Se armó la guerra del divorcio. Guerra política y religiosa.
Diría que es una guerra básicamente humana porque es el hombre como tal quien está en el centro de la cuestión.
Una vez más el hombre es utilizado como campo de batalla por los estrategas aprovechados de la política y por los fanáticos jerarcas de la religión.
Debe reconocerse que la iglesia sugiere a los demás que reconozcan sus propios errores o pecados, mientras ella misma se abstiene de hacerlo. La cuestión sexual en general, y esta del divorcio en particular, la obligan o inducen a entonar un preocupado “mea culpa”, esclarecedor de ideas y de conductas equivocadas, impuestas en el nombre de Jesucristo (mejor diría, por razón de temor y de infierno) y del nombre de la llamada ley natural.
El titulo de “madre y maestra” que a veces se dio a si misma la comprometerían a un sensato magisterio aprendido en la escuela de su único Maestro Jesús y con los logros que las ciencias de hoy ofrecen, como también a una entrañable maternidad con las personas que cuanto más sufren más hijas suyas son.
La iglesia procuro el bien da institución matrimonial, dejando de lado el bien de las personas y de las parejas. Creo que ponerse al servicio de la institución, de la ley de la norma o del contrato o al lado de la persona, da libertad, y del amor e un desafió básico y permanente para los cristianos.
No tomemos la cuestión desde un punto de vista sentimental ni relacionemos automáticamente divorcio pecado. Tanto la estabilidad de la pareja como la ruptura (divorcio) son un hecho humano y social. Resulta indiscutible que el matrimonio, a través de épocas , culturas y sistemas sociales se considero como la unión de un hombre y una mujer de larga duración. El matrimonio es pues, un proyecto estable, firme , sólido, de vida en común.
Ahora bien, por mil y una circunstancia y por la limitación humana puede haber fracasos y naufragios y los hay. De hecho el divorcio se da ciertamente tenemos que contar con la dialéctica entre la aspiración a lo ideal, lo deseable y la realidad. Tanto el compromiso fiel como la limitación y el error son humanos.
De este modo consideramos el matrimonio como unión estable y firme por el amor, pero non indisoluble por naturaleza o por ley natural, “porque sí” podríamos decir.
La misma iglesia católica declaro disueltos matrimonios “naturalmente “ validos e legítimos.
La alegaciones contra la permisión legal del divorcio para las parejas fracasadas deben contemplarse con la prudencia jurídica necesaria pero non son consistentes para llegar a negarlo, como tampoco pesan de hecho, por desgracia, razones tan importantes como el derecho al trabajo estable, a una vida digna y amplia etc.
Razones que también atacan el matrimonio.
En los primeros siglos del cristianismo, el matrimonio era un contrato entre particulares. El matrimonio y el divorcio eran asuntos privados. Con Constantino, la Iglesia Católica pasó a ser religión oficial. Los obispos toman el mando, se entrometen en todos los asuntos y arruinan la comunidad de iguales. El obispo Ignacio de Antioquía proclama: «los varones y las mujeres deberán tener la autorización del obispo para casarse, pues sólo lo que él aprueba es del agrado divino». Los obispos se creyeron representantes de Dios, y exigieron fe ciega a sus normas, cayendo en los vicios autoritarios que Jesús de Nazareth condenó. Jesús sólo proclamó un mensaje: la libertad de los hijos de Dios. Sólo nos dio un mandato: amaos los unos a los otros.
La Iglesia siempre ha sentido resentimiento contra el cuerpo, el sexo y la mujer. La Iglesia siempre ha querido reglamentarlo todo, y se mete en todo tipo de cuestiones: control de la natalidad, parejas de hecho, relaciones prematrimoniales, matrimonios homosexuales, como si la Iglesia fuera experta en todo. Mejor se dedicaban los obispos a levantar las alfombras de sus palacios, para dejar a la luz toda la basura, pecados, corrupción y pederastia que ocultan. Que se miren al espejo. Y que no quieran darnos clases de nada. Dios nos ha dado una cabeza para pensar. Pues pensemos, y no permitamos que nos digan lo que tenemos que hacer, como si todavía fuéramos niños.
Esta es la rectificación vaticana del P. Lombardi:
“Declaracion del Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede
En el ámbito de las relaciones personales pastorales del Papa Francisco ha habido diversas llamadas de teléfono.
Como no se trata absolutamente de la actividad pública del Papa no hay que esperar informaciones o comentarios por parte de la Oficina de Prensa.
Las noticias difundidas sobre esa materia -ya que están fuera del ámbito propio de las relaciones personales- y su amplificación mediática no tienen por lo tanto confirmación alguna de fiabilidad y son fuente de malentendidos y confusión.
Por lo tanto hay que evitar deducir de esta circunstancia consecuencias relativas a la enseñanza de la Iglesia”
Estoy seguro de que esta declaración ha sido consultada con el Papa y que se ha hecho encaje de bolillos para redactarla. Así ha salido. A algunos les parecerá insuficiente. Era necesaria y a mí me basta. Aunque no me entusiasme. Lo que me entusiasmaría es que en lo sucesivo nos ahorre Su Santidad más desmentidos, exégesis, puntualizaciones, rectificaciones y demás. Tantas cosas buenas como nos dice es lástima que periódicamente otras nos suman en la perplejidad. Aunque luego se aclaren. Más o menos.
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