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sábado, 31 de diciembre de 2016

El milagro de una bolsita de tercio pelo


Hace unos días presente el blog de mi Amigo Xosé Manuel Carballo. Hoy me gustaría compartir con todos los que visitáis mi blog este precioso testimonio de Fe de Xosé Manuel. De su blog:
En sus artículos transmite siempre una gran fe en Dios. La fe es el firme fundamento de la vida espiritual como también del ministerio, es lo que debe sustentar a cada cristiano en cada batalla, es la guía al triunfo de todas ellas. Creer en Dios significa estar en camino hacia Él y con Él. En efecto, el don de la fe es un camino, un riesgo, una conquista, una aventura por recorrer. Implica abandonar nuestras seguridades y nuestros apegos para emprender el camino hacia el encuentro con Dios. La fe es un proceso de apertura hacia Dios y de confianza en Él.
Todo lo que sigue es de él:
 
Dedicado al doctor Alfonso Mateos
El año pasado por estas fechas estaba convaleciente de un nuevo ingreso en un centro sanitario. El día primero de año tenía la firme y fundada convicción de que sería el último que lo celebraba por aquí abajo. No era la primera vez que me ocurría, por eso había dispuesto de tiempo para asumir la realidad y perderle el miedo irracional e instintivo a lo que se dice que es la causa profunda de todos nuestros miedos, la muerte. Tuve tiempo para hacer varios repasos a mi vida y en todos llegué a la misma conclusión: Ni he combatido todo lo bien que debiera mi combate ni llego vencedor a la meta, pero, ni creo que sea la última meta sino el final de la penúltima etapa, ni veo, con el Evangelio en la mano, y en consonancia con lo predicado, a un riguroso juez olímpico, cronómetro y escaleta en mano; sino a un padre bondadoso y misericordioso, bueno, pero no bobalicón, que ya sabe que mis EPOCs, enfermedades oclusivas crónicas que también ocluyen espíritus, me impidieron muchas veces combatir bien y correr más.
No fue fácil llegar a estas conclusiones, acostumbrado como estaba a hacer examen exclusivamente de lo que había hecho mal. Menos mal que en tiempos de mayor silencio puedo pensar más y mejor, porque no me interrumpe mi tantas veces hueca palabrería.
Después de un año sigo aquí y no voy a decir como tópico por mí tantas veces repetido: “gracias a Dios”. No. Digo:¡¡Gracias, Dios!!
No sé por qué me concedieron otra prórroga más. Sólo sé algo de cómo me la concedieron. Si quieres, sigue leyendo y te lo cuento y si no quieres, tan amigos. Eres muy libre. ¡Faltaría más!
¿Sigues ahí?... Pues verás:
Resulta que se echó sobre mí la noche. No se hizo de noche repentinamente. No. Fue cosa de varios días, pero pocos fueron necesarios para que reinase sobre mí la oscuridad casi total. Aunque había lunar yo no lo veía, porque prefería tener cerradas las contraventanas y bajadas las persianas como signo de un forzado recogimiento que, más bien, era un replegarme sobre mí mismo. A pesar de la oscuridad no era capaz de conciliar un sueño profundo y reparador, en parte por miedo a no despertar y morirme por un fallo de respiración, que también se dice por falta de vida. La negrura se iba haciendo cada vez más espesa y pesada, llegando al punto de que ella misma me oprimía el pecho. Ni ánimos tenía para encender la luz de la habitación, porque estaba convencido de que no me serviría de nada, ya que, a mi entender, no había luz capaz de cortar tanta oscuridad y abrirse paso.
De vez en cuando parecía que se encendía una lucecita parpadeante dentro de mí mismo, pero, por más que trataba de agarrarme a ella con fe, no lograba evitar temores ante las inseguridades de lo creído, pero desconocido. Sospecho que esa lucecita interior mía no alumbraba con mayor intensidad, porque no me había preocupado mientras pude de recargarle la batería como debiera en la lucecita del sagrario o de aprovisionarme de aceite del bueno para lámparas de invitados al banquete.
Tenía la convicción de que muy pronto ya no habría para mí un nuevo amanecer. Y creo que quienes me acompañaban sospechaban lo mismo, aunque no me decían lo que pensaban para que yo dejase de pensar lo que no decía.
Con estas cavilaciones y rendido por el esfuerzo de vivir para respirar y no a la viceversa como es lo habitual, entré en una especie de sopor que me fue envolviendo como una nube y me sumió en la semiinconsciencia. 
Volver la vista atrás me atemorizaba, y a mirar hacia adelante no me atrevía. 
Entonces escuché:
-No te des por vencido. Soy un Rey Mago, sembrador de ilusiones, que te quiere devolver la tuya, pero no contra tu voluntad.
Le respondí en voz muy baja, para no malgastar alientos que me faltaban:
-No estoy en condiciones de recuperar ilusiones que ya no podrán hacerse realidad. ¿Qué ilusiones puede haber cuando se llegó a la meta? ¿Para qué quiero ilusiones incapaces de reconvertir en luz la oscuridad que me oprime?
Entreabrí los ojos y sin encender la luz atisbé a un rey mago a mi lado y pensé:
-¡Pobre de mí que ya comienzo a delirar!
Volví a cerrar los ojos apretando los párpados hasta que me dolieron y seguí escuchando:
-Te compadezco, amigo, pues te veo dispuesto a apearte del tren en alguna estación anterior a la que te corresponde, o, en el caso de no bajarte, a negarte a mirar por la ventanilla y contemplar el paisaje. ¿Crees que viajarás más a gusto a oscuras? 
-Mi viaje está terminando. Déjeme, por favor, y no pierda más tiempo conmigo. Siga su camino con quienes pueda ser más eficaz.
Insistió el Mago:
-Nuestros caminos suelen ser improvisados e imprevisibles. Tampoco nosotros teníamos muy claro entonces cuál sería nuestro destino. Es cierto que nos guiaba una estrella, pero no nos daba seguridad total y por veces incluso se apagaba. ¿Sabes? Era algo semejante a esa lucecita que se enciende y se apaga dentro de ti. Con todo, nos valió mucho la pena seguir caminando y no detenernos ante las dificultades, ni siquiera ante los herodes asesinos de ilusiones y de futuros. Mira, te voy a dejar esta pequeña bolsita de terciopelo rojo atada con un cordoncito dorado. No la abras hasta por la mañana y así tendrás motivo para esperar un nuevo amanecer. Antes de despedirme te voy a subir la persiana para que vuelvas a saber cuando vuelve a ser de día otra vez.
Mi cabeza era un torbellino. ¿Quién le había hablado a él de una lucecita interior? Tenía que ser todo fruto del delirio. No estoy seguro de si le di las gracias. Probablemente no; porque hasta que vi por la mañana la bolsita de  terciopelo todo me parecía obra de mi calenturienta fantasía. Pero algo me confundía. Volvía a sentir necesidad de ver abrir el día y de salir de las tinieblas de aquellas largas noches.
Cuando empezaba a ser día y abrí la bolsita sólo encontré en ella un papelito doblado que decía: “Nunca renuncies antes de tiempo a las escaleras que te pueden ayudar a salir del abismo. Sigue subiendo, aunque por veces te parezca que se dobla la escalera. No dejes de apoyarte también en ti mismo, pero sobre todo apóyate en el AMIGO que se hace presente en los amigos, en los sanitarios, en la familia…” 
Guardo con gratitud y cariño aquella bolsita de terciopelo rojo y cordoncito brillante dorado y cada vez que miro dentro de él puedo ver rostros de personas muy queridas y sentir incluso a Dios y todo eso sin delirar.
Se la presté a algunos y fue eficaz, pero no lo es con todos. Hay que aprender a mirar dentro.
El que desee seguir leyendo sus artículos pinche AQUÍ
 
 
 

jueves, 22 de diciembre de 2016

Xosé Manuel Carballo, un lujo para Religión Digital


 
Xosé Manuel Carballo, Un lujo para Religión Digital.
Hace pocos días comentaba Xabier  Pikaza en su blog lo siguiente: “Es un lujo que haya habido y que haya "curas" rurales como Xosé Manuel, hombres de cultura universal, y al mismo tiempo cercanos a su tierra y a sus gentes. Hombres abiertos al mundo entero...” Ahora es un lujo poder leerle  en Religión Digital. José Manuel Vidal ha hecho un gran fichaje con Xosé Manuel Carballo. Estoy seguro que tendrá millones de lectores y que dará vueltas y vueltas al contador de visitas de su blog.
Elsa Vega también hacía  el siguiente comentario muy acertado en el blog de Xabier Pikaza: “Es Xosé Manuel para mí un amigo verdadero, es la persona que reúne casi todas las virtudes, (perdón, digo "casi todas" porque yo lo he visto enojado de verdad, muy pocas veces y con razón); de no ser así no pertenecería a este mundo. El Señor quiso que entrara en mi vida hace once años; en ese tiempo, nuestros encuentros y charlas se redujeron a pocos días pero fueron suficiente para conocer a este hombre -cura de gran valía-. Soy de las que piensan que los AMIGOS no se eligen, los pone Dios en nuestro camino: a veces para reír, otras para pensar y tantas más para poder sobrellevar la carga que pesa en la espalda de su prójimo. Así es él, el amigo incondicional que atiende y entiende los pesares del "otro " antes que los suyos. Lo admiro por su fortaleza, su bondad y entrega.”
Elsa Vega habla de su genio, pero yo he descubierto en Xosé Manuel un hombre bueno, un hombre que por exceso en la blandura y apacibilidad de su genio que cede ante los defectos de los defectuosos y las incorrecciones de los incorrectos, o al menos en muchas ocasiones he comprobado que procede como si no los conociera. Con la mesura y con el diccionario en la mano yo diría: Exceso de blandura y apacibilidad de su genio”
 
“Y más que un hombre al uso, siervo de una doctrina,
Soy en el buen sentido de la palabra, un Amigo
Sin duda, me hace meditar más de una vez las palabras de San Pablo: “A nadie damos motivo alguno para que pueda desacreditar el ministerio; antes bien, en toda ocasión nos comportamos como ministros de Dios, aguantando mucho, sufriendo, pasando estrecheces y angustias… procedemos con limpieza de vida, con paciencia, con bondad, apoyados en la palabra de la verdad y en la fuerza salvadora de Dios”. (2 Corintios 6, 4-7).
Su ministerio pastoral es fecundo y queda plasmado en lo que podríamos llamar “las obras de misericordia de un buen pastor”. El celo apostólico y la caridad pastoral animan a este sacerdote entregado a transformar en cuerpo y alma la vida de sus feligreses.
Xosé Manuel, crecido en la cultura del esfuerzo, cada día, cada mañana se vence a sí mismo y es para muchos de sus amigos un ejemplo de fe. Él es el tipo de siervo que está en comunión con el Señor, ofreciéndole a Él lo mejor que tiene.
Amigo de mirada limpia y transparente y todo ello se palpa al escucharle y se lee en sus escritos. Con ojos brillantes y expresivos que inspiran ternura y delicadeza, consecuencia de una mente serena, de un carácter que observa la vida de una forma consciente, profunda y creativa, con ese espíritu dinámico se hace difícil imaginarlo quieto. Amigo del marginado y del dolido. Testigo audaz del poder salvador de Cristo. Voz apasionada por Dios hacia su diócesis a la que tanto ama.
Xosé Manuel, fraternal, humilde y colosal. Me han emocionado ya de entrada los primeros apuntes bibliográficos que  he leído en su blog. En ellos se muestra la pasión, la fogosidad y la belleza expresiva de un hombre habitado por la pasión de hacernos partícipes de lo que él cree. Y esto puede descubrirlo cualquiera que llegue hasta su blog.
En sus artículos transmite siempre una gran fe en Dios. La fe es el firme fundamento de la vida espiritual como también del ministerio, es lo que debe sustentar a cada cristiano en cada batalla, es la guía al triunfo de todas ellas. Creer en Dios significa estar en camino hacia Él y con Él. En efecto, el don de la fe es un camino, un riesgo, una conquista, una aventura por recorrer. Implica abandonar nuestras seguridades y nuestros apegos para emprender el camino hacia el encuentro con Dios. La fe es un proceso de apertura hacia Dios y de confianza en Él.
Hay ocasiones en la vida en que las cosas se ven muy mal, pero podemos decirle a Dios: “Estoy poniendo toda mi fe en Ti, porque, aunque mi situación pareciera no tener esperanza, contigo nada es imposible”
Dicen que la gran enfermedad de este mundo es la falta de fe o la crisis moral que atraviesa. No lo creo. Me temo que en nuestro mundo lo que está agonizante es la falta de esperanza, las ganas de vivir y de luchar, el descubrimiento de las infinitas zonas luminosas que hay en las personas y en las cosas que nos rodean.
Xosé Manuel Carballo también me ha hecho descubrir que el sentido del humor es un instrumento de gran valor religioso, es algo que ayuda en los actos de fe. Te ayuda a que adviertas tu propio “yo” bajo la luz adecuada. Si en realidad soy nada. ¿Por qué trato de hacer de mí el centro del mundo?, ¿por qué considero que mis asuntos y mis problemas son siempre los más importantes?, ¿por qué vivo con tanto dolor mis derrotas y  fracasos?, ¿por qué soy tan mortalmente  triste y serio? Bastaría con enfocarlo todo con un mínimo de indulgencia y buen humor, para poder comprender  que todo lo que me parece tan preocupante, todo lo que me tiene tan preocupado y angustiado, es absolutamente ridículo; en comparación con la única realidad que realmente es importante: la certeza de que tenemos un Dios grande y maravilloso.
El sentido cristiano del humor, es el acto religioso que derriba de su trono al ídolo de tu “yo”. Cuando veas la comicidad de la situación en la que “yo” está sentado en Su trono, al menos por un tiempo, ésa situación quedará ridiculizada, y será menos peligrosa para ti. Quedará desenmascarada toda tu vanidad y toda tu soberbia.
El sentido del humor cristiano, te hará un hombre libre de ti mismo. Te permitirá revisar, a la luz de la fe, todos los valores, y conocer que todo lo que sucede a tu alrededor es sencillamente ridículo, todo con la excepción de un Dios grande y maravilloso que nos Ama y que se hace presente en nuestras vidas. Te permitirá también desenmascarar los valores aparentes. Tu trabajo, tus planes, tus dificultades… todas estas cosas, en comparación con el valor supremo que es Dios, no es nada más que ceniza y polvo.
¿Qué más puedo decir de alguien que siempre está en la brecha como un verdadero profeta? Advertir, aconsejar, exhortar en amor y cuantas cosas más que me ha transmitido desde que le conozco.
Señor dale a Xosé Manuel paz, síguele mostrando que a pesar de sus dificultades  no lo has abandonado, que para él hay un propósito especial y que para una misión tú lo has llamado. Sigue derramando en él tu Espíritu divino. Que tu poder le mantenga la salud para poder ser de mucha bendición para todos los que le lean.  Dale a Xosé Manuel una inesperada bendición que le siga mostrando el Dios soberano y Poderoso que tú eres.
¿Qué más voy a decir de Xosé Manuel? Quien quiera seguir sus publicaciones vaya a su blog y le lea su primer artículo pinchando Aquí
José Carlos Enríquez Díaz
 
 
 

martes, 5 de abril de 2016

Xosé Manuel Carballo Ferreiro, Un testimonio de Fe





En lo religioso, Xosé Manuel Carballo me asombra con su fe inagotable, con la tremenda ilusión que transmite en las enseñanzas del Evangelio, predicando y creyéndose de verdad lo que dice.
En la vida diaria, actúa como una buena persona, humilde, que desea lo mejor para todo el mundo, hasta para aquellos que no le comprenden. Participa en actos culturales, fiestas o en cualquier evento donde pueda aportar su granito de arena.
Sin duda, me hace meditar más de una vez las palabras de San Pablo: “A nadie damos motivo alguno para que pueda desacreditar el ministerio; antes bien, en toda ocasión nos comportamos como ministros de Dios, aguantando mucho, sufriendo, pasando estrecheces y angustias… procedemos con limpieza de vida, con paciencia, con bondad, apoyados en la palabra de la verdad y en la fuerza salvadora de Dios”. (2 Corintios 6, 4-7).
Su ministerio pastoral es fecundo y queda plasmado en lo que podríamos llamar “las obras de misericordia de un buen pastor”. El celo apostólico y la caridad pastoral animan a este sacerdote entregado a transformar en cuerpo y alma la vida de sus feligreses.
¿Cómo responder siempre con una fe tan firme como Xosé Manuel, sin perder la confianza en Dios? Imitándole en sus momentos más difíciles, tratando de que en nuestra vida esté presente esa actitud suya de fondo ante la cercanía de Dios.
Jesucristo pone esta condición: que vivamos de la fe, porque después seremos capaces de remover los montes. Y hay tantas cosas que remover... en el mundo y, primero, en nuestro corazón. ¡Tantos obstáculos a la gracia! Fe, pues; fe con obras, fe con sacrificio, fe con humildad. Porque la fe nos convierte en criaturas omnipotentes: y todo cuanto pidiereis en la oración, como tengáis fe, lo alcanzaréis (Mt 21, 22)
 Xosé Manuel Carballo también me ha hecho descubrir que el sentido del humor es un instrumento de valor religioso, es algo que ayuda en los actos de fe. Te ayuda a que adviertas tu propio «yo» bajo la luz adecuada. Si en realidad soy nada. ¿Por qué trato de hacer de mí el centro del mundo?, ¿por qué considero que mis asuntos son los más importantes?, ¿por qué vivo con tanto dolor mis derrotas y fracasos?, ¿por qué soy tan mortalmente serio y triste? Bastaría con enfocarlo todo con un mínimo de indulgencia y buen humor, para cerciorarme de que todo lo que me parece tan preocupante, todo lo que temo y me aflige, es absolutamente ridículo; en comparación con la única realidad que realmente es importante: Dios.
El sentido cristiano del humor, es el acto religioso que derriba de su trono al ídolo de tu «yo». Cuando veas la comicidad de la situación en la que «yo» está sentado en Su trono, al menos por un tiempo, ésa situación quedará ridiculizada, y será menos peligrosa para ti. Quedará desenmascarada tu vanidad y tu soberbia.
El sentido del humor cristiano, te hará un hombre libre de ti mismo. Te permitirá revisar, a la luz de la fe, todos los valores, y conocer que todo lo que sucede a tu alrededor es sencillamente ridículo, todo con la excepción de Dios. Te permitirá también desenmascarar los valores aparentes. Tu trabajo, tus planes, tus dificultades… todas estas cosas, en comparación con el valor supremo que es Dios, no es nada más que ceniza y polvo.
Me gusta leer sus artículos, me llenan, siento como el Espíritu Santo se mueve en él a través de sus mensajes y de sus artículos.
Ser lleno del Espíritu no es otra cosa que ser controlado por el Espíritu que mora en nosotros.
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”.
Así como la bebida afecta la mente, el corazón la voluntad, así debemos ser afectados por el Espíritu en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra voluntad. Esa es la similitud entre la borrachera y la llenura del Espíritu Santo.
¿Qué más puedo decir de alguien que siempre está en la brecha como un verdadero profeta? Advertir, aconsejar, exhortar en amor y cuantas cosas más que me ha transmitido desde que le conozco.
Gracias Xosé. Es un Placer tenerte como amigo.
José Carlos Enríquez Díaz