ABBÁ-IMMÁ
HISTORIA DE Dios en la Biblia
Xabier
Pikaza
P P C
Entre muchas otras cosas Xabier nos habla en su libro
sobre la muerte de Jesús y su crucifixión. El libro de Xabier nos viene muy
bien para meditar en esta semana santa y para poder orar con él.
Nos habla también del perdón de Dios. Dios nos perdona,
pero al mismo tiempo, su perdón supone que también nosotros perdonemos nuestras
deudas como hermanos. La oración supone que tenemos deudas con Dios y con otros
hermanos.
Perdonar no es un acto de una
sola vez, sino un estilo de vida, cuyo propósito es el de adentrarnos en cada
bendición en Cristo. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los
que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y
os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos,”
(Mateo 5:44-45).
Pienso en el terrible dolor causado por el divorcio y el
resentimiento que le sigue. Muchos que han atravesado por un divorcio dicen que
es peor que una muerte, porque a menudo torna amantes y amigos en amargos
enemigos.
Jesús nunca dijo que el trabajo de perdonar sería fácil.
Cuando ordenó, “Ama a tus enemigos, “ la palabra griega para “amar” no
significa “afecto” sino “entendimiento moral.” Simplemente, perdonando a
alguien no es asunto de revolver afecto humano, sino hacer una decisión moral
para quitar el odio de nuestros corazones.
“pero una cosa
hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante” (Fil:3.13).
Encarnar el futuro con esperanza es bordar
el horizonte con hilos de oro del Sol naciente.
Me extiendo con mi cuerpo y mi mente en tensión, cara al futuro, sea corto
o largo. En el pensamiento de Pablo está olvidar el pasado y ocupar el tiempo
futuro para el bien. Cada momento que pasa es una migaja que cae de la mesa de
la vida y que jamás volverá. Quien usa el tiempo de la vida para crecer en el
amor no tiene tiempo para odiar. Quien se dedica con laboriosidad al futuro
non tiene tempo para lamentar el mal que se encuentra a su alrededor. El mundo
es una escuela y en la vida las pruebas
surgen como provocación.
Xabier Pikaza nos dice en su libro que la
revelación de Jesús con el Padre no ha sido objeto de una teoría, sino una
experiencia de vida. En la oración en el monte de los Olivos Jesús pide al
Padre que si es posible aparte de Él el cáliz que ha de beber. Jesús se
reconoce pequeño y angustiado ante el Padre. No se ha mentido confesando su
angustia, pero no se ha vuelto atrás, sino que ha puesto su vida y proyecto en
manos del Padre: “ pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”
Es posible que a nosotros no se nos aparte el cáliz y nos
veamos obligados a beberlo, pero tendremos en virtud de nuestra oración, la
fuerza necesaria para beberlo sin desfallecer. La oración no vuelve del cielo
nunca vacía. Podrá ser que no cambie el curso de los acontecimientos pero nos
cambia a nosotros, y eso es lo que más interesa.
El asombroso acontecimiento en el Monte de los Olivos
brinda muchas enseñanzas. A caso nos esperen muchas desgracias y pruebas. No
hay vida humana sin sufrimientos. Pero, aún que tengamos que derramar gotas de
sangre recitemos la oración “Padre, no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú
quieres” (Mt 26,39).
¡Que magnífico ejemplo de cumplimiento fiel de la misión,
plenamente reconocida, nos da Cristo en el Monte de los Olivos, cuando suda
gotas de sangre. Perseverar en el cumplimiento del deber, permanecer fiel a los
principios, ofrecer a pecho descubierto a las desgracias: todo eso nos enseña
el ejemplo del Señor.
Si a Jesús le fue necesaria la Cruz para entrar en la
gloria, también a nosotros. Para aprovecharnos de ella, deberemos, en primer
lugar, recurrir a la oración. Retirémonos, busquemos la soledad, en ella oremos
con reverencia. Suframos con paciencia: Imitemos a Cristo: ¡Con qué dulzura
recibe a Judas, que lo iba entregar! Se dejo besar. Ante Pilato Jesús callaba
(Mt 26,63) le escupieron, lo coronaron de espinas, desgarraron sus carnes, y el
manso como un cordero.
Gracias Xabier, porque como dice Antonio Aradillas Tu
nuevo libro ilustra y reconforta a cualquiera. "Entre los signos de Dios
en el mundo y en la historia, destacan los de padre y madre, de quienes el
hombre recibe no solo la vida, sino palabra, amor y tarea”
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