LA RELIGION: ¿OPIO DEL PUEBLO?
¿De dónde proviene la afirmación de que marxismo y cristianismo son antagónicos?
Para la derecha y para la Iglesia, lo son. Pero el socialismo no empieza con Marx, tiene una historia de siglos y en el cristianismo hay raíces socialistas. De hecho, encontramos proyectos de sociedades socialistas 1.200 años antes de Cristo. Lo que conocemos con el nombre de Doce Tribus, era un proyecto de sociedad antimonárquica, los bienes se compartían, era una sociedad que podemos denominar socialista. El origen del pueblo hebreo está en los pactos intertribales y en un pacto central. Uno de los grupos es el que escapa de Egipto, el de Moisés; después hay otros grupos, que se habían sublevado contra las monarquías reinantes. Todos habían sido oprimidos. Del grupo que viene de Egipto surge la propuesta de un pacto central para construir un nuevo tipo de sociedad. En ese nuevo tipo de sociedad se reflexiona que no puede ser monárquica, porque si Dios los había liberado de la monarquía, no podía querer otra sociedad monárquica sino una liberada. Entonces surge el pacto central, pactan todos los grupos que se constituyen ahora como tribus, entre sí y con Dios.
En ese pacto no se reconocen tributos, no se reconoce el ejército ni la monarquía, tampoco las deudas; es un tipo de sociedad socialista. Ese es el modelo de sociedad liberada que tenían en mente los profetas y es el modelo de sociedad que tiene en cuenta Jesús, por eso enfrenta a los sacerdotes, los escribas y al Imperio Romano. Dios está en el pueblo, Dios quiere la liberación.
De manera que cuando uno recupera desde el cristianismo estas raíces, naturalmente se encuentra con el marxismo. Pero no con un marxismo burocratizado, o dogmático, sino con un marxismo que enseña a hacer los análisis de clase, y por lo tanto, a saber desde dónde estamos actuando.
¿Y la frase de Marx de que la religión es el opio del pueblo?
Esa frase no hay que descontextualizarla: pertenece al trabajo de Marx Introducción a la crítica de la filosofía del derecho. Se publicó en los Anales Francoalemanes, que por lo demás fue el único número de ese periódico. Es un trabajo brillante. En lo literario, es uno de los trabajos más brillantes de Marx, tiene metáforas realmente impactantes. Marx considera en ese escrito que la religión es el mundo al revés, porque pone la realidad material como producto de Dios y de la religión; entonces sostiene que esa concepción es el opio del pueblo. En ese sentido tiene razón. No obstante, en el mismo trabajo Marx señala que la religión pone de manifiesto la opresión, porque es clamor del oprimido.
¿De dónde proviene la afirmación de que marxismo y cristianismo son antagónicos?
Para la derecha y para la Iglesia, lo son. Pero el socialismo no empieza con Marx, tiene una historia de siglos y en el cristianismo hay raíces socialistas. De hecho, encontramos proyectos de sociedades socialistas 1.200 años antes de Cristo. Lo que conocemos con el nombre de Doce Tribus, era un proyecto de sociedad antimonárquica, los bienes se compartían, era una sociedad que podemos denominar socialista. El origen del pueblo hebreo está en los pactos intertribales y en un pacto central. Uno de los grupos es el que escapa de Egipto, el de Moisés; después hay otros grupos, que se habían sublevado contra las monarquías reinantes. Todos habían sido oprimidos. Del grupo que viene de Egipto surge la propuesta de un pacto central para construir un nuevo tipo de sociedad. En ese nuevo tipo de sociedad se reflexiona que no puede ser monárquica, porque si Dios los había liberado de la monarquía, no podía querer otra sociedad monárquica sino una liberada. Entonces surge el pacto central, pactan todos los grupos que se constituyen ahora como tribus, entre sí y con Dios.
En ese pacto no se reconocen tributos, no se reconoce el ejército ni la monarquía, tampoco las deudas; es un tipo de sociedad socialista. Ese es el modelo de sociedad liberada que tenían en mente los profetas y es el modelo de sociedad que tiene en cuenta Jesús, por eso enfrenta a los sacerdotes, los escribas y al Imperio Romano. Dios está en el pueblo, Dios quiere la liberación.
De manera que cuando uno recupera desde el cristianismo estas raíces, naturalmente se encuentra con el marxismo. Pero no con un marxismo burocratizado, o dogmático, sino con un marxismo que enseña a hacer los análisis de clase, y por lo tanto, a saber desde dónde estamos actuando.
¿Y la frase de Marx de que la religión es el opio del pueblo?
Esa frase no hay que descontextualizarla: pertenece al trabajo de Marx Introducción a la crítica de la filosofía del derecho. Se publicó en los Anales Francoalemanes, que por lo demás fue el único número de ese periódico. Es un trabajo brillante. En lo literario, es uno de los trabajos más brillantes de Marx, tiene metáforas realmente impactantes. Marx considera en ese escrito que la religión es el mundo al revés, porque pone la realidad material como producto de Dios y de la religión; entonces sostiene que esa concepción es el opio del pueblo. En ese sentido tiene razón. No obstante, en el mismo trabajo Marx señala que la religión pone de manifiesto la opresión, porque es clamor del oprimido.
Ahora bien, a Marx hay que interpretarlo por su trabajo filosófico de fondo, como la epistemología de Las tesis sobre Feuerbach por ejemplo, o La ideología alemana, o Los Grundrisse que contienen los fundamentos de El Capital. En esos trabajos de ninguna manera se expresa que la religión sea el opio del pueblo, o ese no es un tema central de Marx. En todo caso es en el fetichismo cuando interpreta que la religión es el opio del pueblo. Está indicando que el fetichismo religioso es el opio del pueblo. En los análisis que hacemos los cristianos comprometidos con las luchas del pueblo y que trabajamos con el marxismo, entendemos que este fetichismo que Marx analiza y denuncia, es el que también denunciaron los profetas cuando denunciaron a los que se arrodillaban para adorar una estatua. Ellos dicen lo mismo que Marx analiza en el fetichismo de las mercancías. Entonces, en la medida en que muera el dios-fetiche, se recuperará realmente el dios-vida, que es la vida del ser humano, que no termina en la materialidad, sino que trasciende.
El sentido de trascendencia es fundamental en el marxismo y en el ser humano. No queremos el socialismo simplemente para que la gente pueda comer y hartarse. Queremos un socialismo para que el ser humano se realice en todas las facetas de su vida, para que sea libre.
MATERIALISTA O IDEALISTA
También se dice que la religión es puramente idealista y que hay que basarse en el materialismo para enfrentar los problemas científicamente. ¿Qué opina?
La religión es una expresión cultural. De hecho es una creación, pero forma parte de las identidades populares. En este sentido la experiencia cubana debe servir mucho; yo creo que los cubanos están de vuelta en cuanto a esto. Aquello de que para ser revolucionario hay que ser ateo, ha terminado y si no ha terminado, tiene que terminar. De lo que se trata es de dar instrumentos (y esto sí para mí es una preocupación central) a los cristianos para que su religión no sea un obstáculo para la lucha revolucionaria. Esa debe ser la tarea principal. No se logra tratando que los creyentes se vuelvan ateos, sino haciendo que sus creencias sean un momento fundamental de su realización como sujeto, lo cual no es asunto individual, tiene que ser la realización de la sociedad.
Carlos Palacios, Teólogo
En el Evangelio, Jesús acoge a descreídos, prostitutas y
pecadores, pero clama “¡Ay de vosotros los ricos!” (Lucas, 6, 24).
Anuncia que el Reino de Dios está cerca, pero advierte que “Es más
fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en
el reino de Dios”. (Marcos, 10,25). Señala una alternativa radical: “Nadie
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se
apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”
(Mateo, 6,24). Parece increíble que manteniendo estos principios se pudiera
tomar una postura como la que ha mantenido la jerarquía, y todavía mantiene la
parte más conservadora de la Iglesia, pero así ha sido.
Por su parte el socialismo trata de llegar a un mundo
justo, donde los seres humanos nos desarrollemos plenamente y vivamos
libre y fraternalmente. Pero lo hace partiendo de unas filosofías radicalmente
ateas, lo mismo en su versión marxista que anarquista. Se basa en un
materialismo total, con lo que olvida algo tan fundamental como el
elemento espiritual del ser humano. No tiene un fundamento último en el que
apoyar su ética y su moral. De la religión ve solamente una jerarquía defensora
de un orden social totalmente injusto, no atiende a que todo el Evangelio
empuja a vivir de una manera muy distinta, con unos valores muy cercanos al
ideal socialista. Incluso en los Hechos de los Apóstoles, que narra la vida de
los primeros discípulos de Jesús, se llega a decir que: “Ninguno decía ser
suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” (Hechos,
4,32).
Cuando los dos colectivos podían coincidir en un
horizonte de justicia y solidaridad, se han enfrentado en una lucha abierta en
que las dos partes han resultado perdedoras. Con ello se ha acabado
favoreciendo a la religión del dinero, y permitiendo que sea esta la que hoy
domine en el mundo. ¿No podemos pensar en una nueva utopía en que socialistas y
cristianos se unan y se potencien en una lucha por los seres humanos contra la
tiranía del capital?
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