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viernes, 4 de mayo de 2012

Bendecir a los demás

.Dios dijo a Abraham: "En bendición te bendeciré... en tu simiente todas las naciones de la tierra serán bendecidas" (Génesis 22:17-18). Él estaba diciendo: "La razón por la que te bendigo, Abraham, es para que puedas bendecir a todas las naciones".

Obviamente, muy pocos de nosotros estamos llamados a bendecir a las naciones enteras, pero cada uno de nosotros tiene un círculo de familiares, amigos y colegas. ¿Cuántos en su círculo están siendo bendecidos por lo que el Señor está haciendo en usted? ¿Son sus amigos y familiares bendecidos porCristo en Usted?

Cuando empieza a  bendecir a otros en medio de sus pruebas sabrá que la bendición de la mano de Dios esta sobre Usted. Esto es lo que pasó con David, cuando sus enemigos no le mostraron misericordia, él declaró: " No importa que me maldigan, ¡bendíceme tú! Podrán atacarme, pero quedarán avergonzados,mientras que este siervo tuyo se regocijará " (Salmo 109:28). David clamó a Dios para pedir ayuda y bendición, ya que sus enemigos le maldecían.

Jesús nos ordena: "Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44). Si Usted puede mantener esta palabra, seguramente es un bendecido del Señor.

Por último, los que son bendecidos están siendo dirigidos cada vez más cerca del Señor. Dios no bendice sin llamar a esa persona más cerca de sí mismo, instando: "acércate más a mí". La mayor cercanía a Él es más de la
bendición.

Tal vez Usted todavía dice: "No veo en mi vida ninguna evidencia de la bendición de Dios. Mi vida no está  marcada por estas cosas que Usted menciona. ¿Cómo puedo tener la bendición de Dios?"

Amado, ¡alégrese! ¿Ama Usted la Palabra de Dios? ¿Le encanta ir a Su casa con otros creyentes? ¿Su mente corre a Jesús durante todo el día? ¿Habla con Él? Si Usted puede contestar "sí" a cualquiera de estas preguntas, puede estar seguro que Él le está dirigiendo, Él le esta bendiciendo.

David Wilkerson
 




miércoles, 11 de abril de 2012

Un llamado a la angustia



David Wilkerson. Un llamado a la angustia


...Y veo toda la escena religiosa hoy y todo lo que veo son inventos y ministerios de hombres y de la carne, mayormente sin poder.
No tiene impacto en el mundo. Veo más al mundo entrando a la iglesia e impactando la iglesia, en vez de que la iglesia impacte al mundo.
Veo música manejando la casa de Dios. Veo entretenimiento manejando la casa de Dios. Obsesión con el entretenimiento en la casa de Dios, un odio a la corrección y un odio a reprobarlo. Nadie quiere escucharlo más.


¿Que es lo que le pasa a la angustia en la casa de Dios? ¿Qué es lo que le pasa a la angustia en el ministerio? Es una palabra que no se escucha mas en esta época de gente mimada. NO LA ESCUCHAS.


Angustia quiere decir extremo dolor y aflicción, las emociones tan conmovidas que eso llega a ser doloroso, dolor interno profundamente agudo, dolor interior por tu condición en ti, o alrededor de tí.
¡ANGUSTIA! ¡PROFUNDO DOLOR! ¡PROFUNDO PESAR! ¡AGONIA DEL CORAZÓN DE DIOS!
Hemos sostenido mucho nuestra retorica religiosa y nuestro avivamiento habla, pero hemos llegado a ser tan pasivos. Todas las verdaderas pasiones nacen de la angustia. Todas las verdaderas pasiones por Cristo vienen de un bautismo de angustia.


Busca en la Escritura y encontrarás que cuando Dios determina recobrar una situación arruinada... Él comparte se propia angustia, porque Dios vio algo que pasaba en su Iglesia o en su Pueblo. Y Dios encontraba a un hombre de oración y el tomaba este hombre y literalmente lo bautizaba en angustia. Lo encuentras en el libro de Nehemías. Jerusalén está en ruinas.


¿Cómo va Dios a lidiar con esto? ¿Cómo va Dios a restaurar las ruinas?


Amados... Miren... Nehemías no era un predicador, el era un cargador. Éste era un hombre de oración. Dios encontró un hombre que no sería solo un flash de emociones... No solo alguna repentina irrupción de interés y luego morir. El dijo: no me quebranté y lloré, madrugué y ayuné, entonces empecé a orar día y noche.


¿Por qué ningún otro hombre?... ¿Por qué ninguno tuvo respuesta? ¿Por qué no los usó en la restauración? ¿Por qué ellos no tenían una palabra? ¡PORQUE NO HABÍA UNA SEÑAL DE ANGUSTIA! ¡NINGÚN LLORO! ¡NINGUNA PALABRA DE ORACIÓN! ¡TODO ES RUINA! ¿Hoy te pasa eso a ti? ¿Te pasa por completo? Esa es la Jerusalén espiritual de Dios, LA IGLESIA... ¡ESTÁ CASADA CON EL MUNDO!


Hay tal frialdad inundando la tierra. Peor aun... Nos pasa lo de Jerusalén en nuestros corazones. La señal de ruinas que lentamente van sacando el poder espiritual y la pasión. Ceguera para la tibieza, ceguera para la mezcla que esta entrando sigilosamente. Eso es lo que quiere hacer el diablo sacarte de la batalla y matarte. ENTONCES YA NO ORARÁS MAS. NO LLORARÁS MAS ANTE DIOS.
Te puedes sentar y ver televisión ¡Y TU FAMILIA YENDOSE AL INFIERNO!
Te pregunto... ¿Lo que acabo de decir te trajo convicción al menos? Hay una gran diferencia entre angustia y solo inquietud. Inquietud es algo que empieza a interesarte, te interesas por un proyecto o alguna causa o una preocupación o necesidad.


Quiero decirte algo que he aprendido durante todos mis años, de 50 años de predicar... Si no es nacido en angustia, sino no ha sido nacido del Espíritu Santo; donde tu ves y oyes de las ruinas, que conduce tus rodillas, te lleva a un bautismo de angustia donde empiezas a orar y buscar a Dios.
¡YO SÉ AHORA! ¡OH DIOS MIO! ¿YO lo sé? ¡HASTA QUE YO ESTOY EN AGONIA! ¡HASTA QUE HE ESTADO ANGUSTIADO! Y todos nuestros proyectos, todos nuestros ministerios, todo lo que hacemos. ¿Dónde están los maestros de escuela dominical que lloran por los niños que saben que no escuchan y se están yendo al infierno?


Mira... Una verdadera vida de oración empieza en el lugar de la angustia.
Mira... si pones tu corazón a orar, Dios va a venir y empieza a compartir su corazón contigo. Tu corazón empieza a llorar, Oh Dios mío tu nombre esta siendo blasfemado... El Espíritu Santo está siendo burlado, el enemigo está afuera tratando de destruir el testimonio de la fe del Señor... En gran parte ya lo hizo. Esta llegando a no ser renovación ni avivamiento, ni despertamiento, hasta nosotros estamos dispuestos para permitirle quebrantarnos una vez mas.


Hermanos... Se está haciendo tarde, y se esta volviendo serio. Por favor no me digas... que tú estás interesado... Cuando estás pasando horas frente al televisor o el internet. Por favor.
Señor hay algunos que necesitan venir a este altar y confesar... "No soy lo que solía ser, no estoy donde se supone que debo estar, Dios, no tengo tu corazón o tu carga... Lo quería muy fácil. Sólo quise... Ser feliz"


Pero señor, el verdadero gozo viene... El verdadero gozo sale de la angustia. No hay nada de la carne que te de gozo. No me importa cuánto dinero, no me importa cual casa nueva, no hay absolutamente nada físico que pueda darte gozo. El gozo se completa solo por el Espíritu Santo cuando le obedeces y te comparte su corazón.

Construye muros alrededor de tu familia.
Construye los muros alrededor de tu propio corazón.
Sé fuerte e impenetrable contra el enemigo.
Dios... Eso es lo que deseamos.

David Wilkerson. Un llamado a la Angustia.

miércoles, 25 de enero de 2012

Yo te daré reposo



Dios le ha prometido un glorioso reposo a su pueblo, un reposo que incluye paz y seguridad para nuestra alma. El Señor ofreció este maravilloso descanso al pueblo de Israel. Dicho descanso significa una vida abundante de gozo y victoria, sin temor, culpa o condenación. Hasta el tiempo de Jesús, ninguna generación de creyentes caminó completamente en esta bendita promesa. ¿A
qué se debe esto? La Biblia deja muy claro que ello es resultado de la incredulidad. “Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.” (Hebreos 3:19).

Por su incredulidad, el pueblo de Dios - durante el periodo de reyes y profetas de la generación de David- experimentó una vida miserable, llena de dudas, temor y sin paz. En cada generación el reposo fue prometido pero éste fue rehusado -éste nunca fue adquirido ni comprendido.

De ahí que cuando leemos Hebreos 4, encontramos que esta gloriosa vida de fe aún no ha sido reclamada: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios” (versículo 9).También leemos que: “...puesto que falta que algunos entren en él. . ." (versículo 6). La Biblia amonesta a los creyentes del día de hoy con la siguiente advertencia: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo
alcanzado.” (versículo 1). Miles y miles de creyentes sostienen que han sido llenados con el Espíritu de Dios, no obstante pocos han entrado en su promesa de reposo. Muchos son envueltos por vientos y olas doctrinales, conducidos por agitación y culpa, y sin seguridad en lo que Cristo Jesús dijo, “Yo te daré descanso pues mi yugo es fácil y ligera mi carga.” (ver Mateo 11:28-30).

Mi oración es que hoy usted entre en el reposo que Dios tiene para usted.
¡Tómelo por fe y recíbalo pues éste es un regalo gratuito de parte de Dios!






David Wilkerson



viernes, 13 de enero de 2012

Al punto de la locura



"Los que descienden al mar en naves y hacen negocio sobre las grandes aguas, han visto las obras del Señor y sus maravillas en lo profundo. Pues El habló, y levantó un viento tempestuoso que encrespó las olas del mar. Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades, sus almas se consumían por el mal. Temblaban y se tambaleaban como ebrios, y toda su pericia desapareció. "(Salmo 107:23 -. 27).

En este salmo, la expresión "y toda su pericia desapareció" nos habla de marineros que no encuentran su sabiduría de hombres de mar; que están en la cubierta del barco en un mar agitado por la tormenta, donde las olas gigantes llevan la nave hasta el cielo y luego la dejan caer hasta el fondo; donde los fuertes vientos lanzan el barco hacia adelante y hacia atrás, y ellos se tambalean por la cubierta como borrachos.

Las velas del barco están rasgadas y andrajosas. Poderosas olas, una tras otra, se estrellan contra la cubierta. Los marineros tienen que luchar sólo para mantenerse de pie. Parece ser que los marineros han llegado a su final y se encuentran en total desesperación. Están indefensos, vulnerables ante el poder de la naturaleza, no pueden detener la tormenta. Son incapaces de
salvarse a sí mismos.

Estos marineros han llegado al estado de ánimo conocido como “al punto de la locura.” Esta enfermedad afecta a todos los cristianos en un momento u otro. Simplemente significa: "Perder o agotar cualquier planeación o ejecución posible que conlleve a una salida a un conflicto." En resumen, no hay escape, no hay ayuda, no hay liberación, mas que en Dios mismo.

"En su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de su aflicción. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado."(Salmo 107:28-30).

¿Cuándo fue detenida la tormenta para los marineros en el Salmo 107?
¿Cuándo Dios los llevó al puerto seguro que deseaban?
Primeramente, los marineros llegaron al punto de la locura y renunciaron a toda esperanza o ayuda humana. Ellos dijeron: "No hay manera de que podamos salvarnos a nosotros mismos. ¡Nadie en la tierra nos puede sacar de esto! "

Segundo, ¡ellos clamaron al Señor en medio de sus problemas y recurrieron
solamente a Él!




David Wilkerson

miércoles, 11 de enero de 2012

El Espíritu ayudador


Cuando nuestro corazón por fin se abre; cuando hacemos un alto en el desazonante disgusto y náusea de nosotros mismos; cuando la aparente soledad en desamparo y lejanía de Dios se torna en autentica venida de Dios; cuando finalmente en el sosiego del corazón se alza el clamor: Padre nuestro, ¿somos de verdad los que nos atrevemos a decir a Dios tan tremendas palabras? ¿Quién nos ayuda a orar? ¿De dónde tomamos el aliento y la fuerza para orar?

Una primera fuente de esta fuerza nos es ya bien clara; hablamos de Dios en unión con Jesucristo su Hijo, Nuestro Señor. Él, el que adora al Padre en espíritu y en verdad, porque descansa como Unigénito en el corazón del Padre de eternidad, nos ha invitado a nosotros, sus hermanos en carne y en espíritu, a invocar con Él, confiados y audaces, al eterno Dios vivo y verdadero, al Dios de los tremendos juicios, al Dios de toda incomprensibilidad; nos ha enseñado a invocarle y llamarle nuestro Padre. Y así podemos ya en Cristo y en la Iglesia, como hermanos de Cristo, hablar a Dios sin que nos haga morir de espanto un tal atrevimiento. Porque el Hijo, como mensajero del Padre, ha hablado con nosotros, y como hermano nuestro ha hablado con el Padre; por eso podemos nosotros orar.

Si el Hijo con su palabra, más aún, como Palabra del Padre, no hubiera descendido hasta nosotros; si no hubiera orado sobre nuestros montes y en nuestros valles, con nuestras alegrías y nuestras lágrimas, tendríamos siempre el temor de que nuestra voz de plegaria fuera absorbida por la silenciosa incomprensibilidad que nos rodea y domina, y a la que no sabríamos qué nombre dar. Mas ahora decimos confiados: “Padre nuestro” “Abba”, “Padre amado”, es indeciblemente más verdadero que toda metafísica sobre Dios que pone al hombre en una conveniente distancia respecto de Él, cuando en verdad su amor, volcado en el Hijo y en la santa comunidad de sus hermanos, ha saltado hace mucho la infinita distancia entre Él y nosotros y nos ha tomado en su corazón. Nuestro primer apoyo en la oración estriba, así pues, en que la oración se hace con Cristo en la Iglesia.

Pero no es eso todo. Además oramos en el Espíritu de Dios. Procuremos profundizar más y más esta idea. Queremos decir dos cosas. Primero: Hay un lugar en nuestro corazón en que mora el Santo Espíritu de Dios. Segundo: este Espíritu de Dios ora en nosotros y con nosotros.
Este Espíritu de Dios, en lo más humano del hombre, en el corazón; este santo Espíritu, más profundo que toda maldad abismal; este Espíritu fuerte que mora en nosotros aun detrás de todas nuestras flaquezas, ora en nosotros, interpela por nosotros con gemidos inenarrables. No es sólo el Dios ante el que nos arrodillamos; obra también Él en nosotros, con nosotros, por nosotros. Y lo hace precisamente cuando nosotros obramos lo más decisivo de nuestra vida: la oración.

Como nuestro corazón vence en profundidad a la tesura del día claro, así es nuestra oración más profunda que el pensamiento infantil y simple que cruza por nuestro seco cerebro; más espléndida que nuestro pobre sentimiento, que como un pequeño musgo vegeta penosamente en el endurecido suelo de nuestro corazón.

Cuando oramos se elevan las palabras de la oración como águilas que vuelan en las alas del Espíritu por la inmensidad sin límites de los dominios de Dios, sin desfallecer hasta llegar allí donde Él y su corazón son una misma cosa. Cuando oramos, entonces es lo que estamos diciendo, y lo que nuestro diminuto yo percibimos de ello, es como un último eco lejano de la llamada de Dios, con la que se llama Él a sí mismo, el Espíritu al Padre, en nosotros; un eco de la auto-afirmación con la que el incondicionado se sustenta en sí mismo de eternidad en eternidad.

Reconoce ¡oh hombre! La dignidad de tu oración. Cuando crees y proclamas que eres partícipe de la naturaleza divina, también crees y proclamas que tu oración no es simplemente la oración de un hombre, del hombre que hay en ti, sino juntamente del Espíritu de Dios que está en ti. Ni tu mismo adviertes las cosas asombrosas que se realiza en tu corazón cuando comienzas a decir: Padre nuestro.

Suena aún esto en tus oídos como algo pobre, desvaído, árido, acaso como algo presuntuoso. Hasta podrá parecerte que lo poquito de tu corazón que ya has logrado recuperar no acompaña a estas palabras. Mas en realidad no es así. Si el Espíritu de Dios esta en ti, y sí lo está (o ¿es que no somos bautizados y profesamos la fe y el amor a Cristo?), cierto es que habla Él en nosotros. Y si escuchas más atentamente (mejor, no escuches, ora; esto es lo único importante, ya tendrás una eternidad para escuchar, pero no tienes más que un tiempo para orar) percibirás algo así como una suave, dulce y lejana melodía que viene de aquellas profundidades, donde la propia alma canta al unísono con los coros de la eternidad, y habla al unísono con la Palabra del eterno amor, de modo que no podría distinguirse quien habla si la Esposa o el Espíritu.

Nosotros no sabemos pedir convenientemente, el Espíritu lo sabe, y esto basta. El grito de nuestro corazón puede parecernos que se ahoga sin ser oído en el silencio mortal del Dios que calla; el Espíritu, en cambio, clama seguro y perceptible por encima de los abismos de la nada que nos separan del Eterno, y esto basta. Si el único escudriñador de las últimas profundidades escudriña nuestros corazones y penetra con su mirada hasta lo más íntimo, no temamos. No encontrará allí el último fondo, nuestro propio vacío, ni los intranquilizadores genios de los profundos, ni, en fin, los mil disfraces con que de continuo nos engañamos a nosotros mismos, hasta el punto de no saber ya lo que somos. Encontrará allí a su Santo Espíritu. No oirá, al auscultar el latido de nuestro corazón, la infinita palabrería vana que se derrocha en el mercado de nuestro corazón, ni los desazonantes crujidos de titanes encadenados en los profundos calabozos. Oirá los inenarrables gemidos de su propio Espíritu, que intercede ante Dios por sus Santos. Y lo oirá como si fuera nuestro gemido, como acento que se desprende de las caóticas disonancias de nuestra vida, en polifónica sintonía ahora con el Altísimo.

El Espíritu es nuestro ayudador en la oración. Si nosotros nos cansamos de orar, Él no se cansa. Si nos invade una infinita desazón en la oquedad de nuestro corazón y de nuestra oración, Él permanece dichoso en el imperecedero frescor matutino del júbilo con que de continuo magnifica al Padre. Si retrocedemos de espanto ante la secreta incredulidad, que como veneno mortífero parece querer infiltrarse en las mismas palabras de la oración antes de haber salido del todo del corazón, Él habla palabras que no son ya fe, porque son lo creído mismo en visión. Si lucha en nuestra oración la secreta desesperación del corazón con la seguridad y confianza tantas veces excitada artificialmente, Él ora a sí mismo en nosotros, e implora la inconmovible seguridad del eterno Dios. Si nuestro “yo te amo” dicho a Dios suena tantas veces mortecino a nuestro corazón, y sentimos allí detrás al acecho el secreto temor de que el deber duro del amor al prójimo se cambie de pronto en nuestro interior en loco odio a alguien a quien tenemos que amar, Él ora en nosotros y con nosotros, y entona, orando, el cantar del amor, que ha trascendido ya todo deber y toda ley para convertirse en un puro y abundante éxtasis en el amado Dios.

Él ora en nosotros, cuando nosotros oramos. El Espíritu es ayudador nuestro en la oración, no simplemente porque nos asiste y ayuda en aquella vivencia nuestra que es el orar, sino, más aún porque en gracia de esa ayuda, nuestra oración es infinitamente más que simple oración nuestra. Porque Él ayuda, es nuestra oración un trozo de melodía que resuena por todo el cielo, un vaho de incienso que sube oloroso hasta los eternos altares del cielo ante la presencia del Dios Trino.
El Espíritu de Dios ora en nosotros. Éste es el más santo consuelo de nuestra oración.
El Espíritu de Dios ora en nosotros. Ésta es la más alta prez de nuestra oración.
El Espíritu de Dios ora en nosotros cuando nosotros sintonizamos con su oración. Ello significa para nosotros un nuevo pero dichoso, deber de orar efectivamente, de orar con constancia, de orar y no desfallecer.
Él ora en nosotros. Ésta es la indeficiente fuerza de la oración.
El ora en nosotros. Éste es el inagotable contenido de todas nuestras plegarias, que brota de las vacías cisternas de nuestro corazón.
Él ora en nosotros. Éste será el futuro de eternidad de la oración dicha en este tiempo.

Nuestro orar queda así consagrado por el Espíritu Santo. Hagamos un alto interiormente antes de comenzar a orar. Y cuando el hombre interior ha recobrado el sosiego, y en este sosiego silencioso todas las fuerzas del ser se conjugan suave y libremente, y de los hontanares del alma ascienden mansamente, según la santa disposición, las aguas de la gracia y empapan lo que nuestro espíritu y voluntad hacen al ponerse a orar, dejemos entonces hablar al Espíritu del Padre y del Hijo. No le oímos. Y sabemos, con todo, en fe, que Él ora en nosotros; ora con nosotros y para nosotros. Y que su palabra repercute en las profundidades de nuestro corazón y en el corazón del Padre.
Dejamos al Espíritu hablar.
Y en estremecida reverencia y en suave amor, hacemos eco a sus palabras.
Hablamos con Él y como Él

Oramos.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Los buenos tiempos del pasado


“Nunca digas: «¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores
que estos?», porque nunca hay sabiduría en esta pregunta.” (Eclesiastés
7:10).

¿Fue la década de los “noventa” verdaderamente de homosexuales?
¿Fue la década de los “veinte” realmente de ingenuos?
¿Hubo buenos tiempos en el pasado?
¡No pregunte!
No es sabio,
Porque en esta vida
nadie sabe lo que es un hombre bueno.
No hable de tiempos de homosexuales,
Pues el corazón de los sabios está en la casa del luto,
mas el corazón de los insensatos, en la casa donde reina la alegría.
No hable del tiempo pasado cuando había canto y danza,
Mejor es oír la reprensión del sabio
que la canción de los necios,
No hable de los días donde había ley y orden
Pues ha habido un tiempo donde un hombre gobernó
por encima de otro.
No hable de los días donde el trabajo era honesto
Pues toda obra del hombre sale de su boca,
Y su apetito no es satisfecho.
Este día es nuestro.
Por tanto yo percibo que no hay nada mejor
Que un hombre se regocije en sus propias obras,
Pues éstas son solamente una porción de la vida.
¿Quién lo traerá para que observe
Aquello que vendrá después de él?
Nuestro días serán envidiados
Por aquéllos del mañana.

David Wilkerson

lunes, 26 de diciembre de 2011

El poder de la fe


La misión de los 12 líderes






En Números 13, recordamos como Dios le pidió a Moisés que enviara a 12 espías para reconocer la tierra que les estaba por entregar. Estas personas debían ser príncipes de cada tribu, hombres en autoridad. Y así ocurrió, 12 elegidos entraron al deseado territorio para comenzar con las estrategias de conquista.
Sin embargo, al volver de su misión, con sorprendentes frutos en sus manos, trajeron consigo también al temor y la incredulidad. Ellos eran parte del liderazgo de Israel, encargados de llevar la carga del pueblo junto con Moisés, de levantarle los brazos en tiempos de batalla, y eran ellos mismos los que estaban desanimados y totalmente atemorizados.

Y fue así como el pueblo estaba congregado para escuchar el informe cuando el pánico comenzó a desatarse. Diez de estos príncipes dieron su testimonio en extremo negativo y desalentador. Ellos se centraban completamente en sus debilidades, ponían el énfasis en los enemigos y en su cantidad. Hasta que Caleb (v13:30) mostró la verdadera actitud de un hijo de Dios, que, sin dejar de tomar en cuenta la realidad, antepuso la fe y la confianza en el Dios Todopoderoso.

Caleb sabía que Dios les daría la habilidad para vencer en la batalla. La victoria no vendría por su capacidad humana sino por el Espíritu de Dios (Zacarías 4:6). De igual manera, nosotros en este tiempo, debemos anteponer nuestra fe a lo que ven nuestros ojos, confiando siempre en el Señor y esperando sus promesas; pues no somos de los que retroceden sino de los que van hacia la conquista!

Quizás estás en la iglesia y tienes un lugar de liderazgo o quizás no, pero hay gente que está mirando tu actitud. Solo dos de los diez espías tuvieron el espíritu correcto. Aunque todos tendremos que atravesar momentos de crisis, todo depende de la actitud que tomes al respecto. La queja, la amargura y la incredulidad no te llevarán por buen camino, mientras que la fe y la confianza en tu Creador te llevarán a la victoria.

La queja divide y debilita a la iglesia

Estos príncipes, trajeron un informe que alimentó la incredulidad y en lugar de unirse se dividieron y no llegaron a la promesa. Sin embargo Josué y Caleb no se contaminaron con las quejas sino que se guardaron en la fe y llegaron a la victoria.

Caleb había aprendido de Moisés a escuchar la voz de Dios, a creerla y permanecer con la certeza de que a pesar de lo que vieran sus ojos naturales, Dios siempre cumpliría su Palabra. Al Señor le agradó su actitud y le prometió herencia perpetua (Números 14:24 y Josué 14:9).

Caleb tenía un corazón limpio (tal como lo enseñaba Jesús en Mateo 5:8). Aun en el medio del dolor lo primero que tenemos que guardar es el corazón y tomar una actitud de confianza y no desanimarnos. En el caso de él, su promesa tardó 40 años en cumplirse por la incredulidad de los demás ¿Qué culpa tenia él de pasar por el desierto 40 años? Sin embargo siguió cada día de su vida diciendo que lo que Dios le había prometido a él y a sus hijos se iba a cumplir. Y finalmente sus ojos vieron el milagro.

Hebrón es un monte que significa “lugar de unidad”, y si hay algo que el enemigo odia es la unidad de la iglesia porque justamente allí está la fuerza. Si queremos vencer tenemos que avanzar en amor y unidad porque grandes cosas son las que vienen! El arma que nunca tenemos que olvidar es la fe, esa certeza profunda que nada ni nadie puede sacarte. A pesar de lo que pases, estás en el corazón de Dios y nadie podrá separarte de su amor Romanos 8:37-39.


En la unidad está la fuerza

Este es un tiempo para creerle a Dios y también para unir nuestros brazos y levantar a los que hoy están débiles. Tenemos que enfocarnos, esforzar nuestros brazos y avanzar en amor. Dios enderezará los caminos torcidos, las rodillas endebles y dará nuevas fuerzas a los abatidos.

Y si estás desanimado, es el momento ideal para que Cristo se levante (2 Corintios 12:9-10). Dios está en control, Él es soberano; Él conoce nuestras debilidades y fortalezas y cuida de nuestras vidas. Por tanto, lo amamos y lo servimos, no por lo que nos da sino por quién es.

Caleb supo que la promesa se iba a cumplir, y por ello no se desanimó ni se amargó con nadie. El estar cerca de su compañero que ahora era el responsable de llegar a la nueva generación y conquistar, le ayudó a llegar a la meta. Hoy Dios nos pone desafíos y hoy se levantan mujeres y hombres con una pasión renovada para vencer. El que cree recibe. ¡Cree y el Señor podrá hacer contigo cosas mayores (Marcos 9:23)!

En todo tiempo: Heme aquí, envíame a mi. Todos somos llamados, todos escuchamos la misma palabra, pero no todos actuamos en fe. La mano de Dios guarda a aquel que cree. Debemos darle a Dios gloria en todo tiempo, en abundancia y también en la escasez pues ¡todo lo puedes en Cristo que te fortalece! De Él viene la abundancia, la vida y todo lo que necesitamos!

Dile a Dios, tal como Caleb que quieres servirlo, honrarlo con tu vida. Él es el que te sostiene porque quien habita al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del omnipotente (Salmo 91)!
En lugar de mirar a tu alrededor y quejarte, aférrate más que nunca de su mano y avanza en fe. No te conformes con lo que has recibido hasta ahora, sino busca más de su presencia porque lo que está por delante es lo mejor!

Eres un redimido de Dios y nada ni nadie te podrán arrebatar de sus manos, haz votos como Caleb, de fidelidad y servicio a Él hasta el último respiro y busca agradarle y creerle de corazón. Refuerza tu fe y sigue adelante! ¡Juntos podremos conquistar Hebron! Vamos a vencer en oración y en unidad. Jesús está como poderoso gigante de nuestro lado! No temas ni desmayes porque la victoria se acerca!


viernes, 16 de diciembre de 2011

La iglesia de Salomón



“Salomón hijo de David fue afirmado en su reino, y Jehová, su Dios, estaba con él y lo engrandeció sobremanera.” (2 Crónicas 1:1).

La iglesia actual de Jesucristo ha sido fortalecida y bendecida por Dios. Provisión ha sido dada para todo tipo de actividades. Considere los grandes y hermosos edificios que han sido contruídos. Considere también las grandes bendiciones financieras que han recibido las iglesias. Millones son gastados en tele-evangelismo, libros, discos, cassettes, misiones, instituciones,universidades y ministerios de todo tipo.

Cuando todas estas obras empezaron, cada uno tenía parte de la unción de Dios. Inclusive, la mayoría iniciaron con las mismas bendiciones que Dios derramó sobre Salomón. Salomón era bien organizado y más culto que supadre, David. Él hizo todo con mayor alcance y mejor que generaciones previas pudieron haber concebido.

El motor detrás de Salomón fue la sabiduría y el conocimiento. Éste fue el clamor de su corazón ante Dios: “Dame ahora sabiduría y ciencia, para que sepa dirigir a este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?” (2 Crónicas 1:10).

¿Acaso esta oración no es maravillosa? Suena muy bien. Dios estaba complacido con Salomón pues él no había pedido egoístamente. Sin embargo, existe un problema: ¡Su oración estaba centrada en el hombre! En esencia, este rey talentoso, seguro de sí mismo estaba diciendo, “Solamente dame las herramientas, Dios, y yo haré terminaré la obra. Dame la sabiduría y el conocimiento, y yo pondré orden en este pueblo. ¡Yo lo lograré todo!”

La oración de Salomón no fue la oración de su padre, David, un hombre conforme al corazón de Dios. No, la oración de Salomón fue la de una nueva generación -un pueblo culto, con ideas y habilidades nuevas. Su clamor fue, “¡Yo necesito sabiduría y conocimiento!” Yo creo que Salomón representa al espíritu y naturaleza de los últimos días de la iglesia de Laodicea.
¡Esta iglesia se caracterizaba por la misma perdición que Salomón enfrentó!

Salomón tenía una cabeza llena de sabiduría y una boca llena de cantos. Él podía predicar y enseñar con una habilidad increíble. Él operaba con excelente organización y con líderes talentosos. Todo en su iglesia parecía decente y en orden. Pero todo lo que Salomón hizo terminó con esta frase, “Miré todas las obras que se hacen debajo del sol, y vi que todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.” (Eclesiastés 1:14)

La iglesia de Salomón tenía todas las respuestas. ¡Luce maravillosa por fuera pero está absolutamente sin vida! Y ésta termina en vanidad idolatría, sensualidad, vacío y desesperanza.

David Wilkerson

domingo, 27 de noviembre de 2011

La pasión de Cristo








En el sermón de la cena, Jesús mostró una serenidad imperturbable. De allí se dirigió a Getsemaní. Era un campo pequeño plantado de olivos, de donde salió el joven que nos habla San Marcos, (Mc 14,51). Allí dejó a sus discípulos para retirarse a orar.



Jesús pasó muchas noches en oración. Desde el principio de su predicación lo vemos seguir está practica. En vísperas de grandes sucesos, por ejemplo, en la elección de sus apóstoles, se entrega a una prolongada oración (Lc 6,12). Pero en ninguno de los acontecimientos pasados era comparable con este. Se trataba de la lucha suprema.


Jesús siente real y verdaderamente tristeza, una tristeza infinita, pero sabemos pos san Pablo que el redentor tenía que ser “probado en todo menos en el pecado” (Hbr 4,15).
La actitud de Jesús en semejante desolación es la de dirigirse al Padre en busca de consuelo. Y esto por medio de la oración. “hágase tu voluntad” (Mt 26,42). ¡Qué obediencia, qué respeto, qué amor a la voluntad del Padre! No lo dispenso el Padre de beber el cáliz, pero le envió un ángel. Jesús se dejo consolar.


Es posible que a nosotros no se nos aparte el cáliz y nos veamos obligados a beberlo, pero tendremos en virtud de nuestra oración, la fuerza necesaria para beberlo sin desfallecer. La oración no vuelve del cielo nunca vacía. Podrá ser que no cambie el curso de los acontecimientos pero nos cambia a nosotros, y eso es lo que más interesa.


El asombroso acontecimiento en el Monte de los Olivos brinda muchas enseñanzas. A caso nos esperen muchas desgracias y pruebas. No hay vida humana sin sufrimientos. Pero, aún que tengamos que derramar gotas de sangre recitemos la oración “Padre, no se haga lo que yo quiero, sino lo que tu quieres” (Mt 26,39).


¡Que magnifico ejemplo de cumplimiento fiel de la misión, plenamente reconocida, nos da Cristo en el Monte de los Olivos, cuando suda gotas de sangre. Perseverar en el cumplimiento del deber, permanecer fiel a los principios, ofrecer a pecho descubierto a las desgracias: todo eso nos enseña el ejemplo del Señor.


Si a Jesús le fue necesaria la Cruz para entrar en la gloria, también a nosotros. Para aprovecharnos de ella, deberemos, en primer lugar, recurrir a la oración. Retirémonos, busquemos la soledad, en ella oremos con reverencia. Suframos con paciencia: Imitemos a Cristo: ¡Con qué dulzura recibe a Judas, que lo iba entregar! Se dejo besar. Ante Pilato Jesús callaba (Mt 26,63) le escupieron, lo coronaron de espinas, desgarraron sus carnes, y el manso como un cordero.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Dios es integrista




“Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es mentiroso,
pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a
quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: «El que ama a
Dios, ame también a su hermano».” (1 Juan 4:20-21)

Nunca crea lo que un hombre dice acerca del amor,
Si éste se aparta de un hermano
de cualquier color o raza,
Pues en el amor no hay temor.
El perfecto amor echa fuera el temor
porque el temor lleva en sí castigo.
¿Cómo uno puede decir una persona que ama a Dios
Y cree en la equidad,
Al mismo tiempo que es atormentado
por el temor que siente ante su hermano
en quien desconfía o le desagrada?
Si un hombre no puede amar a su hermano
a quien puede ver,
¿Cómo puede él amar a Dios
A quien no puede ver?
Dios le ha ordenado a todo hombre
a amar a su hermano
así como Dios lo ha amado a él -
Porque Dios es amor.



David Wilkerson

domingo, 20 de noviembre de 2011

Las bendiciones de Dios



Dios bendice a aquéllos que caminan fielmente con Él. ¡Dios manifiesta su favor en aquéllos que le favorecen!

¿Cómo es que naciones, familias, individuos pierden la bendición y el favor de Dios?  profeta Hageo habla al respecto. Él dice que la primer razón se debe a que el interés propio reemplaza a los intereses de Dios.
“No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada” (Hageo 1:2). ¡Los israelitas dejaron de construir la casa del Señor para poder construir sus propias casas!

Esta escena aconteció sesenta y ocho años después de que el templo de Salomón fuera destruído. Un remanente había regresado a Jerusalén tras haber sido cautivos en Babilonia con el objetivo de reconstruir la casa de Dios. E incluso, ¡ellos establecieron los cimientos para la edificación del templo con celo y entusiasmo!

Sin embargo, posteriormente ellos se enfrentaron a cimientos duros -dificultades y desánimo. Lentamente perdieron el interés en la obra de Dios, diciendo, “Este no es el tiempo. Estamos teniendo muchos problemas. Además, estamos invirtiendo mucho tiempo en esto y estamos descuidando a nuestras familias y negocios.”

Uno por uno, se hizo a un lado en pos de sus propios intereses. ¡Los menesteres del Señor que tenían que ver con su propio bienestar llegaron a ser secundarios! Ellos empezaron a construir sus propias casas y usaron la madera que habían guardado para edificar el templo.

¿Cómo hoy en día los creyentes pierden la bendición y el favor de Dios? ¡Al dejar de obrar en Su templo! Esto sucede cuando dejamos de orar y de buscar a Dios - ¡cuando dejamos de edificar Su cuerpo espiritual!

Hageo hace referencia a este problema: Cuando la gente puso los intereses de Dios primero, Él proveyó su comida y sustento. Incluso, ellos en todo sentido fueron cuidados por Él. Sus viñedos crecieron, sus uvas eran grandes, ellos durmieron en paz y sus niños danzaban por las calles. Ninguno de sus enemigos prevalecieron contra ellos. Fue un tiempo maravilloso de la bendición de Dios en sus vidas, pero ¡su gente terminó absorbida por sus propios intereses!

¡Esto es lo que está sucediendo hoy! Nuestro mundo está consumido en sí mismo -orgullo, ambiciones y voluntades propias - ¡cada persona está en busca de sus propios intereses! De ahí que halla tanta gente embriagada, sumida en drogas, y caminando en oscuridad y confusión.
Dios dice, “Yo llamé la sequía sobre esta tierra...y sobre todo trabajo de sus manos” (Hageo 1:11). Él está diciendo, “¡Si empiezas a descuidar tu alma y pones atención en cosas materiales, entonces terminarás sin gozo, insatisfecho, vacío y seco! Yo quiero que pongas mis intereses primero para que pueda bendecirte y favorecerte nuevamente!”



David Wilkerson

Más predicación y enseñanza





Yo creo que el evangelio debe ser acompañado del poder y de la manifestación del Espíritu Santo - ¡obrando milagros, demostrando que el evangelio es verdadero!

Pablo sostuvo con firmeza, “y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Corintios 2:4). En griego aquí se refiere a tener “prueba.” Pablo está diciendo, “Yo predico el evangelio con prueba.
¡Dios y el Espíritu Santo me respaldan con señales y prodigios! Hebreos 2:4 dice que Dios en efecto confirmó el mensaje de Pablo con señales y prodigios: “testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.”

Los creyentes del Nuevo Testamento tenían una oración: “mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús” (Hechos 4:30). Estos apóstoles fueron por todas partes predicando el evangelio completo.

“Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.” (Hechos 2:43). “Por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo... Los que creían en el Señor aumentaban más, gran número de hombres y de mujeres... ” (Hechos 5: 12, 14).


He aquí uno de los versículos que resumen todo lo anterior -que demuestra que un evangelio predicado por completo debe incluir señales y prodigios: “Sin embargo, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con valentía, confiados en el Señor, el cual daba testimonio de la palabra de su gracia, concediendo que se hicieran por las manos de ellos señales y prodigios” (Hechos 14:3). Este versículo habla sobre los apóstoles que ministraron con audacia durante mucho tiempo, predicando gracia y arrepentimiento, y posteriormente, Dios les concedió que ejecutaran señales y prodigios con sus manos.

De la iglesia de los últimos días se dirá “ Ellos saliendo, predicaron en todas partes, ayudándolos el Señor y confirmando la palabra con las señales que la acompañaban” (Marcos 16:20). Esto es lo que Dios tiene previsto para nosotros.

Los milagros de la iglesia de los últimos días serán genuinos, indisputables, innegables, y aún así, éstos no serán muy conocidos. Sin embargo, éstos serán realizados por manos de santos ordinarios y separados a quienes Dios conoce y que tienen intimidad con Jesús.

Estos creyentes emergerán de closet secreto de oración -un pequeño ejército preparado, lleno de fe y con ningún otro deseo más que el hacer la voluntad de Dios y de glorificarle. Ellos no tendrán miedo y serán poderosos en oración.
¡Ellos abrirán naciones enteras al evangelio y Dios confirmará Su Palabra a través de maravillosos milagros!



David Wilkerson

lunes, 14 de noviembre de 2011

Conservando la Bendición y el favor de Dios




Dios bendice a aquéllos que caminan fielmente con Él. ¡Dios manifiesta su favor en aquéllos que le favorecen!

¿Cómo es que naciones, familias, individuos pierden la bendición y el favor de Dios? El profeta Hageo habla al respecto. Él dice que la primer razón se debe a que el interés propio reemplaza a los intereses de Dios.

“No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada” (Hageo 1:2). ¡Los israelitas dejaron de construir la casa del Señor para poder construir sus propias casas!

Esta escena aconteció sesenta y ocho años después de que el templo de Salomón fuera destruído. Un remanente había regresado a Jerusalén tras haber sido cautivos en Babilonia con el objetivo de reconstruir la casa de Dios. E incluso, ¡ellos establecieron los cimientos para la edificación del templo con celo y entusiasmo!

Sin embargo, posteriormente ellos se enfrentaron a cimientos duros -dificultades y desánimo. Lentamente perdieron el interés en la obra de Dios, diciendo, “Este no es el tiempo. Estamos teniendo muchos problemas. Además, estamos invirtiendo mucho tiempo en esto y estamos descuidando a nuestras familias y negocios.”

Uno por uno, se hizo a un lado en pos de sus propios intereses. ¡Los menesteres del Señor que tenían que ver con su propio bienestar llegaron a ser secundarios! Ellos empezaron a construir sus propias casas y usaron la madera que habían guardado para edificar el templo.

¿Cómo hoy en día los creyentes pierden la bendición y el favor de Dios? ¡Al dejar de obrar en Su templo! Esto sucede cuando dejamos de orar y de buscar a Dios - ¡cuando dejamos de edificar Su cuerpo espiritual!

Hageo hace referencia a este problema: Cuando la gente puso los intereses de Dios primero, Él proveyó su comida y sustento. Incluso, ellos en todo sentido fueron cuidados por Él. Sus viñedos crecieron, sus uvas eran grandes, ellos durmieron en paz y sus niños danzaban por las calles. Ninguno de sus enemigos prevalecieron contra ellos. Fue un tiempo maravilloso de la bendición de Dios en sus vidas, pero ¡su gente terminó absorbida por sus propios intereses!

¡Esto es lo que está sucediendo hoy! Nuestro mundo está consumido en sí mismo -orgullo, ambiciones y voluntades propias - ¡cada persona está en busca de sus propios intereses! De ahí que halla tanta gente embriagada, sumida en drogas, y caminando en oscuridad y confusión.

Dios dice, “Yo llamé la sequía sobre esta tierra...y sobre todo trabajo de sus manos” (Hageo 1:11). Él está diciendo, “¡Si empiezas a descuidar tu alma y pones atención en cosas materiales, entonces terminarás sin gozo, insatisfecho, vacío y seco! Yo quiero que pongas mis intereses primero para que pueda bendecirte y favorecerte nuevamente!”



David Wilkerson

martes, 8 de noviembre de 2011

Sirviendo al Señor con gozo




Dios desea que nosotros estemos verdaderamente convencidos de su tierno amor y tan persuadidos de que Él está obrando para darnos lo mejor, que logremos caminar con Él en continuo gozo. Moisés le advirtió a Israel, “Por cuanto no serviste a Jehová, tu Dios, con alegría y con gozo de corazón, cuando tenías abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviará Jehová contra ti, con hambre, con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas” (Deuteronomio 28:47-48).

Dios nos está diciendo hoy, “Alégrate y regocíjate en lo que Yo he hecho por ti! Si andas murmurando y quejándote, serás un hambriento espiritual,¡una presa fácil para tus enemigos!” Dios quiere que confiemos en su amor por nosotros, ¡en que seremos testimonios alegres! Él quiere predicadores alegres de corazón, llenos de júbilo fundamentado en la verdad.

Su verdad produce una riqueza de alegría que fluye naturalmente desde el corazón: “Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo.” (Salmo 100:2). “Sacó a su pueblo con gozo; con júbilo a sus escogidos.” (Salmo 105:43). “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; ¡cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón!” (Salmo 32:11). “Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios y saltarán de alegría. (Salmo 68:3).

Usted puede preguntarse, “¿Por cuánto tiempo debo mantener el gozo en mi servicio al Señor?” Muchos creen que éste permanece en la medida en que las etapas de refrigerio vengan desde lo alto o mientras las cosas marchen bien. No, ¡debemos regocijarnos en todo tiempo! Esto es lo que la Biblia nos dice: “De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.” (Salmo 90:14). “Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:18). Nosotros somos “la Jerusalén” -¡nacidos de nuevo y viviendo para Él con un espíritu de júbilo y regocijo! Confíe en el Padre, crea en lo que dice su Palabra sobre Él, y vea su júbilo derramado en su vida.



David Wilkerson

sábado, 5 de noviembre de 2011

El trato misericordioso de Dios




“... yo soy el padre de Israel, y Efraín es mi primogénito.”
(Jeremías31:9).

El pueblo de Efraín, la tribu más grande de Israel, era la más cercana al corazón de Dios. El Señor tenía un plan eterno para esta bendecida tribu, pero Efraín continuó actuando en rebeldía y afligiendo a Dios. ¡Este pueblo pecó más que ningún otro en Israel! Pero, ¿acaso Dios abandonó a Efraín? Por el contrario, el Señor dijo que ¡este pueblo sería libre y rescatado! Ellos vivirían



¿Qué vió Dios en Efraín?



Ellos tenían un corazón arrepentido -avergonzados de su pecado y deseosos de regresar con su Señor. Y, a pesar de todas sus fallas, ¡esta actitud atrajo el corazón de Dios! Cuando una fuerte palabra profética vino a Efraín, ellos respondieron al ser reprendidos y lloraron ante su pecado.

Frente al grado de su rebeldía, Dios dijo, “¿No es Efraín un hijo precioso para mí? ¿No es un niño en quien me deleito? Desde que hablé de él, lo he recordado constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él, y ciertamente tendré de él misericordia...” (Jeremías 31:20). Dios estaba diciendo, “A pesar de las debilidades y fallas de Efraín, veo su espíritu arrepentido y no apartaré de él mi amor. ¡Mi propósito eterno para Efraín continuará como lo había planeado!”

Amado, ¡Dios tiene un plan para su vida! Él cumplirá Sus propósitos en usted, no importa lo que usted esté pasando o cuan severa sea su prueba. ¡Dios ha puesto mucho esfuerzo en la planeación de su futuro!

Yo tengo una palabra profética para algunos que están leyendo este mensaje ahora: usted no puede juzgar el propósito eterno de Dios hacia usted basado en lo que siente y piensa. Dios quiere decirle, “Haz que tu corazón se humille delante de mí. Confía en mi Palabra acerca de minaturaleza - yo soy un Padre tierno y amoroso, y quien ha invertido mucho en tí y no voy a dejarte ir. Tú eres mi deleite y te libraré!”

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11).




David Wilkerson

jueves, 3 de noviembre de 2011

El Dios de las SEGUNDAS OPORTUNIDADES



En Jonás 3:1, vemos que la palabra del Señor viene a Jonás por segunda vez, y que no es diferente de la primera (registrada en Jonás 1:2). Dios le dice que vaya a Nínive y predique a sus habitantes. Dios le da a Jonás una segunda oportunidad.

No importa cuánto hayamos rehuido las instrucciones de Dios, seguirán estando allí para que las cumplamos cuando paremos de correr. En última instancia, veremos que estar en la voluntad de Dios, no fuera de ella, es lo que nos da paz y gozo. Debemos rendirle nuestras voluntades, porque andar en nuestros caminos autocentrados nos hará ser infelices.

Escapar de las cosas difíciles nunca da resultado a la larga. Conocí a una mujer que huía de todo lo que fuera difícil en su vida. Ignoraba cosas con las que era necesario que tratara, incluido el abuso en su hogar. Vivía temiendo y tenía una vida miserable. Terminó acarreando tanta confusión, que tuvo un completo quiebre mental y emocional. Pretender que sus problemas no existían no hizo que se fueran. Seguían estando allí, presionándola todo el tiempo. Dios trató de guiarla a ocuparse de sus conflictos, pero ella no confió en Él suficientemente como para hacerlo.

Dios nunca nos llevará adonde no pueda cuidarnos. Si Dios lo está guiando a tratar con una situación desagradable de su vida, no huya de ella. Él promete estar con usted en todo momento y no dejarlo ni abandonarlo nunca. Rendirse a Dios puede parecer alarmante cuando recién comenzamos a practicarlo porque no sabemos lo que va a pasar cuando nos entreguemos a la voluntad de Dios. Sin embargo, una vez que nos hemos rendido y comenzamos a experimentar la fidelidad de Dios y la paz que sobrepasa todo entendimiento, aprendemos rápidamente que los caminos de Dios son mejores que cualquier plan que nosotros pudiéramos haber ideado.

No conocemos exactamente lo que sucederá en el futuro, pero confiar en que Dios cuidará de nosotros y disfrutaremos de paz es mucho mejor que pensar erróneamente que tenemos todo resuelto en la vida mientras seguimos viviendo con temor y ansiedad. Disfrutando de paz con Dios llegaremos a estar más satisfechos, aunque no siempre sepamos lo que el futuro nos deparará.

No existe confianza sin preguntas no respondidas. Si Dios nos está dirigiendo a hacer algo difícil, simplemente comencemos a dar pasitos de fe de bebé, y después de cada uno Él nos mostrará cómo dar el próximo. No es necesario que tengamos el plano completo del futuro; no necesitamos tener todas las respuestas. Todo cuanto necesitamos es conocer a quien las conoce, y ése es el propio Jesús.

www.avanzapormas.com

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Atrae lo mejor de ti




Cuando viajamos tratamos de ver en forma anticipada la manera de evitar retrasos. Recuerdo en una oportunidad, después de muchas horas de trabajo y necesitando descansar en forma urgente, venía viajando con mi esposa en nuestro automóvil y nos dirigíamos a nuestro hogar.

Cuando estabamos a pocos kilómetros de nuestro destino algunos manifestantes cortaron él transito por la ruta, por lo cual un trayecto que normalmente habríamos hecho en 40 minutos lo hicimos en 8 horas. Este fue un hecho triste y lamentable que no se le deseo a nadie, pero lo más triste y lamentable fue que unas horas antes, alguien me había informado que esto podría suceder y que posiblemente me convendría hacer algún desvío por otra ruta, pero como no entendí muy bien lo que esta persona me decía y por vergüenza de preguntarle nuevamente a causa de que este buen hombre estaba ocupado, seguí mi camino como si nada y ese fue mi gran error.

En la Biblia encontramos muchas referencias que nos hablan sobre allanar el camino, hacer sendas derechas para nuestros pies (Hebreos 12:13), en fin. … es como si se nos aconsejara, con relación al camino de la vida, a que dejemos de transitar por calles de tierra, con pozos, barro, etc., y que comencemos a pavimentar, a asfaltar nuestros caminos para avanzar más rápido y así lograr nuestras metas y nuestros sueños.


Esto significa que es nuestra responsabilidad ver de que manera podemos hacernos el camino más fácil, más rápido, porque algunos con las decisiones que toman, con la gente que frecuentan, con los consejos que adoptan para sí, lo único que están haciendo es entorpecer su avance y así complicarse la vida. Siempre tenes que pegarte a personas que eleven tu vida, no a aquellos que te tiran hacia abajo y te lastiman, debes poner especial atención con que tipo de personas estas relacionado, porque el éxito a tu vida vendrá de mantener las relaciones correctas, es decir, de entablar tu amistad con aquellas personas que creen, alimentan y sostienen tus sueños.

No solo debemos preparar nuestra vida de manera que el camino este despejado para poder avanzar sino que también es necesario preparar el camino para permitir que las cosas buenas vengan a nosotros.


Existen dos maneras básicas para tratar de alcanzar tus objetivos, una es cuando decidís tu objetivo té esforzas y vas tras él, y otra manera es atraer tu objetivo hacia vos, es poner en practica la ley de la atracción, es decir, preparar de tal manera el escenario de tu vida para que lo bueno de Dios venga hacia ti.


Normalmente utilizamos el primer método, corremos tras nuestro objetivo, muchas veces intentando forzar las cosas, y terminamos cansados y frustrados.


La mayoría vivimos ansiosos, y le damos la espalda a lo que tiene verdadero valor en la vida, gastamos gran parte de nuestro tiempo y de nuestras energías trabajando mas, para ganar mas dinero, para comprar mas cosas y para hacer lo que supuestamente nos hará felices, al transitar por este camino algunos pierden lo mas precioso de la vida, pierden la salud, agotan todas sus reservas físicas y emocionales y quedan reducidos a nada, otros pierden a su flia. Y si no la pierden se privan de los momentos más maravillosos que son su tiempo de calidad con sus hijos con su esposa o su esposo, en fin, este es un camino muy duro para alcanzar el éxito.

Deuteronomio capitulo 28 enseña lo siguiente “…Acontecerá que si oyes atentamente la voz de Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová, tu Dios, te exaltara sobre todas las naciones de la tierra y vendrán a ti, y te alcanzaran, todas estas bendiciones, si escuchas la voz de Jehová, tu Dios… "

Debemos permitir que lo bueno de Dios, sus bendiciones vengan hacia nosotros y nos alcancen, la clave está en ESCUCHAR SU VOZ, es decir obedecer sus mandamientos, hacer su voluntad, y permitir que él gobierne nuestra vida. Cuando queremos andar por la vida fuera de la voluntad de Dios, haciendo lo que a nosotros nos parece y no lo que Dios quiere, estamos cerrando el camino e impidiendo que la bendición y el éxito lleguen a nuestra vida.

Supe la historia de un hombre al que llamaremos Juan. Todo le había salido mal en la vida, no había logrado tener nunca un buen trabajo, no pudo formar unas flia. , ya había pasado la barrera de los 40 y tantos años y se sentía un fracasado. Tenia un hermano que era exitoso pero que estaba enfermo y necesitaba en forma urgente un transplante de corazón. Entonces Juan decidió terminar con su existencia pensando que, ya que en vida no pudo lograr nada bueno por lo menos en su muerte podría ser útil ofreciéndole el corazón a su hermano enfermo.

Lo sorprendente y triste del caso es que Juan se quita la vida pero tardaron mucho tiempo en encontrar el cuerpo y para cuando esto sucedió ya era demasiado tarde para hacer un trasplante, pues su corazón ya se había descompuesto. Ni en su vida ni en su muerte pudo hacer algo significativo, a pesar de tener buenas intenciones sin embargo nunca pudo lograrlo… algunos lo llaman mala suerte, otros nacer con mala estrella etc. Lo cierto es que hay muchos que andan por la vida tratando de sobrevivir, cansados de que todo les salga mal, y no encuentran una salida.

¿Que tipo de cosas estas atrayendo hacia tu vida? ¿ Cosas buenas, o cosas malas y negativas? ¿ Te persigue el éxito, la paz, la prosperidad, la salud, o corre más rápido que vos y siempre te alcanza lo negativo, la depresión, la escasez, y la enfermedad?

La única salida para este mal es Jesucristo, PORQUE EL QUE TIENE A CRISTO tiene vida abundante, porque Él es la vida misma de Dios, habitando en tu interior,


Y cuando Dios vive en tu interior, las maldiciones que te frenaban son eliminadas,
Acepta a Jesucristo en tu vida, abrí tu corazón a el, no esperes mas, y comenza a obedecerle, estarás de esta manera despejando tu camino para que todo lo maravilloso de Dios venga a ti y a los tuyos, y aunque tengas que enfrentar dificultades, no vas a estar desprotegido, Dios estará de tu lado no te dejara ni te desamparara, porque siempre tiene cuidado de todos aquellos que entregan su vida a Él.


Cuando me aconsejaron desviar mi camino por otra ruta y así evitar retrasos e inconvenientes, yo no hice caso, tal vez por quedar bien y por no querer incomodar o molestar a otros para que me expliquen el asunto con mayor claridad, o sencillamente porque no creí que la cosa fuese tan grave, lo cierto es que por no oír el consejo sufrimos las consecuencias, no solo yo sino también mi esposa, que estaba conmigo en ese momento, espero que vos no hagas lo mismo y que luego de leer este mensaje puedas hacer los ajustes necesarios y determines caminar junto a Dios cada día de tu vida, oyendo su voz, obedeciendo sus mandamientos para que no solo vos sino también tu flia. , Y los que ocupan un lugar en tu corazón sean alcanzados por la bendición y por todo lo bueno de Dios.

- Por Mario R. Serrano

Mensajes alentadores.com

domingo, 30 de octubre de 2011

Dios puede usarnos a todos




¿Te has preguntado alguna vez por qué Dios te ha llamado para hacer algo para El? Hay muchas razones por las que pensarías que no lo lo haría. Sin embargo, El no espera a que seamos perfectos para llamarnos. Piensa en todos los que Dios ha usado. Estás en buena compañía si piensas que no estás preparado para que Dios te use.








• Abraham mintió.

Sara se rió de las promesas de Dios.
• Moisés tartamudeó.
• Juan Marcos fue rechazado por Pablo
• Timoteo tenía úlceras.
• La mujer de Oseas era prostituta.
• La preparación de Amós era solamente la de podar higueras.
• Jacob fue un traidor.
• David tuvo una aventura amorosa.
• Salomón era demasiado rico.
• Jesús era demasiado pobre.
• Abraham era demasiado viejo.
• David era demasiado joven.
• Pedro tenía miedo de la muerte.
• Lázaro estaba muerto.
• Juan era autosuficiente.
• Noemi era viuda.
• Pablo era un asesino
• Moisés también.
• Jonás escapó de Dios
• Miriam era una chismosa.
• Gedeón y Tomás dudaron.
• Jeremías era depresivo y suicida.
• Elías estaba estresado y ansioso.
• Juan Bautista era vociferante.
• Sansón tenía el pelo largo.
• Noé se emborrachó


Pero Dios no se comporta como si fuese un jefe. El es mucho más que eso. Es nuestro Padre. El no busca una ganancia financiera. No tiene prejuicios ni es parcial. No es sordo a nuestro clamor. No es ciego a nuestros defectos. Satanás dirá “No eres digno”. Pero Jesús dice “Yo lo soy”. Satanás mira hacia atrás y mira nuestros errores. Dios mira hacia atrás y mira la Cruz.

sábado, 29 de octubre de 2011

Palabras poco cuidadosas




Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, pues por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:36-37).

A veces parece que pensamos que las palabras que pronunciamos simplemente caen al vacío y mueren, o se desvanecen en el aire, o se convierten en nada. Pero, ¡no! Nuestras palabras perduran - ¡ellas no mueren!

Usted puede decir, “Pero yo solamente dije este chisme a un amigo y él prometió no mencionárselo a nadie. Con él terminó.” No, ¡eso no sucederá! Cada palabra que usted y yo pronunciamos está grabada, escrita en la eternidad, y nosotros las escucharemos todas repetirse en el día del juicio.

Recuerdo haber experimentado una profunda convicción tras una conversación con un amigo acerca de un chisme. Lo que dije fue cierto. Se trataba de una situación moral que tuve que manejar referente a un ministro. Su nombre fue pronunciado en la conversación y yo dije, “No confíes en él. ¡Yo sé algo acerca de él!”

En el momento en que yo pronuncié eso, me sentí condenado. El Espíritu Santo me susurró al oido, “¡Para aquí! Nadie necesita saber de esto. No diga más porque no hay ningún propósito detrás. A pesar de que es verdad, ¡no lo repitas!”

Lo que yo había dicho era ya suficientemente negativo. Pero cuando saque todos los detalles, yo supe que ¡debí de haberme quedado callado! Me encontraba profundamente convencido por el Espíritu Santo. Así que más tarde le hablé a mi amigo y le dije, “Lo siento, fue un chisme. Estaba fuera de control. Por favor no lo repitas. Intenta no pensar al respecto.”

¿Acaso mi pecado es cubierto por la sangre de Jesús? Sí, porque yo reconozco completamente que he pecado y le he permitido al Espíritu Santo mostrarme parte del orgullo legalista que aún habita en mi. ¡Le permití que me humillara y me sanara! Hoy, cada vez que voy a decir algo en contra de alguien, obedezco al Espíritu Santo en cuanto lo escucho decirme alto y claramente,
“¡Deténte!”




David Wilkerson

viernes, 28 de octubre de 2011

El silencio de Dios





Dios está siempre presente con nosotros… pero hay momentos cuando nos despoja de su presencia en nuestra conciencia.

Quien no sintió un escalofrío al leer o escuchar la oración desgarradora de Jesús en la Cruz: “Padre, porque me has abandonado”. Posiblemente también existieron momentos en nuestra vida en los que tuvimos una fuerte identificación con aquellas palabras. A veces cargadas de reproche, otras de impotencia y, aun de perplejidad.

Muchos personajes Bíblicos vivieron esta experiencia a la que convenientemente se le denomina “desierto”, aprovechando una rica imagen bíblica. San Juan de la Cruz avanza aun más la descripción y la llamo “la noche oscura del alma” a este tiempo de ausencias y distancias gravosas.


¿Existe una intencionalidad divina en la distancia, en esa sensación de desamparo? Por momentos, desde el dolor, pensamos en una incomprensible dosis de crueldad: Dios soltándonos en una especie de “arréglate como puedas” o desde la vergüenza culposa buscamos respuestas en el proporcionado “castigo” que nuestra contumacia merece. En el contexto de un oráculo cargado de esperanza, Dios proclama en el libro de Isaías.


“Era como una esposa joven abandonada y afligida, pero, tu Dios te vuelve a llamar y te dice: “por un pequeño instante te abandone, pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo. En un arranque de ira, por un momento, me oculte de ti, pero con amor eterno te tuve compasión”. (Is 54:6,8).

Tal vez esta imagen nos permita aproximarnos a la comprensión de la táctica divina: suelta nuestras manos esperando el paso. ¿Que pasaría si los padres no dejarán a sus hijos en la horrible circunstancia de la soledad para caminar? ¿Podemos imaginar una vida en la que una persona a los treinta años está caminando todavía de la mano de sus progenitores?

Dios nos despoja de la conciencia para forjar en nosotros un espíritu deseoso de su presencia y compañía. Un Dios que por su amor nos quiere adultos.


En la oscura noche del alma se sufre y se gime, pero se crece. ¿Cual es nuestra actitud cuando al intentar una y mil veces la oración sentimos vacío y soledad? ¿Nos empecinamos como un bebé y apoyamos la posadera en el suelo esperando las manos que nos rescaten de tanto naufragio? ¿O buscamos caminar, a tientas, sin apoyo hacia los brazos que al final del camino nos esperan?