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martes, 12 de enero de 2021

La Iglesia católica nunca ha buscado el verdadero ecumenismo

 


David Wilkerson profetizó acerca de una Mega Iglesia Ecuménica donde el lider será el Papa. El texto dice literalmente:

“Veo la formación de una superiglesia mundial que consistirá en una unión entre protestantes ecuménicos liberales y la iglesia católica romana, que se unirán políticamente de la mano, creando una de las más poderosas fuerzas religiosas en la tierra.”

“Esta superiglesia mundial será espiritual solo de nombre, y usará desembarazadamente el nombre de Jesucristo, pero de hecho será anti-cristo y política en muchas de sus actividades…
Roma insistirá en obtener muchas concesiones de los líderes ecuménicos protestantes, y las recibirá. El Papa será considerado más un jefe político que un líder espiritual de esta gran unión. A su vez, los líderes protestantes del movimiento ecuménico insistirán en obtener ciertas concesiones de Roma, y las recibirán…
No se les pedirá a estos que consideren al Papa como la cabeza infalible de la iglesia, y aceptarán su jefatura política sin aceptar su papel como sucesor de Pedro.” La Visión pag. 80

El periodista y teólogo José de Segovia ha asegurado en una entrevista que “la Iglesia católica nunca ha buscado el verdadero ecumenismo”. “La pretensión que tiene la Iglesia católica en este documento es claramente antibíblica” 

“La gran importancia en los evangelios no está en la “unidad” sino en la “verdad” –arguye De Segovia. El teólogo recuerda que en la oración de Jesús del capítulo 17 del evangelio de Juan se pide por la unidad pero, al mismo tiempo, “Jesús dice: ya somos uno en la verdad”. “La unidad de la iglesia debe partir de su fundamento que es la Verdad” –remarca De Segovia- “en cambio la Iglesia católica sacrifica la Verdad entendiendo que se encuentra en la unidad de su institución”. El teólogo afirma que este tipo de unidad “llega al engaño” de pensar que ver a la Iglesia católica es ver a Cristo y que, por lo tanto, la relación que haya con la Iglesia es la relación que hay con Cristo.

“La Iglesia Católica le pone actualmente al mundo una cara apacible, y presenta disculpas por sus horribles crueldades. Se ha puesto vestiduras como las de Cristo; pero en realidad no ha cambiado. Todos los principios formulados por el papismo en edades pasadas subsisten en nuestros días. Las doctrinas inventadas en los siglos más tenebrosos siguen profesándose aún. Nadie se engañe. El papado que los protestantes están ahora tan dispuestos a honrar, es el mismo que gobernaba al mundo en tiempos de la Reforma, cuando se levantaron hombres de Dios con peligro de sus vidas para denunciar la iniquidad de él. El romanismo sostiene las mismas orgullosas pretensiones con que supo dominar sobre reyes y príncipes y arrogarse las prerrogativas de Dios. Su espíritu no es hoy menos cruel ni despótico que cuando destruía la libertad humana y mataba a los santos del Altísimo.” Afirma Elena de White.

Jesús no vistió ninguna vestidura especial. Entra dentro de lo posible el que los sacerdotes judíos sí que tuvieran vestiduras clericales, pues constituían una casta. Pero, de acuerdo a lo que nos dicen las dos genealogías de los Evangelios, Jesús pertenecía al linaje de los reyes de Judá, no al de los descendientes de Leví. El Mesías no era un sacerdote del Antiguo Testamento. Además, Él comienza un nuevo sacerdocio.

Los Apóstoles, por tanto, tampoco llevaron ninguna prenda distintiva, ni tampoco sus sucesores. Obrar de otra manera, en medio de una persecución, hubiera sido una temeridad. Cuando Martín Lutero lanzó su reto de reforma de la Iglesia Católica Romana, no lo hizo animado por un espíritu de innovación o rebeldía, sino movido por convicciones enraizadas en la Palabra de Dios.

Aunque el clero seguía vistiendo sin ropas especiales, poco a poco, en algunos lugares sí que se fue desarrollando un modo distintivo de vestir. En el año 428, por una carta del Papa Celestino, sabemos dos cosas: que en Roma no existía una vestidura clerical, pero que en la Galia algunos obispos ya la usaban. La carta del Papa, curiosamente, exhorta a que los clérigos se distingan de los laicos no por las ropas, sino por sus virtudes. Pero ni siquiera esta opinión papal pudo detener el curso de la historia que ineludiblemente llevaba a mostrar externamente esa distinción.

En la doctrina de la justificación por la fe halló la base para una solidaridad inalterable de los cristianos entre sí que hacía imposible la división tradicional entre “eclesiásticos” (los clérigos) y “seculares” (los laicos). Parafraseando Gálatas 3:28 escribe: “No hay sacerdote ni laico, cura ni vicario, rico ni pobre.

En la actualidad hay algunas comunidades que empiezan a reunirse por sí mismas, sin un presbítero oficial, suscitando desde abajo sus propios ministerios de celebración y plegaria, servicio social y amor mutuo etc. Como al principio de la iglesia. Son comunidades que han comenzado a compartir la Palabra y celebrar el Perdón y la Cena de Señor sin contar con un ministro ordenado al estilo tradicional.

Para esta comunidades la Eucaristía es todo el tiempo, desde que llegan por la mañana, se saludan y se interesan unos por otros hasta que se marchan por la tarde y por supuesto la importante hora del almuerzo donde se relajan y comparten en común. Es una eucaristía muy adaptada a su forma de pensar, en plan sencillo, donde dan mucha importancia además de a la lectura del evangelio, a los comentarios de todos, que los enriquecen y luego la acción de gracias es o bien improvisada por quien preside o bien alguna plegaria hecha por ellos mismos o de algún compañero. Comparten el pan y el vino y toman conciencia que Jesús está presente en medio de ellos y los impulsa a seguir con esperanza caminando por la vida.

 

lunes, 15 de enero de 2018

Semana de oración por la unidad de los cristianos




En primer lugar, hay que aclarar, que el movimiento conocido como “Ecumenismo”, tal como lo conocemos hoy, tiene sus orígenes en el mismo protestantismo del siglo XX. Luego, la Iglesia Católica iría asumiendo su rol en este sentido, propiciando encuentros y acciones tendentes en busca de unificar elementos comunes y posibles vías para la unidad entre toda la cristiandad.

El Movimiento Ecuménico comenzó de modo oficial con el Congreso Misionero de Edimburgo, Escocia, en el año 1910.
Ecumenismo es un movimiento o tendencia dentro del cristianismo que aspira a la unidad de las iglesias, con el fin de superar las divisiones. Del latín oecumenicus o “tierra habitada”, el término se utilizaba en el imperio romano para referirse a los territorios dominados por Roma donde los cristianos tenían sede, expresando al mundo como una totalidad que superaba los límites geográficos, en referencia a las tierras conquistadas.
Si  comprometemos la doctrina respecto a las creencias fundamentales de la fe cristiana, si no  deshonramos o ignoramos el evangelio, si los creyentes podemos mantener un claro testimonio ante el mundo, y si Dios es glorificado, entonces podemos de manera libre y gozosa, unirnos con otros creyentes en la búsqueda del reino de Dios.
De ahí que el diálogo ecuménico sea todo lo contrario de una renuncia de la propia identidad en aras de una mezcolanza ecuménica.
El don del ecumenismo ha de consistir en descubrir que no somos extraños ni rivales unos para otros, sino hermanos y hermanas en Cristo. Nunca podremos estar suficientemente agradecidos a Dios por este regalo. No debemos dejar que la alegría de este regalo de Dios se vea empañada por el hecho de que afloren diferencias y problemas. La unidad de los cristianos es un encargo de Jesucristo, quien oró para que todos fuéramos uno  (Juan 17,21).
El ecumenismo acontece dándose testimonio de la propia riqueza, para aprender así unos de otros. Todavía nos conocemos demasiado poco y por eso nos amamos demasiado poco.
Así también el dialogo ecuménico sirve en sentido análogo a lo que Pablo dice: “Cuando os reunáis que cada uno aporte algo” (1 Cor 14,26)
Los católicos pueden aprender de los hermanos evangélicos sobre la importancia de la Palabra de Dios, La lectura y la exégesis de la Sagrada Escritura; los evangélicos, por su parte, pueden aprender de los católicos la importancia de los símbolos y celebraciones litúrgicas.
Seamos una bendición unos para los otros.