martes, 26 de enero de 2021

No puede haber una ley superior en el periodismo que decir la verdad y afear el mal

 

“La primera obligación del periodismo es con la verdad”: este, ni más ni menos, es el primero de los “elementos del periodismo” enumerados por Bill Kovach y Tom Rosenstiel. “No puede haber una ley superior en el periodismo que decir la verdad y afear el mal”, escribe Walter Lippmann.

Gabriel García Márquez, en su discurso El mejor oficio del mundo, mencionó: “ya no se forman, sólo se informan.” Bien sabemos que la censura, y en lo contemporáneo, la autocensura de los medios de comunicación ha sido parte de éstos; sin embargo, anteriormente no se vivía con el miedo a perder la vida, la familia o la reputación en caso de que el periodista dijera algo de más o de menos. No podemos desconocer el asunto de que muchos están vendiendo su ética y dignidad por un par de monedas. Los valores y principios se han dejado para luego, cosa que afecta e influye en la práctica del buen periodismo. Algunos periodistas actuales son "timoratos" porque  no "arriesgan por la verdad" como los profesionales de pasadas décadas. Son periodistas que no se interesan por la valentía, por sacar las cosas.  El único medio que el mundo actual posee para mantener a los poderosos a raya, para conservarlos en los márgenes de ese saludable miedo, es una prensa libre, lúcida, culta, eficaz, independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la decencia, son imposibles.

Quien aspire a ser periodista, lo mismo que quien aspira a ser soldado o bombero, debe saber que el riesgo es un factor que estará presente en su ejercicio profesional.

¡La amenaza pone a prueba la consistencia profesional del periodista y su nivel ético!

Cuando el periodista se  atrinchera, disminuyen su credibilidad y sus posibilidades de influencia. El buen periodista no debe venderse a nadie, ni a patrocinadores, ni a jefes, ni a políticos, ni siquiera a su medio. Debe ser leal únicamente al público, pero especialmente leal a la búsqueda incansable de la verdad.

“La misión del periodista en cualquier sociedad democrática es decir la verdad y avergonzar al diablo, como sugería Walter Lipmann, es ser odiado por todos los bandos, sentarse frente a la pantalla, ante la computadora o la cámara y no ser amigo de nadie”, declaró la politóloga Denise Dresser, al conducir la entrega del Premio Nacional de Periodismo 2014.

El obispo Mártir y Santo Monseñor Romero, lamentaba que los medios de comunicación ocultaran la realidad y se pusieran al servicio del dinero y de los intereses de quienes tenían el poder del dinero. “Es lástima –dijo– tener unos medios de comunicación tan vendidos a las condiciones. Es lástima no poder confiar en la noticia del periódico o de la televisión o de la radio porque todo está comprado, está amañado y no se dice la verdad” (Homilía, 2 de abril de 1978) “No le tengamos miedo a quedarnos solos si es en honor a la verdad. Tengamos miedo de ser demagogos y andar ambicionando las falsas adulaciones del pueblo. Si no le decimos la verdad, estamos cometiendo el peor de los pecados: traicionando la verdad y traicionando al pueblo “Añadía.

Ignacio Ellacuría fue mucho más allá, y consideró que la labor de la palabra no es sólo potestad del periodista. Es potestad del pueblo, y así lo inmortalizó con estas palabras: “Que el pueblo haga oír su voz, que el pueblo reflexione… sobre la situación del país, que exija ser bien informado. Que haga sentir cómo se necesita cuanto antes un desarrollo económico profundo del país, cómo se necesita que se resuelva su problema de injusticia”.

El buen periodismo trata de llegar a la verdad o, al menos, a una parte importante de ella. Busca todas las fuentes posibles, incluidas las que son difíciles o peligrosas de alcanzar. Comprueba los hechos y hace juicios explícitos acerca de la calidad de las pruebas. Una de sus formas más puras es la del testigo presencial de acontecimientos importantes. Después, el buen periodismo trata de contar la historia, de describir, mostrar, explicar y analizar, tan clara y vívidamente como sea posible, haciendo que la materia sea accesible a públicos que de otra forma no la conocerían.

En el Mensaje para la 55ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa Francisco propone una comunicación basada en el encuentro directo con las realidades, las personas, las experiencias. El riesgo de los "periódicos fotocopia" y de la información "de palacio" pre-confeccionada.

El papa Francisco pone el dedo en la llaga cuando se refiere a la “elocuencia vacía que abunda en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública, tanto en el comercio como en la política". Y cita a Shakespeare, en "El Mercader de Venecia": «Sabe hablar sin cesar y no decir nada. Sus razones son dos granos de trigo en dos fanegas de paja. Se debe buscar todo el día para encontrarlos y cuando se encuentran, no valen la pena de la búsqueda»”.

Mi admiración a los buenos periodistas y las buenas periodistas, guardianes ambos de nuestras libertades.

1 comentario:

  1. Mis felicitaciones José Carlos un buen artículo pero desgraciadamente es la pura realidad hoy nos desinforman. Gracias

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