Según información en el diario Faro de Vigo el obispado
de Santiago posee 59 viviendas en las comarcas y el de Lugo, 32.
Más del 60% de las casas rectorales de los nueve
municipios de la zona están cerradas y entorno a un 20% se encuentran
totalmente inservibles, en total estado de ruina. De las 91 viviendas
pastorales de la zona, 32 se ubican en territorio dezano, según datos del
obispado lucense. De ellas solo un 40% están siendo utilizadas, bien por los
sacerdotes, como residencia oficial, bien para la realización de actividades
pastorales, como charlas, sesiones de catequesis y demás actos promovidos por
la Iglesia. El delegado diocesano de Patrimonio de Bienes Inmuebles, Miguel
Gómez Vázquez, admite que "algunas se utilizan únicamente los fines de
semana o exclusivamente como lugares en los que desarrollar las actividades
pastorales". El resto de las viviendas llevan años cerradas a cal y canto,
en algunos casos incluso suman décadas inhabitadas. De entre estas, "entre
un 8 y un 10% están en estado ruinoso.
Creo que sería bueno poner a disposición de las familias
sin recursos que se hayan quedado sin techo o hayan sido desahuciados de sus
viviendas las casas rectorales que no están siendo utilizadas en la actualidad.
Las víctimas de la “crisis” no pueden esperar a que sus
eminencias organicen “colectas” entre los fieles para repartirlas
beatíficamente.
Por ahora, la Iglesia Católica prefiere, a un esfuerzo de
justicia social, seguir presionando al Parlamento Español para que le mantenga
los privilegios (que no favorecen en nada al pueblo) y seguir optando por
alargar la mano a la Administración en demanda de subvenciones (provinentes de
los impuestos de todos los españoles, sean católicos o no) a fin de evitar que
el tiempo, las termitas, y el moho hagan de las suyas.
Miles de rectorales o casas de sacerdotes (especialmente
en el ámbito rural), deshabitadas. Algunas, con pequeños arreglos, podrían
acoger a los desahuciados. Muchas cuenta con huertas, que podrían ayudar a su
subsistencia.
La Iglesia saldría ganando en reconocimiento
y credibilidad social. Demostraría con gestos y hechos concretos
sus profundas entrañas de misericordia. Porque la gente ya no cree en palabras.
Sólo se fía de los hechos.
(Lc. 12.19-20) “No os hagáis tesoros en la
tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan”.
Consejo evangélico preceptivo para todo creyente en Cristo ¡cuanto más para quienes se erigen en “pastores” y pretenden darnos consejos y ejemplo¡
Consejo evangélico preceptivo para todo creyente en Cristo ¡cuanto más para quienes se erigen en “pastores” y pretenden darnos consejos y ejemplo¡
Nuestro problema económico no se va a resolver con meras
formulas matemáticas, ni su solución se reduce a un manejo técnico burocrático
de las variables económicas, es ante todo un problema moral de falta de amor,
de compartir hasta lo que nos es necesario aunque nos duela.
Señores obispos, necesitamos un gesto que refleje
claramente que no viven ustedes ajenos a esta tremenda crisis que tanto hace
llorar y sufrir. Un gesto que demuestre a las claras que, además de Caritas y
de todo el aparato socio-caritativo, la jerarquía quiere que la Iglesia siga
siendo la punta de lanza en la lucha para paliar los dramáticos efectos de la
crisis.
Ya llegamos tarde, como siempre, al tema de los
desahucios. Un tema en el que el cardenal Rouco cambió radicalmente de idea:
Primero mandó expulsar a los desahuciados encerrados en La Almudena, para
terminar pidiendo públicamente una solución "justa, equitativa y
solidaria" a su drama.
La iglesia católica puede hacerlo. Tenemos una inmensa
red de locales e instituciones repartidas por toda la geografía nacional.
Tenemos recursos disponibles y voluntarios (millones de voluntarios) dispuestos
a hacerse cargo de ellos. Lancen una cruzada solidaria. Salgamos a las calles a
invitar a las bodas. Carguemos con los desheredados, como el buen samaritano. En
eso, sólo en eso, nos reconocerán como discípulos de Cristo. Y si no damos
trigo en las duras, no esperemos que nos escuchen predicar en las maduras. Ésta
es la nueva evangelización que se está esperando en la calle como agua de mayo.
... y aunque los jerarcas te hicieran caso, ni siquiera podríamos hablar de misericordia. Dar de lo que sobra es simple cuestón de justicia.
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