sábado, 5 de noviembre de 2011

El trato misericordioso de Dios




“... yo soy el padre de Israel, y Efraín es mi primogénito.”
(Jeremías31:9).

El pueblo de Efraín, la tribu más grande de Israel, era la más cercana al corazón de Dios. El Señor tenía un plan eterno para esta bendecida tribu, pero Efraín continuó actuando en rebeldía y afligiendo a Dios. ¡Este pueblo pecó más que ningún otro en Israel! Pero, ¿acaso Dios abandonó a Efraín? Por el contrario, el Señor dijo que ¡este pueblo sería libre y rescatado! Ellos vivirían



¿Qué vió Dios en Efraín?



Ellos tenían un corazón arrepentido -avergonzados de su pecado y deseosos de regresar con su Señor. Y, a pesar de todas sus fallas, ¡esta actitud atrajo el corazón de Dios! Cuando una fuerte palabra profética vino a Efraín, ellos respondieron al ser reprendidos y lloraron ante su pecado.

Frente al grado de su rebeldía, Dios dijo, “¿No es Efraín un hijo precioso para mí? ¿No es un niño en quien me deleito? Desde que hablé de él, lo he recordado constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él, y ciertamente tendré de él misericordia...” (Jeremías 31:20). Dios estaba diciendo, “A pesar de las debilidades y fallas de Efraín, veo su espíritu arrepentido y no apartaré de él mi amor. ¡Mi propósito eterno para Efraín continuará como lo había planeado!”

Amado, ¡Dios tiene un plan para su vida! Él cumplirá Sus propósitos en usted, no importa lo que usted esté pasando o cuan severa sea su prueba. ¡Dios ha puesto mucho esfuerzo en la planeación de su futuro!

Yo tengo una palabra profética para algunos que están leyendo este mensaje ahora: usted no puede juzgar el propósito eterno de Dios hacia usted basado en lo que siente y piensa. Dios quiere decirle, “Haz que tu corazón se humille delante de mí. Confía en mi Palabra acerca de minaturaleza - yo soy un Padre tierno y amoroso, y quien ha invertido mucho en tí y no voy a dejarte ir. Tú eres mi deleite y te libraré!”

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11).




David Wilkerson

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