domingo, 31 de enero de 2021

El miedo nos paraliza

 

Los antiguos veían en el miedo un castigo de los dioses, los griegos divinizaron estas emociones en dioses como Deimos que representaba el temor, y Phobos el miedo, esforzándose por reconciliarlos en tiempo de guerra. A los dioses Deinos y Phobos correspondían las divinidades romanas Pallor y Pavor.

Para Sócrates, el miedo no es más que un mal inminente y Aristóteles define el miedo como una expresión del mal.

Puede afirmarse que el miedo es una emoción, que ha acompañado al ser humano durante toda la historia. Esta realidad es compartida con las demás especies del reino animal, quienes al reconocer la presencia del peligro asumen comportamientos de evitación, ataque o huida.

Afirman Maturana  y Bloch, que las emociones básicas en su diversidad son todas y cada una importantes y necesarias, de forma tal que el fluir permanente de las emociones es el que permite la plenitud.

Los temores que enfrentamos los seres humanos son los mismos en todos los lugares, estos se expresan según las amenazas que podemos experimentar a lo largo de nuestra existencia. Sin embargo, a pesar de las reacciones que provoca el miedo es necesario como una voz de alarma ante los peligros existentes, de tal forma que contribuye a la supervivencia de las especies.

El arma más poderosa que tiene un gobernante no es la fuerza. No es la represión, el castigo ni la guerra. Esas artes son de otros tiempos, de otras épocas. Hoy en día los gobernantes prefieren no llegar hasta esos extremos para controlar y someter a sus ciudadanos. Hoy en día ya no es necesario.

No es preciso porque han descubierto que, a la hora de gestionar una población, no es necesaria la fuerza si se sabe bien cómo amenazar a los individuos. Debido al miedo transmitido con una amenaza, las personas obedecerán como si les hubieran atacado o torturado.

La realidad del miedo no es tan solo lo que puede significar, sino el daño que puede hacer en nosotros. Vivir lleno de miedos puede paralizar todos los planes de Dios con nosotros. La Sagrada Escritura (La Biblia) nos alienta diciendo: “Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio.” 2 Timoteo 1:7.

El miedo encoge, anestesia, creando una sociedad conformista, que impide la irrupción de un movimiento colectivo para defender los derechos de los pobres y marginados. Al ir cada uno a lo suyo, se extiende una pandemia de individualismo, insolidaridad y egoísmo. La norma predominante es “sálvese quien pueda”.

Pues bien, en medio del gran miedo se nos dice que recobremos el ánimo, que no dejemos que se nos vaya el “alma”, que no nos abajemos y arrastremos. El hombre (hombre-mujer) es un ser que eleva la cabeza y vive de esperanza.

Me viene a la mente una escena de gran dramatismo. Jesús duerme en la barca, mientras sus discípulos están a punto de ahogarse a causa de una gran tempestad que los sorprendió.

Podemos pensar en la irresponsabilidad de Jesús al quedarse dormido en esos momentos tan delicados, y creer  que el Maestro no era consciente del peligro al que estaban sometidos aquellos marineros experimentados en tempestades. Pero Jesús les ofrece una respuesta  que tranquiliza tan necias suposiciones al preguntarle a la atemorizada tripulación: ¿por qué teméis hombres de poca fe?

Viajo en el tiempo y me imagino en la barca junto a Pedro, remando, extenuado y con inquietante sensación de angustia. Murmurado con Andrés sobre la indiferente postura del Maestro ante un acontecimiento tan desafortunado. Pero justo en ese momento, entre el agitado movimiento de la embarcación, es cuando me sacuden las palabras de Cristo, al hacerme comprender que olvidamos quien es el tripulante invitado.

Amaina la tempestad, se multiplican los panes y los peces, se llenan de luz los ojos de los ciegos y aun así seguimos poniendo en tela de juicio la autoridad de quien obra tales milagros. Incapaces de reconocer tras tales actos la mano poderosa del Dios de la vida.

Él puede hacer hoy los mismos milagros que hizo ayer, su poder no menguó, ni su amor hacia nosotros, sin embargo seguimos dudando de su capacidad y poder para sanar vidas, sosegar las tempestades y tranquilizar nuestros corazones, pero sin lógica seguimos dudando y exclamando: ¡Señor, sálvanos que nos hundimos!

Pues ya deberíamos saber que Él no duerme, sólo espera que confiemos en que Él guía nuestra barca y que por muy bravo que esté el mar su voz amainará la tempestad y habrá bonanza.

martes, 26 de enero de 2021

No puede haber una ley superior en el periodismo que decir la verdad y afear el mal

 

“La primera obligación del periodismo es con la verdad”: este, ni más ni menos, es el primero de los “elementos del periodismo” enumerados por Bill Kovach y Tom Rosenstiel. “No puede haber una ley superior en el periodismo que decir la verdad y afear el mal”, escribe Walter Lippmann.

Gabriel García Márquez, en su discurso El mejor oficio del mundo, mencionó: “ya no se forman, sólo se informan.” Bien sabemos que la censura, y en lo contemporáneo, la autocensura de los medios de comunicación ha sido parte de éstos; sin embargo, anteriormente no se vivía con el miedo a perder la vida, la familia o la reputación en caso de que el periodista dijera algo de más o de menos. No podemos desconocer el asunto de que muchos están vendiendo su ética y dignidad por un par de monedas. Los valores y principios se han dejado para luego, cosa que afecta e influye en la práctica del buen periodismo. Algunos periodistas actuales son "timoratos" porque  no "arriesgan por la verdad" como los profesionales de pasadas décadas. Son periodistas que no se interesan por la valentía, por sacar las cosas.  El único medio que el mundo actual posee para mantener a los poderosos a raya, para conservarlos en los márgenes de ese saludable miedo, es una prensa libre, lúcida, culta, eficaz, independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la decencia, son imposibles.

Quien aspire a ser periodista, lo mismo que quien aspira a ser soldado o bombero, debe saber que el riesgo es un factor que estará presente en su ejercicio profesional.

¡La amenaza pone a prueba la consistencia profesional del periodista y su nivel ético!

Cuando el periodista se  atrinchera, disminuyen su credibilidad y sus posibilidades de influencia. El buen periodista no debe venderse a nadie, ni a patrocinadores, ni a jefes, ni a políticos, ni siquiera a su medio. Debe ser leal únicamente al público, pero especialmente leal a la búsqueda incansable de la verdad.

“La misión del periodista en cualquier sociedad democrática es decir la verdad y avergonzar al diablo, como sugería Walter Lipmann, es ser odiado por todos los bandos, sentarse frente a la pantalla, ante la computadora o la cámara y no ser amigo de nadie”, declaró la politóloga Denise Dresser, al conducir la entrega del Premio Nacional de Periodismo 2014.

El obispo Mártir y Santo Monseñor Romero, lamentaba que los medios de comunicación ocultaran la realidad y se pusieran al servicio del dinero y de los intereses de quienes tenían el poder del dinero. “Es lástima –dijo– tener unos medios de comunicación tan vendidos a las condiciones. Es lástima no poder confiar en la noticia del periódico o de la televisión o de la radio porque todo está comprado, está amañado y no se dice la verdad” (Homilía, 2 de abril de 1978) “No le tengamos miedo a quedarnos solos si es en honor a la verdad. Tengamos miedo de ser demagogos y andar ambicionando las falsas adulaciones del pueblo. Si no le decimos la verdad, estamos cometiendo el peor de los pecados: traicionando la verdad y traicionando al pueblo “Añadía.

Ignacio Ellacuría fue mucho más allá, y consideró que la labor de la palabra no es sólo potestad del periodista. Es potestad del pueblo, y así lo inmortalizó con estas palabras: “Que el pueblo haga oír su voz, que el pueblo reflexione… sobre la situación del país, que exija ser bien informado. Que haga sentir cómo se necesita cuanto antes un desarrollo económico profundo del país, cómo se necesita que se resuelva su problema de injusticia”.

El buen periodismo trata de llegar a la verdad o, al menos, a una parte importante de ella. Busca todas las fuentes posibles, incluidas las que son difíciles o peligrosas de alcanzar. Comprueba los hechos y hace juicios explícitos acerca de la calidad de las pruebas. Una de sus formas más puras es la del testigo presencial de acontecimientos importantes. Después, el buen periodismo trata de contar la historia, de describir, mostrar, explicar y analizar, tan clara y vívidamente como sea posible, haciendo que la materia sea accesible a públicos que de otra forma no la conocerían.

En el Mensaje para la 55ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa Francisco propone una comunicación basada en el encuentro directo con las realidades, las personas, las experiencias. El riesgo de los "periódicos fotocopia" y de la información "de palacio" pre-confeccionada.

El papa Francisco pone el dedo en la llaga cuando se refiere a la “elocuencia vacía que abunda en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública, tanto en el comercio como en la política". Y cita a Shakespeare, en "El Mercader de Venecia": «Sabe hablar sin cesar y no decir nada. Sus razones son dos granos de trigo en dos fanegas de paja. Se debe buscar todo el día para encontrarlos y cuando se encuentran, no valen la pena de la búsqueda»”.

Mi admiración a los buenos periodistas y las buenas periodistas, guardianes ambos de nuestras libertades.

domingo, 24 de enero de 2021

Los políticos honrados se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha

 



Hay pobres porque el dinero no se pone al servicio de las personas; hay pobres porque se compra y se vende a los hombres por dinero; hay pobres porque hay políticos avaros.

Se han ocupado nuestros políticos de saber cuánta gente trabajadora (no simplemente en paro) acude a los comedores de Cáritas.  Hace ya tiempo comenzó a usarse entre nosotros ese eufemismo de las “puertas giratorias” por las que han pasado tanto socialistas como neoliberales. “Se acabaron las puertas giratorias. Hay que cerrarlas”. Lo decía en una entrevista en televisión un Pedro Sánchez entonces sólo secretario general del PSOE, pero se le ha olvidado pronto… Con las veces que Pedro Sánchez se ha desdicho de sus promesas podría redactarse una enciclopedia, o una tesis doctoral. Necesitamos políticos que tengan una verdadera vocación de servicio y que no entren en la política para satisfacer intereses individuales o particulares. Que se impidan los favores y los consabidos amiguismos, que continuamente saltan a los medios de comunicación.

Cuando el Partido Socialista no practica el socialismo… su evolución natural es desaparecer. 

Sinceramente, si algunos políticos están tan necesitados de puestos tan bien pagados los veo más preparados para llevar una empresa de pompas fúnebres…Cuando los cretinos que se han cocinado en los hornos autoritarios y verticales de los partidos políticos llegan al poder, son cualquier cosa menos demócratas. Su obsesión es ya vivir de la política, defender las posiciones que han conquistado, mantenerse en el poder y muchas veces también enriquecerse y atiborrarse de dinero, ventajas y privilegios.

A lo mejor es que los políticos son tan sabios que aceptan aquello de que "el ser humano vale por su ser, no por lo que hace". Pero lo entienden muy mal porque lo que quiere decir esa verdad tan seria es que hombres y mujeres valemos por el hecho de ser seres humanos, no por el hecho de ser políticos…

Todo ambicioso de poder es por no saber vivir… Es incapaz de amistad y amor. Es fanático de la mentira. Es un soberbio y un déspota potencial. Es un miserable, desleal. Todo eso lo guía al ROBO, DISPENDIO de lo que no le pertenece. Es un enfermo, el poder enferma, y el poder absoluto enferma absolutamente. Algunos políticos roban porque no saben hacer otra cosa y quieren “asegurar” su futuro, el de sus hijos, nietos, bisnietos, hasta la enésima descendencia.

El Político que se considere cristiano debe promover una mayor igualdad social, procurar que cambie la actual estructura clasista de nuestra sociedad.

El afán de poder nos sólo se reduce a la pertenencia a una clase social.  Este afán de poder sigue ejerciendo una gran influencia, tanto en países capitalistas como en países socialistas de muy distinto signo.

El buen gobierno necesita del compromiso de la responsabilidad, de la creencia compartida de que la corrupción es un acto de traición a la confianza prestada, y de leyes firmes que la prevengan y condenen.

 “PSOE y PP, la misma mierda es” fue una consigna repetida en las manifestaciones de la lucha social, en España en los últimos lustros. No es una verdad absoluta, pero ahí está, para tenerla en cuenta. Es lamentable ver como cuando se trata de sus propios intereses económicos  PSOE Y PP son capaces de ponerse de acuerdo…

En España, que un político deje su cargo y asuma responsabilidades es una absoluta anomalía. Muy pocos dirigentes optan por prescindir de su sueldo y del amparo que supone el paraguas de la Administración Pública.

Para Hans Kung, el fin de la ética en política es el de “rescatar la dignidad humana”. Al respecto escribió: “El hombre ha de ser más de lo que es: ha de ser más humano. Es bueno para el hombre lo que preserva, fomenta y realiza: su humanidad. El hombre ha de explotar su potencial humano, en aras de una sociedad humana y un ecosistema intacto, cambiando básicamente su rumbo de actuación. Su humanidad en potencia es muy superior a su humanidad en acto. En este sentido, el realismo del principio de responsabilidad y la “utopía” del principio de esperanza se reclaman mutuamente.” (Kung, 1991, 49). En suma, lo mínimo que se pretende alcanzando un espíritu ético en quienes ocupan cargos públicos es la adquisición de la responsabilidad para así obtener resultados más efectivos.

Ética y política son los ojos de un mismo rostro; la política no puede operar acertadamente sin la ética. En la cultura clásica moderna, de aquellos que ejercían la política con ética, se decía que tenían “decorum”; tener decorum era garantía de ser un político honesto, discreto y justo. En su vida obras paralelas afirmaba Plutarco que “el hombre es el más cruel de todas las fieras, cuando a las pasiones se une el poder sin virtud” y Cicerón, en su arriesgado y valiente ataque en sus “Verrinas” contra la corrupción del tirano Verres de Silicia: “cuando los políticos no se rigen por la ética, son como las hienas a la caza del poder”

La política puede ser la más noble de las tareas; pero es susceptible de ser el más vil de los oficios.

Con la autoridad de los siglos, es bueno recordar las palabras del sabio Confucio sobre la manera de actuar de un buen gobernante, necesaria lección para nuestro alcalde: “ El gobernante se haya obligado, sobre todo, a  perfeccionar su inteligencia y su carácter para conseguir la virtud; recobraría el afecto del pueblo; si goza del afecto del pueblo; su poder se extendería por toda la región; si ha adquirido el poder sobre la región, le resultará fácil alcanzar la prosperidad del Estado.”

La confianza de la ciudadanía en los políticos desciende cada día, pierde credibilidad y, en consecuencia, los ciudadanos también vamos perdiendo la confianza en las instituciones.

“Cuanto más dinero se tiene, más posibilidades existen de cometer comportamientos poco éticos. “ Así de contundente es Paul Piff, psicólogo  social de la universidad de Berkeley, quien ha dedicado gran parte de su trabajo a estudiar diferencias entre personas de clase alta y de clase baja. Los políticos huyen de todo lo que sea plantear problemas de valores o cuestiones de principios, reduciendo la cuestión a un trato de intereses.

Nicolás Maquiavelo, en “El príncipe» (XVIII, 466) dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra alguien que se deja engañar”.  La pura verdad es que en la actualidad somos “millones” los que votamos como salvadores de nuestros males, a embusteros que se hartan de predicarnos mentiras y patrañas.

Está claro que en el fondo del asunto los intereses económicos le han ganado la partida a los intereses políticos. Dicho más claramente, los intereses económicos de los políticos le han ganado la partida a los intereses políticos.

Yo no digo que todos los políticos sean así. Lo que sí afirmo es que, hoy, el ejercicio de la política exige una integridad ética para la que muchos profesionales de los asuntos públicos no están preparados y así nos luce el pelo.

Si los que nos gobiernan necesitan una integridad ética indiscutible, la misma integridad necesitamos los gobernados, y si no, ¿qué hacemos cada  cuatro años, dando nuestro voto de confianza a quien sabemos que nos está engañando y lo va a seguir haciendo de nuevo?

viernes, 22 de enero de 2021

La oración en tiempos de pandemia

 

Ha caído nuestro orgullo occidental de ser omnipotentes protagonistas del mundo moderno, señores de la ciencia y del progreso. En plena cuarentena doméstica y sin poder salir a la calle, comenzamos a valorar la realidad de la vida familiar. Algunos se preguntan dónde está Dios en estos momentos. Está en las víctimas de esta pandemia, está en los médicos y sanitarios que atienden a los enfermos, está en los científicos que buscan vacunas para el Coronavirus, está en todos los que en estos días colaboran y ayudan para solucionar el problema, está en los que rezan por los demás, en los que difunden esperanza.

¿Sirve la oración ante esta catástrofe? Por supuesto que sí, pero aclarando a qué Dios nos dirigimos. En primer lugar tenemos que rechazar la idea de que se trata de un castigo de Dios, al que hay que suplicar que tenga misericordia de nosotros y deje de castigarnos. Dios no castiga ni prueba a nadie: Respeta, se solidariza, ayuda… Se nos informa metódicamente de los infectados y los muertos a escala planetaria. ¡Aplastante información masiva! Y las consecuentes sobredosis de angustias y obsesiones.

Ciertamente, es un misterio que nosotros le podamos suplicar a Dios, pidiendo su ayuda en nuestra vida. El mismo Dios omnipotente se ha dejado emocionar por nuestra voz, cuando recibe nuestras peticiones. El mismo Jesucristo la ha comparado con un padre de la tierra: no necesita del hijo, pero goza cuando el hijo le suplica y pide su asistencia. “La oración de petición, un modo de colaborar con Dios.” Afirma Xabier Pikaza.

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4: 6- 7.Pablo nos está enseñando a dejar de preocuparnos e ir a Dios en oración y súplica. Quedarse quieto y orar no significa ser pasivo y aceptar sin más el destino. Quedarse quieto es un acto de fe, es descansar en Dios, el fin de todas las preguntas, dudas y esfuerzos inútiles.

Los cristianos sabemos que la petición es infalible: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llama se le abre” (Mt 7, 7-8). Las peticiones llamadas y búsquedas del mundo acaban muchas veces en fracaso. Dios es diferente: la puerta de su corazón se mantiene siempre abierta, atentos sus oídos, despierta su mirada. Dios nos oye por el Cristo, de manera que "todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Jn 16,23). Los creyentes de Jesús sabemos que Dios mira, atiende, escucha... Dios conoce nuestras necesidades y responde a nuestras peticiones. Frente a un dios de pura ley que tiene escritos sus caminos de antemano, hemos hallado a un Dios de amor que hace camino con nosotros, sus hijos, sus hermanos y hermanas. Por eso le invocamos, pidiéndole ayuda y compañía.

No importa lo que le suceda en el mundo, ¡no hay poder en el infierno que pueda robar la paz de Dios a través de Jesucristo, y la cual es implantada en nuestra alma! Dios tendrá a sus hijos gobernados por su paz. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones.”  Por momentos desde el dolor y el sufrimiento, pensamos en una incomprensible crueldad, como si Dios nos dijera: “arréglatelas como puedas” Muchas veces nos culpamos buscando respuestas al proporcionado “castigo” que nuestra obstinación merece. Pero en un oráculo cargado de esperanza, Dios proclama en el libro de Isaías: “Era como una esposa joven abandonada y  afligida, pero tu Dios te vuelve a llamar y te dice: por un pequeño instante te abandonaré, pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo. En un arranque de ira,  por un momento, me oculté de ti, pero con amor eterno te tuve compasión». (Is 54: 6,8). El Dios cristiano “nos abandona”, pero ese abandono es su peculiar forma de estar con nosotros. Debemos recordar que el Señor entiende su paz como diferente de la paz humana, la del mundo, cuando dice: ”Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo” (Juan 14:27). La de Jesús es otra paz, diferente de la mundana. En este tiempo de dificultad algunas personas tienen sus corazones turbados y algunos viven en temor, secretamente plagados de pánico, agitación y noches de insomnio. Para muchos, la paz va y viene, dejándolos preocupados, inquietos y maltratados por el estrés. Sin embargo, Zacarías profetizó que el Mesías vendría para “que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:74-75).

Mientras se prepara para morir en el huerto de Getsemaní, Jesús pide al ser humano que participe en su impotencia. Ese gesto es una forma de comunión con lo sagrado que reconoce la autonomía del mundo y la responsabilidad del hombre: «El mundo adulto –escribe Bonhoeffer– está más sin Dios que el mundo no adulto, y precisamente por esto quizás más cercano a Él».

El pesimismo es una tentación moderna. Algunas grandes epidemias y el hambre de millones de personas en el mundo son problemas que la humanidad puede resolver. Esto, unido al egoísmo que existe también a nivel político, hace que estemos especialmente sensibilizados ante el tema. Debemos trabajar mucho todos para que este problema se reduzca lo máximo posible. Como repetía Benedicto XVI, “el hombre del tercer milenio desea una vida auténtica y plena, tiene necesidad de verdad, de libertad profunda, de amor gratuito. También en los desiertos del mundo secularizado, el alma del hombre tiene sed de Dios, del Dios vivo”. De ahí la responsabilidad de los creyentes, cada uno desde su sitio, de aportar luces nuevas, en la estela de los primeros cristianos. El Espíritu, como invoca una oración clásica,  renueva todas las cosas, también la vida de los cristianos. Nos hace capaces de encontrar modalidades que sean adecuadas a los tiempos y a las situaciones.

martes, 12 de enero de 2021

La Iglesia católica nunca ha buscado el verdadero ecumenismo

 


David Wilkerson profetizó acerca de una Mega Iglesia Ecuménica donde el lider será el Papa. El texto dice literalmente:

“Veo la formación de una superiglesia mundial que consistirá en una unión entre protestantes ecuménicos liberales y la iglesia católica romana, que se unirán políticamente de la mano, creando una de las más poderosas fuerzas religiosas en la tierra.”

“Esta superiglesia mundial será espiritual solo de nombre, y usará desembarazadamente el nombre de Jesucristo, pero de hecho será anti-cristo y política en muchas de sus actividades…
Roma insistirá en obtener muchas concesiones de los líderes ecuménicos protestantes, y las recibirá. El Papa será considerado más un jefe político que un líder espiritual de esta gran unión. A su vez, los líderes protestantes del movimiento ecuménico insistirán en obtener ciertas concesiones de Roma, y las recibirán…
No se les pedirá a estos que consideren al Papa como la cabeza infalible de la iglesia, y aceptarán su jefatura política sin aceptar su papel como sucesor de Pedro.” La Visión pag. 80

El periodista y teólogo José de Segovia ha asegurado en una entrevista que “la Iglesia católica nunca ha buscado el verdadero ecumenismo”. “La pretensión que tiene la Iglesia católica en este documento es claramente antibíblica” 

“La gran importancia en los evangelios no está en la “unidad” sino en la “verdad” –arguye De Segovia. El teólogo recuerda que en la oración de Jesús del capítulo 17 del evangelio de Juan se pide por la unidad pero, al mismo tiempo, “Jesús dice: ya somos uno en la verdad”. “La unidad de la iglesia debe partir de su fundamento que es la Verdad” –remarca De Segovia- “en cambio la Iglesia católica sacrifica la Verdad entendiendo que se encuentra en la unidad de su institución”. El teólogo afirma que este tipo de unidad “llega al engaño” de pensar que ver a la Iglesia católica es ver a Cristo y que, por lo tanto, la relación que haya con la Iglesia es la relación que hay con Cristo.

“La Iglesia Católica le pone actualmente al mundo una cara apacible, y presenta disculpas por sus horribles crueldades. Se ha puesto vestiduras como las de Cristo; pero en realidad no ha cambiado. Todos los principios formulados por el papismo en edades pasadas subsisten en nuestros días. Las doctrinas inventadas en los siglos más tenebrosos siguen profesándose aún. Nadie se engañe. El papado que los protestantes están ahora tan dispuestos a honrar, es el mismo que gobernaba al mundo en tiempos de la Reforma, cuando se levantaron hombres de Dios con peligro de sus vidas para denunciar la iniquidad de él. El romanismo sostiene las mismas orgullosas pretensiones con que supo dominar sobre reyes y príncipes y arrogarse las prerrogativas de Dios. Su espíritu no es hoy menos cruel ni despótico que cuando destruía la libertad humana y mataba a los santos del Altísimo.” Afirma Elena de White.

Jesús no vistió ninguna vestidura especial. Entra dentro de lo posible el que los sacerdotes judíos sí que tuvieran vestiduras clericales, pues constituían una casta. Pero, de acuerdo a lo que nos dicen las dos genealogías de los Evangelios, Jesús pertenecía al linaje de los reyes de Judá, no al de los descendientes de Leví. El Mesías no era un sacerdote del Antiguo Testamento. Además, Él comienza un nuevo sacerdocio.

Los Apóstoles, por tanto, tampoco llevaron ninguna prenda distintiva, ni tampoco sus sucesores. Obrar de otra manera, en medio de una persecución, hubiera sido una temeridad. Cuando Martín Lutero lanzó su reto de reforma de la Iglesia Católica Romana, no lo hizo animado por un espíritu de innovación o rebeldía, sino movido por convicciones enraizadas en la Palabra de Dios.

Aunque el clero seguía vistiendo sin ropas especiales, poco a poco, en algunos lugares sí que se fue desarrollando un modo distintivo de vestir. En el año 428, por una carta del Papa Celestino, sabemos dos cosas: que en Roma no existía una vestidura clerical, pero que en la Galia algunos obispos ya la usaban. La carta del Papa, curiosamente, exhorta a que los clérigos se distingan de los laicos no por las ropas, sino por sus virtudes. Pero ni siquiera esta opinión papal pudo detener el curso de la historia que ineludiblemente llevaba a mostrar externamente esa distinción.

En la doctrina de la justificación por la fe halló la base para una solidaridad inalterable de los cristianos entre sí que hacía imposible la división tradicional entre “eclesiásticos” (los clérigos) y “seculares” (los laicos). Parafraseando Gálatas 3:28 escribe: “No hay sacerdote ni laico, cura ni vicario, rico ni pobre.

En la actualidad hay algunas comunidades que empiezan a reunirse por sí mismas, sin un presbítero oficial, suscitando desde abajo sus propios ministerios de celebración y plegaria, servicio social y amor mutuo etc. Como al principio de la iglesia. Son comunidades que han comenzado a compartir la Palabra y celebrar el Perdón y la Cena de Señor sin contar con un ministro ordenado al estilo tradicional.

Para esta comunidades la Eucaristía es todo el tiempo, desde que llegan por la mañana, se saludan y se interesan unos por otros hasta que se marchan por la tarde y por supuesto la importante hora del almuerzo donde se relajan y comparten en común. Es una eucaristía muy adaptada a su forma de pensar, en plan sencillo, donde dan mucha importancia además de a la lectura del evangelio, a los comentarios de todos, que los enriquecen y luego la acción de gracias es o bien improvisada por quien preside o bien alguna plegaria hecha por ellos mismos o de algún compañero. Comparten el pan y el vino y toman conciencia que Jesús está presente en medio de ellos y los impulsa a seguir con esperanza caminando por la vida.

 

sábado, 9 de enero de 2021

El obispo está convencido de que le ha ido bien y lo ha hecho bien, todo lo "bien" que ha querido. Me fiaría más de misioneros claretianos que lo han dado todo.


 

Los misioneros, allá en la selva de Perú encontraron las raíces de la vida, la inmensa realidad de la pobreza, la opresión y la miseria, en un mundo que había sido redimido por Jesús. No fueron a buscar la injusticia, pero estaba allí y la encontraron. No la miraron un momento en los libros, de pasada, la vivieron y la sufrieron, entre los campesinos indígenas y los terratenientes, entre los intereses del capital y la durísima guerrilla, en medio de una Iglesia y de una Congregación entregada al Evangelio, pero en riesgo de perderse y envolverse en otras tareas e ideales, menos evangélicos, menos humanos. 

 Ciertamente hay, muchos religiosos buenos, claretianos. Pero quedan pocos hombres como ellos, hechos a la verdad clara de la selva, no podían integrarse ya en la trama de pactos, de oscuridades y las medias verdades de la “nueva” España. De esa manera, por ser fiel a sí mismos y a su nombre cristiano, dejaron sus Congregaciones a las que amaban (a las que han seguido amando hasta el fin), dejaron un tipo de ministerio eclesial de presbítero que era para ellos sagrado. No han muerto, ellos viven, porque han sembrado vida, con la Vida de Jesús. La que está agonizando, la que está muriendo sin remedio, es un tipo de Iglesia clerical. Jesús no necesitó poderes, ni edificios propios, ni funcionarios a sueldo, sino que «proclamó» la llegada del Reino de Dios, sin instituciones especializadas. Habló con imágenes que todos podían entender y actuó con gestos que todos podían asumir, abriendo cauces personales de solidaridad entre los excluidos y necesitados.

  Los misioneros que he conocido sintieron que tenían que dejar su camino anterior de religiosos y presbíteros oficiales, por fidelidad a su propia vocación cristiana. Y ésta fue la tragedia de alguno de ellos: La Iglesia que le había hecho y enviado al mundo lejano no supo o no quiso recibirlo en su casa, en la vieja España. Y le hizo sentirse extraño, un marginado y olvidado, no en Perú, sino en su hogar de Iglesia, en su misma tierra, que al final de su vida fue su Galicia natal. 

 En el año 2015, en una entrevista de un diario regional, el vicario general hablaba de la posibilidad de utilizar casas rectorales o casas habilitadas con ayuda de Cáritas o de feligreses que quieran colaborar. El obispo de Mondoñedo hacía estas declaraciones en la web diocesana: «Trabajemos todos por superar la lacra que representa la exclusión social» Pero parece que el proyecto se ha quedado en papel mojado… En la diócesis todavía quedan rectorales vacías que se están deteriorando por la falta de uso. 

 Tras trece años de actividad, la residencia universitaria de la Domus Eclessiae de Ferrol ha cerrado sus puertas debido a la escasa demanda de plazas por parte de los estudiantes del campus. 

 El obispado de Mondoñedo-Ferrol cierra también la Librería Diocesana “Chamorro” de Ferrol después de treinta años de servicio. “El déficit que cada año generaba ha abocado a tener que tomar esa dolorosa decisión, por hacerse imposible para la diócesis seguir asumiendo dichas pérdidas.” Comunicaban en los medios el 31 de enero de 2019. 

 El día 13 de octubre, 2019 cerraba al culto la iglesia parroquial de Santa Cruz, en Canido. 

 Si no hubiese cruzado con el señor obispo algunas líneas hablando estérilmente de varios de estos temas que después he tratado de forma pública, no habría de faltar quien quisiera tratarme como a un pobre desmemoriado. Pero no es el caso. Los seglares no estamos para «hacer la vista gorda», tenemos que enfrentar y ver los dolores de la gente para intentar reparar lo que podemos y para avisar a quienes tienen capacidad y responsabilidad en el desarrollo de la comunidad eclesiástica. «La Iglesia necesita que todos seamos profetas», es decir, «hombres de esperanza», siempre «directos» y nunca «débiles», capaces de decir al pueblo y a, los jerarcas «palabras fuertes cuando hay que decirlas» y de llorar juntos si es necesario. 

He aquí el perfil de profeta delineado por el Papa Francisco, el Papa propuso un verdadero y propio «test» para reconocer al profeta auténtico. No es un anunciador «de desventuras» o «un juez crítico» y ni siquiera «recriminador de oficio». Sobre todo es un cristiano que «recrimina cuando es necesario», siempre «abriendo las puertas» y arriesgando en persona también «la piel» por «la verdad» y para «resanar las raíces y la pertenencia al pueblo de Dios». 

 Los cristianos no podemos quedarnos callados cuando vemos actuaciones contrarias al Reino de justicia. Como nos enseña el profeta Ezequiel, si no avisamos al extraviado, éste no podrá cambiar de conducta y morirá por propia culpa, pero a nosotros, por nuestra inacción, se nos pedirá cuentas de su muerte. 

 Con pena, veo cómo se sigue intentando acallar las voces críticas que proponen alternativas, como si desde la jerarquía tuviesen en mente mejores propuestas que por alguna extraña razón no dan a conocer. Muchos esperamos que reaccionen antes de que sea tarde, no vaya a ser que se acaben quedando solos, pastores en paro, buscando alguna oveja a la que pastorear. 

 El sistema eclesial ha tendido a convertirse en mercado de inversiones y seguridades sacrales, poderes e influjos, al servicio de un Dios al que hemos identificado con un tipo de administración cristiana. No cabe duda de que a la autoridad le resulta más cómodo un súbdito pasivo y receptivo que uno que interroga y creativo. Además, decía el catedrático de Gramática Histórica, Eugenio de Bustos, que el «El lenguaje político, como todo lenguaje, no es inocente. Intenta siempre, de alguna manera, mover al oyente en una dirección determinada, manipular nuestra conciencia». 

 Las palabras son poderosas y eso lo saben los jerarcas y los líderes políticos. 

 Lo que no es nuevo, es el hecho de manipular el lenguaje. Ya Quevedo (1580-1645) en “El mundo por de dentro” nos decía: “Pues todo es hipocresía. Pues en los nombres de las cosas ¿no la hay la mayor del mundo? El zapatero de viejo se llama entretenedor del calzado; el botero, sastre del vino, que le hace de vestir; el mozo de mulas, gentilhombre de camino;… la putería, casa; las putas, damas; las alcahuetas, dueñas; los cornudos, honrados. Amistad llaman al mancebamiento, trato a la usura, burla a la estafa, gracia a la mentira, donaire a la malicia, descuido a la bellaquería, valiente al desvergonzado, cortesano al vagamundo, al negro, moreno…” 

 Ya no quedan obispos como Pedro Casaldáliga que se despojó de su sotana, vestía pantalones vaqueros, calzaba chanclas y vivía en una casa pequeña de campesino.