueza y que paguen salarios dignos, y tengan horarios razonables que permitan la conciliación. Una de las medidas que impulsaremos es el sello de calidad contractual. El Ayuntamiento debe utilizar su potencia económica para impulsar buenas prácticas y pidiendo ejemplaridad a las empresas que trabajen con él.
Queremos que se abran negocios pero que repartan riqueza y que paguen salarios dignos, y tengan horarios razonables que permitan la conciliación. Una de las medidas que impulsaremos es el sello de calidad contractual. El Ayuntamiento debe utilizar su potencia económica para impulsar buenas prácticas y pidiendo ejemplaridad a las empresas que trabajen con él.
Tiene razón Ana Colau:
Los cristianos, arropados por los valores del Reino, deberíamos estar en la vanguardia aproximando el reino de Dios allí donde hay víctimas de los corruptos, de las estructuras económicas y políticas injustas.
Algunas de las persecuciones clásicas contra los cristianos en el siglo III se debieron al hecho de que ellos, siendo “pobres” (su iglesia como tal no tenía nada), habían creado un tipo de “instituciones” sociales al servicio de los más pobres. Muchos delegados del imperio, que no podían cobrar la impuestos (pues no habían de donde) quisieron saquear los bienes de los cristianos (que eran los bienes que provenían de la solidaridad de los fieles y que se ponían al servicio de los necesitados). Esta solidaridad económica y social, esta ayuda a los pobres, fue la que hizo que gran parte del imperio viera en los cristianos un tipo de vida ejemplar y envidiable. En esa línea, la iglesia podía presentarse como casa para muchos que no tenían casa.
La realidad en la que se desenvuelven muchas familias es sumamente dura. Si nos fijamos en España y analizamos un poco la situación, vemos que es sumamente difícil. El desempleo se ceba en más de una cuarta parte de la población activa, niños a los que sus padres no pueden alimentar cayendo así en las oscuras sendas de las nuevas pobrezas, dificultades para muchos niños de acceder a los comedores escolares, a las becas para libros de texto. Muchos abuelos jubilados tienen que mantener a familias enteras con sus flacas pensiones que ya no se revalorizarán con el IPC, centros de ayuda social colapsados por la cantidad de familias en situación de dificultad social o en pobreza severa, pérdida de derechos sociales y laborales que quizás ya no se conseguirán nunca, desahucios, los copagos sanitarios que afectan a los más débiles, recortes en sanidad y en educación... La realidad social en que estamos inmersos en nuestro aquí y nuestro ahora es dura. No podemos mirar para otro lado dando la espalda al grito de los más afectados y de los que más sufren.
Hay que seguir los pasos del Maestro que anduvo por la tierra haciendo bienes. Si tuviéramos una balanza en la que pudiéramos colocar en uno de sus platillos el peso de las enseñanzas y las palabras de Jesús y, en el otro platillo, poner la preocupación de Jesús por los pobres y, en su caso, los ricos que sólo se salvarán si se arrepienten y comparten como Zaqueo, si en ese otro platillo ponemos las acciones de Jesús, sus curaciones, la dignificación de los proscritos, de la mujer y de los niños. Si colocamos en este brazo de la balanza su preocupación por los que pasan hambre, la multiplicación de los panes y los peces, etc., veremos que hay un equilibrio que nos dice que la palabrería sin acciones comprometidas es mentira, que el darnos golpes de pecho en el templo sin haber contestado la pregunta “¿dónde está tu hermano?” y sin habernos reconciliado con él, es un engaño.
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