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viernes, 17 de febrero de 2017

José Gea Escolano; un obispo nuestro y de Mondoñedo



Vaya por delante que no es este lugar para ajustar cuentas con una persona fallecida, sea quien sea.
Parece que muchos olvidan que Gea Escolano se arrogó el papel de juez del Tribunal Constitucional para asegurar que el matrimonio entre homosexuales no solo no tenía cabida en la Iglesia Católica (nada que objetar, ellos sabrán cómo funciona su casa), sino ¡en la Constitución Española! Es fácil encontrar por ahí sus artículos diciendo que era "dar luz verde al todo vale". El problema era que cuanto más se explicaba, más empeoraba las cosas. Equiparó sin ningún pudor no a los homosexuales, sino "a los que practican la homosexualidad" con "quienes practican el robo o el asesinato, aunque uno tenga tendencia a ello". 
"Una cosa es tener tendencias homosexuales y otra, practicar la homosexualidad o el robo o el asesinato... aunque uno tenga tendencia a ello", señalaba el obispo. "Yo nunca he dicho que los homosexuales no entrarán en el Reino de los Cielos; lo dijo San Pablo", añade.

Pero, ¿qué dijo Jesús sobre la homosexualidad? Absolutamente nada, Jesús se limitó a condenar la hipocresía religiosa de su contexto, la corrupción política, la discriminación y el racismo; apostó por el amor, el respeto, la asertividad; empoderó a las minorías sociales y revindico a la mujer como igual; hablo de la naturaleza divina del hombre sin menospreciar o echar a una lado su naturaleza carnal, incorporó ambas, la pasión y la aspiración platónica, en un ser radicalmente benevolente. Jesús fue un revolucionario del pensamiento social. 

José Gea Escolano, dijo también que «no se puede alardear» de la homosexualidad haciéndolo compatible con el ejercicio del sacerdocio y calificó de «enfermo» al párroco onubense José Mantero, que reconoció ser homosexual. Asimismo, afirmó que «un homosexual no es normal» y comparó a este colectivo con los ciegos y sordos, «que tienen un fallo en su naturaleza».
En una entrevista con Julia Otero en cuanto al preservativo, matizó que la Iglesia «comprende» su uso pero «no puede decir que eso es bueno». Curioso razonamiento...
Gea Escolano publicó también un artículo en su blog Un obispo Opina, alojado en Religión en Libertad, que llevaba por título Comunión de los divorciados y vueltos a casar donde responde a los 20 teólogos españoles que han firmado el manifiesto: Carta al obispo de Roma. En ese texto, los teólogos reclamabann al Papa Francisco que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar. Esa Carta al obispo de Roma está firmada por el obispo emérito de Palencia, Nicolás Castellanos, y los teólogos José Antonio Pagola, José Ignacio González Faus, Andrés Torres Queiruga, Luis González-Carvajal, Javier Vitoria, Lucía Ramón, Joaquín Perea o Ximo García Roca, entre otros. Monseñor Gea se dirige a los firmantes del texto con estas palabras: “La manifestación que habéis hecho con respecto a la comunión de los divorciados vueltos a casar y la verdad, me extrañan las cosas que decís y también me extraña que no digáis algunas que no decís”.
A pesar de todo esto sabía muy bien Gea Escolano que la misma iglesia católica declaró disueltos matrimonios “naturalmente “ validos y legítimos.
La alegaciones contra la permisión legal del divorcio para las parejas fracasadas deben contemplarse con la prudencia jurídica necesaria pero non son consistentes para llegar a negarlo, como tampoco pesan  de hecho, por desgracia, razones tan importantes como el derecho al trabajo estable, a una vida digna y amplia etc.
Razones que también atacan el matrimonio.
La iglesia procuró el bien da institución matrimonial, dejando de lado el bien de las personas y de las parejas. Creo que ponerse al servicio de la institución, de la ley de la norma o del contrato o al lado de la persona, de la libertad, y del amor es un desafió básico y permanente para los cristianos.
Para empezar, hay que pegar un soberano tirón de orejas a todos cuantos pusieron el grito en cielo cuando José Gea abría la boca (que por cierto era muy a menudo) y hoy le alaban
Algún sacerdote  que hoy lo ensalza  parece que no recuerda cuando le envió una carta aconsejándole que si fallecía delante se abstuviera de ir a su entierro, de lo contrario avisaría a su familia para que lo echara fuera… 

Ahora bien, en Mateo no se nos dice cuál sea el punto central de la doctrina de los fariseos y saduceos, pero en Lucas 12:1, el Señor dice a sus discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. ¡De manera que la hipocresía es aquello de lo cual el Señor quiere librar a sus discípulos!

Ahora bien, el hecho de que la hipocresía sea representada aquí con la levadura, es algo que debiéramos considerar. La levadura fermenta la masa, le hace tomar un volumen que no es real, con el fin de que pueda cocerse mejor. El espíritu farisaico, es decir, la hipocresía, era como una levadura porque mostraba una apariencia mayor que la realidad. La bondad de ellos era externa, pública, sin contenido.
 La muerte es el gran igualador, pero no en el sentido que creían los poetas medievales. La muerte no nos iguala porque nos llegue a todos, sino porque nos hace a todos buenos. Socialmente nos ponemos de acuerdo para resaltar las virtudes del muerto, tapar sus obvios defectos y mirar mal a quien no quiera participar en la farsa.
Espera un momento. ¿Carente de emociones? ¿Inhumano? ¿Ahora no querer participar en la farsa colectiva del “pobrecito, qué bueno era” ?
Seguro que a  los pocos minutos de publicar este post tengo a alguien poniéndome de psicópata para arriba.

viernes, 5 de febrero de 2016

Si es necesario usen las palabras...

 
 
En respuesta al artículo de Xaquin campo Freire en el Diario de Ferrol:
Esta es parte de una frase atribuida a Francisco de Asís. La frase completa fue, “Prediquen el evangelio en todo tiempo y de ser necesario usen palabras,
 Mi vida puede predicar mejor que mis palabras las buenas nuevas de Dios. Mi vida es falible. En realidad podemos creer que Dios iba a permitir que hombres falibles predicaran con sus vidas Sus buenas noticias? En Su infinita sabiduría Dios no permitiría que el hombre estropeara con su pecado Su plan de redención. Por ello dejó escrito Su mensaje para el mundo entero (1 Corintios 15).
El hombre que, al ser reprendido, se vuelve terco, de repente y sin remedio será quebrantado.” (Proverbios 29:1).
Que decir de una persona que ante un tribunal eclesiástico difamó a  otra persona diciendo que estaba trastornada para conseguir la ruptura de un vínculo sagrado. ¿Qué sentencia pueden esperar de cualquier juez humano si es que no creen en el Divino? Los humanos, si son ajenos a la religión, sentenciaran incoherencia y miseria moral. El Divino, inescrutable, ¿quién sabe lo que sentenciaría aparte de mostrar su misericordia por pecadores de tal guisa?
La palabra hebrea para “reprendido” en este versículo se refiere a la enseñanza de corrección. Y la palabra para “sin remedio” aquí es “marpe”, la cual significa “sin cura,” “sin ninguna posibilidad de liberación.” Primeramente, este versículo nos dice que la dureza de corazón viene como resultado de rechazar repetidos avisos, de echar a un lado todo cortejo de la verdad. Y, segundo, nos dice que al pasar el tiempo tal dureza es imposible de curar. Así que, ¿quiénes son las personas que más a menudo escuchan estos avisos? ¡Supuestamente, ellos son cristianos, aquellos que se sientan en la casa de Dios cada semana predicando los sermones de reprensión!
En mi experiencia, los corazones más duros – el tipo incurable – siempre ha sido encontrado al alcance de predicaciones ungidas por el Espíritu Santo. Tal dureza no existe en iglesias frías, muertas y formales donde el evangelio ha sido corrompido por generaciones. ¡No – siempre se encuentra donde una palabra pura es predicada desde el púlpito  y rechazada en los bancos.
Quiero hacerte un examen, para ver si ya has tomado los primeros pasos hacia la dureza de corazón. Déjame hacerte las siguientes preguntas:
1. ¿Cuántas veces ha escuchado mensajes acerca del peligro de descuidar la oración diaria y la lectura de la Biblia?
Has escrito muchos mensajes y predicado sobre ese tema, pero Si has ignorado el llamado del Espíritu Santo para atraerte al lugar secreto para intimidad, entonces has tomado los primeros pasos hacia la dureza de corazón. Puedes llenar todo tu tiempo con buenas obras y buenas palabras, bendiciendo a la gente y derramando tu corazón en el servicio cristiano. Pero si descuidas tu tiempo con el Señor, negándote a buscar su rostro u obedecer su palabra , te pondrás débil, temeroso, deprimido, y finalmente serás una presa para el diablo.
2 ¿Cuántas veces has sido advertido de las terribles consecuencias del chisme?
Ahora, otra vez déjame usar la plomada en tu vida: ¿Has dicho algo contra un hermano o hermana alguna vez o le has juzgado falsamente, en algo que no era asunto tuyo? O, ¿has escuchado y difundido algún chisme acerca de esa persona? Si es así, ¿permitiste que una semilla de duda acerca de él o ella fuera sembrada en tu alma?
Romanos 7:15-24
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”
Lo que Pablo está describiendo es una situación miserable. Si no tomas en cuenta el contexto del pasaje y si ignoras y descuentas las realidades del nuevo nacimiento tú también te vas a sentir miserable. Tú también vas a clamar “oh miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. Pero Pablo dice todo lo que dice para describir la situación antes de Cristo. Es una situación que anhelaba un libertador. Sí, antes de Cristo todos nosotros clamábamos “Oh miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. Pero las buena noticia es que hace más de 2000 años ¡vino el libertador! Su nombre es Jesucristo. Pablo no detiene la pregunta: “Oh miserable de mi, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” sino que inmediatamente continua con la respuesta que dice:
Romanos 8:1-4
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
¡Cuando miro hacia atrás, doy gracias a Dios por cada «diablo» escogido por mi Padre fiel, pues es muy probable que yo hubiese perdido algunas de las más grandes bendiciones de mi vida si no hubiera sido por todos ellos!
 Sólo Dios puede realizar tal milagro, pero he descubierto que la paradoja de estas palabras es una realidad. La traición a manos de aquellos a quienes hemos confiado el corazón puede traernos bendiciones imposibles de contener. A través de la traición he aprendido lo que el salmista quiso decir cuando cantó: «En esto conoceré que te he agradado, que mi enemigo no se huelgue de mí» (Salmo 41:11). También lo que el profeta quiso decir cuando escribió: «Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo el Señor» (Isaías 54:17).
A través de la traición aprendí que el poder y la gracia del Señor Jesucristo en mi vida sólo pueden ser realizadas a través de la bendición de la debilidad, que es producida por las bofetadas de Satanás como un aguijón en la carne (2ª Cor. 12:7).
A través de la traición somos preparados para la bendición de ser usados alentando a otros en la misma prueba de fe, con la misma consolación que nosotros hemos recibido de Dios (2ª Cor. 1:4).
A través de la experiencia de la traición de muchos amigos falsos, he recibido una de las más grandes bendiciones de mi vida.
Cuando se concreta la bendición de la traición, podemos mirar hacia atrás y ver cuánto hemos segado en creciente gozo, amor, gracia, fuerza y comunión con el  Señor Jesús; nos sentimos abrumados por la comprensión de cuánto bien nos ha hecho nuestro traidor. No importa cuáles fueron sus intenciones. Lo que importa es el fruto  que Él ha traído a nuestras vidas.
Oseas no fue el único profeta que puso de relieve la opinión de Dios sobre la traición, opinión que debemos adoptar si esperamos disfrutar de una vida feliz. Examinemos ahora el segundo capítulo de Malaquías  y veamos cómo se resalta lo que piensa Dios sobre la traición. Aunque Malaquías abordó la situación que reinaba en el pueblo de Dios décadas después de su regreso del cautiverio en Babilonia, este segundo capítulo tiene verdadero significado para nosotros

El capítulo 2 se inicia con la censura de Jehová a los sacerdotes judíos por alejarse de sus justos caminos. Si no tomaban a pecho Su consejo y no corregían su proceder, era seguro que se acarrearían graves consecuencias. Fijémonos en los dos primeros versículos: “Este mandamiento es para ustedes, oh sacerdotes. Si no quieren escuchar, y si no quieren poner en el corazón el dar gloria a mi nombre —ha dicho Jehová de los ejércitos—, ciertamente también enviaré sobre ustedes la maldición, y ciertamente maldeciré sus bendiciones”. De haber enseñado los sacerdotes al pueblo las leyes de Dios y haberlas obedecido, se les habría bendecido. Pero por pasar por alto la voluntad divina, lo que les aguardaría era una maldición. Hasta las bendiciones pronunciadas por los sacerdotes se tornarían en maldición.

A los que tienen el privilegio de enseñar la Palabra de Dios en las congregaciones debe servirles de advertencia Malaquías 2:7, donde dice que sus labios “deben guardar el conocimiento, y la ley es lo que la gente debe buscar” en sus bocas. Sobre tales maestros pesa una gran responsabilidad, pues Santiago 3:1 indica que ‘recibirán juicio más severo’. Han de enseñar con vigor y entusiasmo, y sus enseñanzas han de basarse sólidamente en la Palabra escrita de Dios y en la instrucción que se proporciona mediante la organización de Jehová. De esa manera, “estarán adecuadamente capacitados para enseñar a otros”. Por ello, se les da este consejo: “Haz lo sumo posible para presentarte aprobado a Dios, trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la verdad correctamente” (2 Timoteo 2:2, 15).

El arrepentimiento incluye una tristeza piadosa por el pecado. El lamento de la persona verdaderamente arrepentida envuelve una profunda tristeza de corazón, no por temor a ser castigada sino por el mal que le ha hecho a un Dios santo, lleno de amor y de gracia. San Pablo se refiere a esta clase de tristeza al escribir a los creyentes corintios: “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” Corintios 7:10).

El arrepentimiento no consiste sólo en sentirse triste por las acciones pecaminosas. Para que haya verdadero arrepentimiento, debe uno volverse del pecado. En Lucas 16:19-31 observamos que el hombre rico en el infierno clamaba que el tuvieran lástima. Estaba profundamente triste, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Quienes no se arrepienten ahora algún día llorarán y se lamentarán (Mateo 13:42,50; Lucas 13,28).

 José Carlos Enríquez Díaz

 

 

sábado, 6 de junio de 2015

Cuando un religioso se sale de su compromiso.


El nacionalismo es una ideología del siglo XIX que convierte en ídolo a “la nación”, a quien debe rendirse toda fidelidad en cualquier ámbito social. La sustitución de la religión por la idolatría nacionalista es una de las señales que distinguen al nacionalismo. Por eso el nacionalismo es uno de los principales catalizadores de la pérdida de la vida espiritual.
Y no nos olvidamos del monjerío de reality show. Lucía Caram se pasa la vida de haciendo de mamporrera del nacionalismo. Teresa Forcades incluso ha fundado un partido.

A ver: ¿De verdad la política es tarea de monjas trotaplatós? ¿Alguien cree que esto hace bien a los pocos católicos que van quedando, hartos de ver su fe convertida en pasto de chusca ideología? ¿Los obispos tienen algo que decir?

 Los sacerdotes, religiosos y personas laicas comprometidas no pueden ni deben jamás identificarse con una idea política ni con una acción que pueda dividir al pueblo al que deben dirigir ni por sus actos ni por sus acciones sino aunar con su labor y agrupar a todos bajo la Iglesia.
Hace meses que llevo escuchando teorías sobre monjas y religiosos que desde su posición nos dan ideas políticas o de ideología.

 Primero fue la señora Teresa Forcades que nos da visiones teológicas que entiendo no son del todo de su competencia... Pero que puedo escuchar y discutir. Luego llegó una sor Argentina de clausura que rompe la clausura y sale al mundo creando una nueva congregación sin salir en la que vive. No contenta con esto La Caran se alinea con un partido político y un club de fútbol y todo publico en las redes sociales...

La monja charlatana Teresa Forcades también imparte talleres de medicina alternativa a 155 €. Hay quien asegura que el agua del mar puede con el ébola. Otros, que este virus no prospera si tomamos aceite de orégano. También los iones de plata curan esta enfermedad letal o incluso frotarse con sal. La última ha sido la ozonoterapia administrada por el recto. Y luego ya están los productos directamente venenosos o nocivos, pero que se recomiendan sin tapujos como remedios curalotodo. Como sucede con el cáncer y otras enfermedades que suscitan especial desasosiego entre la gente, empresas y curanderos sin escrúpulos también  aprovecharon la atención obtenida por el brote de ébola para tratar de colocar sus productos y sus mensajes.

 Llegado a este punto me planteo lo siguiente ¿es buena la labor de estos sacerdotes y religiosas, aporta algo?
La señora Caran es cierto,  esta haciendo mucha labor social, una labor social muy digna pero que sobre todo abre una comunidad de clausura al mundo. Llegados aquí mi pregunta es ¿esto es obra de Dios? obra de Dios quiero pensar que si y que ella en su entusiasmo se ha equivocado de congregación porque esta viciando de contendió y el sentido de una religiosa de clausura.

 Creo que llegados a este punto la Sor tiene que aclarar sus ideas y elegir un lugar donde Dios la llame pero no es la clausura eso seguro... Y seguro que con una ideología marcada no puede unir a los fieles.
Entremos ahora en el sacerdote gallego...


Hace unos días en un diario local gallego, que cae en mis manos casi por casualidad me encuentro a un sacerdote gallego, un tal Xoaquin Campo Freire que en una tribuna abierta en la que escribe una columna hace un panegirico al gallego criticando a los políticos gallegos por la política lingüística que estos llevan.
  

Leyendo su artículo puedo ver que tiene al igual que sor Argentina  un campo social muy interesante, trabaja con reclusos y según parece hace una labor muy interesante que por lo que he podido ver lo hace en su parroquia que esta como otras muchas de la Diócesis de Mondoñedo a campo...

Un sacerdote como él dice ha de hablar castellano, ruso, italiano, o chino para llegar a la gente pero lo que no aprendió Xoaquin es que para llegar de verdad no hace falta la lengua, sino una mirada y al corazón, la lengua es el complemento...

Una defensa del gallego la puedo entender en un lingüista o incluso en un político pero no en un sacerdote y menos cuestionar si la labor de un gobierno en temas lingüísticos es o no correcto.

 Mi querido Xoaquin ¿te has planteado alguna vez si tus feligreses te entienden en gallego?
¿Celebras la eucaristía en las dos lenguas para que todos podamos entender las palabras? ¿Dejas a un lado tus ideas políticas nacionalistas?

 En este punto tanto a la sor argentina como el sacerdote gallego confunden los términos porque si quieren realizar una buena labor les recomendaría que hagan como el padre Ángel quien ni habla de política ni toma posicionamiento solo hace una labor y una labor en la que la mano derecha no sabe lo que hay en la izquierda y por más  que sale en los medios no habla de política solo de labor y acción.
Si seguimos por estas vías lo más normal es que terminemos todos en un psiquiátrico eso si después de haber matado la Fe a millones de personas… jóvenes con valores pero que no creen en nada, mayores que no creen en esta Iglesia porque estaban acostumbrados a otras y una gran mayoría de jóvenes y mayores que buscan la Iglesia sin política.

 Con respecto al obispo Araujo que tanto cariño le tiene el señor Campo creo que no es este el momento de contar su historia.  Sólo voy a mencionar el empeño que tuvo en ordenar a un clérigo desordenado que terminó causando notable escándalo en la diócesis.
Parece que también se cogió un rebote monumental cuando nombraron en 1984 arzobispo de Santiago al auxiliar de monseñor Suquía, el hoy cardenal Rouco, pues era él quien se consideraba con más méritos que nadie para la mitra compostelana. Y poco después renunciaba a Mondoñedo-Ferrol (1985). Al menos eso es lo que se dijo en Galicia.

 Que el Señor le acoja en su infinita misericordia.

¿Por qué estos religiosos no hacen lo mismo que el padre Ángel?
Todas las ideologías son falsas, ya que hay muchas,son hijas del tiempo (la Historia nos dice que ha habido muchas y han desaparecido la mayoría) y dependen de los intereses reales de los que las utilizan (luego, cuando tus intereses cambian, tus ideologías cambian)

 ¿Merece la pena cambiar a Cristo, cuya verdad es eterna para el creyente, por modas pasajeras?

sábado, 24 de mayo de 2014

Xaquin Campo Freire y la política




Más de un centenar de personas se concentran en Ferrol «contra a represión sindical»

Convocados por los sindicatos CCOO, UGT, CIG y USTG ante el edificio administrativo de la Xunta de Galicia, fueron más de un centenar las personas que desde las 12 del mediodía de este jueves acudieron a un acto celebrado conjuntamente en todas las ciudades gallegas.
El encargado de leer el documento de protesta elaborado por los cuatro sindicatos fue Xaquín Campo Freire, miembro del Observatorio para a Defensa dos Dereitos e Liberdades (ESCULCA).

Campo Freire alertó de una «criminalización da resposta social» por parte del Gobierno, que utiliza la «represión» contra todas aquellas personas que se manifiestan en desacuerdo con sus políticas.

http://www.ferrol360.es/mas-de-un-centenar-de-personas-se-concentran-en-ferrol-contra-a-represion-sindical/

Señor Campo Freire: para acabar con la fe de las personas muchos curas nacionalistas introducen la lucha de clases en el seno de la Iglesia obran disolviendo, forman focos de división entre los fieles, pero sobre todo en los ambientes eclesiásticos y religiosos. Dividen a los obispos en dos bloques: los integristas y los progresistas.
Revelan a sus fieles contra los obispos con miles de pretextos. Atacan de frente a la iglesia como combatiendo, para su bien, sus estructuras anticuadas y los abusos que la desfiguran. Con hábiles golpes forman en los ambientes eclesiásticos núcleos insatisfechos para atraerles poco a poco al clima fecundo de la lucha de clases. Adaptan lenta y pacientemente, la infiltración de nuevos contenidos en las ideas tradicionales. Se trata no de liquidar, en un primer momento a la Iglesia, si no de ponerla en el dique seco, incorporándola al servicio de sus ideas nacionalistas. El resto vendrá después”.

Estos autoproclamados defensores del débil. En dos versiones, la más honesta es la que quiere su desaparición pura y simple. Odian a la Iglesia y cualquier pretexto, como el del débil, les vale. La otra es más hipócrita, no quieren la desaparición de la Iglesia sino otra mangoneada por ellos. Por ese minúsculo grupo de sacerdotes, exsacerdotes, religiosos y laicos, más alguna monja desnortada, que no se parecería nada a la católica y que no sobreviviría ni un par de años.
Fe cristiana es fe en Cristo o tal como Cristo la enseña y practica.
La fe que tenían los rudos pescadores de Galilea era cristiana, o sea en Cristo y tal como Cristo la enseñaba y practicaba. Y sentían regusto en esa fe: «Auméntanos la fe» (Lc 17,5), pidieron un día a Jesús.

Cuando don Miguel de Unamuno —hombre profundamente religioso, aunque no católico— paseaba en Salamanca con sus amigos dominicos, les decía: "Con vuestro racionalismo abstracto, habéis agotado la fe".

Pero, ¿cuántos se alejan de la iglesia y abandonan su fe en Cristo, por causa del mal testimonio?
 Sr Campo Freire  le recuerdo lo que dice el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros

 Compromiso político y social

44. El sacerdote estará por encima de toda parcialidad política, pues es servidor de la Iglesia: no olvidemos que la Esposa de Cristo, por su universalidad y catolicidad, no puede atarse a las contingencias históricas. No puede tomar parte activa en partidos políticos o en la conducción de asociaciones sindicales, a menos que, según el juicio de la autoridad eclesiástica competente, así lo requieran la defensa de los derechos de la Iglesia y la promoción del bien común[180]. Las actividades políticas y sindicales son cosas en sí mismas buenas, pero son ajenas al estado clerical, ya que pueden constituir un grave peligro de ruptura de la comunión eclesial[181].

Como Jesús (cfr. Jn 6, 15 ss.), el presbítero «debe renunciar a empeñarse en formas de política activa, sobre todo cuando es partidista, como sucede casi inevitablemente, para seguir siendo el hombre de todos en clave de fraternidad espiritual»[182]. Todo fiel debe poder siempre acudir al sacerdote, sin sentirse excluido por ninguna razón.

El presbítero recordará que «no corresponde a los Pastores de la Iglesia intervenir directamente en la acción política ni en la organización social. Esta tarea, de hecho, es parte de la vocación de los fieles laicos, quienes actúan por su propia iniciativa junto con sus conciudadanos»[183]. Además, siguiendo los criterios del Magisterio, el presbítero ha de empeñarse «en el esfuerzo por formar rectamente la conciencia de los fieles laicos»[184]. El sacerdote tiene, pues, una responsabilidad particular de explicar, promover y, si fuese necesario, defender —siguiendo siempre las directrices del derecho y del Magisterio de la Iglesia— las verdades religiosas y morales, también frente a la opinión pública e incluso, si posee la necesaria preparación específica, en el amplio campo de los medios de comunicación de masa. En una cultura cada vez más secularizada, en la cual a menudo se olvida la religión y se la considera irrelevante o ilegítima en el debate social, o como mucho se la confina sólo en la intimidad de las conciencias, el sacerdote está llamado a sostener el significado público y comunitario de la fe cristiana, transmitiéndola de modo claro y convincente, en toda ocasión, en el momento oportuno y no oportuno (2 Tim 4, 2), y teniendo en cuenta el patrimonio de enseñanzas que constituye la Doctrina Social de la Iglesia. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia es un instrumento eficaz, que lo ayudará a presentar estas enseñanzas sociales y a mostrar su riqueza en el contexto cultural actual.
La reducción de su misión a tareas temporales, puramente sociales o políticas, en todo caso, ajenas a su propia identidad, no es una conquista sino una gravísima pérdida para la fecundidad evangélica de toda la Iglesia.

El sacerdote o clérigo que pretenda participar activamente de la vida política, en cierto sentido traiciona su peculiar vocación, puesto que “ellos no son del mundo, según la palabra del Señor, nuestro Maestro” (Decreto Presbyterorum Ordinis, n. 17). Los sacerdotes “son promovidos para servir a Cristo Maestro, Sacerdote y Rey”, (Ibidem, n. 1), y su misión principal consiste en ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres (cfr. Ibidem, n. 2). Los sacerdotes sirven al pueblo cristiano desempeñando sus funciones ministeriales del mejor modo posible; el pueblo necesita sacerdotes entregados a sus funciones, no sacerdotes que intenten ocupar el espacio de los laicos. “Por esto consagra Dios a los presbíteros, por ministerio de los Obispos, para que participando de una forma especial del Sacerdocio de Cristo, en la celebración de las cosas sagradas, obren como ministros” de Cristo (Ibidem, 5). El pueblo cristiano necesita sacerdotes santos, que ofrezcan el sacrificio de Cristo en plena unión con su maestro.