“La primera obligación del periodismo es con la verdad”: este, ni más ni menos, es el primero de los “elementos del periodismo” enumerados por Bill Kovach y Tom Rosenstiel. “No puede haber una ley superior en el periodismo que decir la verdad y afear el mal”, escribe Walter Lippmann.
Gabriel
García Márquez, en su discurso El mejor oficio del mundo, mencionó: “ya no se
forman, sólo se informan.” Bien sabemos que la censura, y en lo contemporáneo,
la autocensura de los medios de comunicación ha sido parte de éstos; sin
embargo, anteriormente no se vivía con el miedo a perder la vida, la familia o
la reputación en caso de que el periodista dijera algo de más o de menos. No
podemos desconocer el asunto de que muchos están vendiendo su ética y dignidad
por un par de monedas. Los valores y principios se han dejado para luego, cosa
que afecta e influye en la práctica del buen periodismo. Algunos periodistas
actuales son "timoratos" porque
no "arriesgan por la verdad" como los profesionales de pasadas
décadas. Son periodistas que no se interesan por la valentía, por sacar las
cosas. El único medio que el mundo
actual posee para mantener a los poderosos a raya, para conservarlos en los
márgenes de ese saludable miedo, es una prensa libre, lúcida, culta, eficaz,
independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la decencia,
son imposibles.
Quien aspire
a ser periodista, lo mismo que quien aspira a ser soldado o bombero, debe saber
que el riesgo es un factor que estará presente en su ejercicio profesional.
¡La amenaza
pone a prueba la consistencia profesional del periodista y su nivel ético!
Cuando el
periodista se atrinchera, disminuyen su
credibilidad y sus posibilidades de influencia. El buen periodista no debe
venderse a nadie, ni a patrocinadores, ni a jefes, ni a políticos, ni siquiera
a su medio. Debe ser leal únicamente al público, pero especialmente leal a la
búsqueda incansable de la verdad.
“La misión
del periodista en cualquier sociedad democrática es decir la verdad y
avergonzar al diablo, como sugería Walter Lipmann, es ser odiado por todos los
bandos, sentarse frente a la pantalla, ante la computadora o la cámara y no ser
amigo de nadie”, declaró la politóloga Denise Dresser, al conducir la entrega
del Premio Nacional de Periodismo 2014.
El obispo
Mártir y Santo Monseñor Romero, lamentaba que los medios de comunicación
ocultaran la realidad y se pusieran al servicio del dinero y de los intereses
de quienes tenían el poder del dinero. “Es lástima –dijo– tener unos medios de
comunicación tan vendidos a las condiciones. Es lástima no poder confiar en la
noticia del periódico o de la televisión o de la radio porque todo está
comprado, está amañado y no se dice la verdad” (Homilía, 2 de abril de 1978)
“No le tengamos miedo a quedarnos solos si es en honor a la verdad. Tengamos
miedo de ser demagogos y andar ambicionando las falsas adulaciones del pueblo.
Si no le decimos la verdad, estamos cometiendo el peor de los pecados:
traicionando la verdad y traicionando al pueblo “Añadía.
Ignacio
Ellacuría fue mucho más allá, y consideró que la labor de la palabra no es sólo
potestad del periodista. Es potestad del pueblo, y así lo inmortalizó con estas
palabras: “Que el pueblo haga oír su voz, que el pueblo reflexione… sobre la
situación del país, que exija ser bien informado. Que haga sentir cómo se
necesita cuanto antes un desarrollo económico profundo del país, cómo se
necesita que se resuelva su problema de injusticia”.
El buen
periodismo trata de llegar a la verdad o, al menos, a una parte importante de
ella. Busca todas las fuentes posibles, incluidas las que son difíciles o
peligrosas de alcanzar. Comprueba los hechos y hace juicios explícitos acerca
de la calidad de las pruebas. Una de sus formas más puras es la del testigo
presencial de acontecimientos importantes. Después, el buen periodismo trata de
contar la historia, de describir, mostrar, explicar y analizar, tan clara y
vívidamente como sea posible, haciendo que la materia sea accesible a públicos
que de otra forma no la conocerían.
En el
Mensaje para la 55ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa
Francisco propone una comunicación basada en el encuentro directo con las
realidades, las personas, las experiencias. El riesgo de los "periódicos
fotocopia" y de la información "de palacio" pre-confeccionada.
El papa
Francisco pone el dedo en la llaga cuando se refiere a la “elocuencia vacía que
abunda en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública, tanto en el
comercio como en la política". Y cita a Shakespeare, en "El Mercader
de Venecia": «Sabe hablar sin cesar y no decir nada. Sus razones son dos
granos de trigo en dos fanegas de paja. Se debe buscar todo el día para
encontrarlos y cuando se encuentran, no valen la pena de la búsqueda»”.
Mi
admiración a los buenos periodistas y las buenas periodistas, guardianes ambos
de nuestras libertades.
Mis felicitaciones José Carlos un buen artículo pero desgraciadamente es la pura realidad hoy nos desinforman. Gracias
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