Su esposa por 25 años, Jane Hawking, cuenta en su biografía cómo la fe fue un factor decisivo en su lucha por cuidar a su marido enfermo de ELA
De todos es conocida la opinión del astrofísico Stephen
Hawking acerca de la existencia de Dios. Su ateísmo se ha hecho manifiesto de
forma explícita en los últimos tiempos, sin embargo, a su alrededor hubo
personas muy cercanas cuya fe supuso un auténtico soporte para ayudarle en su
difícil periplo como enfermo de esclerosis lateral amiotrófica (la enfermedad
ahora conocida como la ELA).
En una entrevista publicada por el diario El Mundo, Jane
Hawking, su primera esposa, explica cómo la fe fue un pilar fundamental para
ayudarle a cuidar a su marido en el agravamiento de la enfermedad, la cual va
poco a poco limitando la respuesta muscular del enfermo.
Memorias de una esposa
Jane Hawking escribe en sus memorias, titulada Hacia
el infinito, los 25 años de matrimonio con el célebre físico. Allí cuenta
cómo en tantas ocasiones, con su marido al borde de la muerte, clamó a Dios por
su vida. Recuerda cómo clamaba a Dios “que Stephen sobreviviera” hace 30 años,
cuando una neumonía violenta dejó a Hawking en coma, a punto de matarlo.
La situación se agravó tanto que los médicos suizos le
dieron a entender a Jane que no había nada que hacer, y que si ella les daba su
autorización, desconectarían la respiración artificial que mantenía vivo a su
marido para dejarle morir con el mínimo dolor posible. Jane, sin embargo, se
negó: “Desconectar el respirador era impensable. ¡Qué final más ignominioso
para una lucha tan heroica por la vida! ¡Qué negación de todo por lo que
también yo había luchado! Mi respuesta fue rápida: Stephen debe vivir”.
La situación era tan dramática que los médicos no
tuvieron más remedio que llevar a cabo una traqueotomía, una operación que le
salvó la vida al científico pero también le dejó sin habla, obligándole desde
entonces a comunicarse con la legendaria voz robótica de su sintetizador.
En todo caso, Jane no se equivocó cuando tomó la decisión
de mantener vivo a su marido a toda costa: tres décadas después, el infatigable
astrofísico acaba de cumplir 73 años el pasado 8 de enero, sigue en activo
escribiendo libros superventas y dando conferencias multitudinarias, no para de
viajar por todo el mundo, y su extraordinaria vida acaba de llevarse a la gran
pantalla en La teoría del todo.
La megaproducción
La película sigue el relato de sus memorias, una odisea
de amor y desamor, felicidad y sufrimiento, éxtasis y miseria del brillante
genio ateo y su admirable mujer creyente, divorciados desde 1991, cuando el
astrofísico dejó a Jane por Elaine Mason, una de sus enfermeras.
El amor entre Jane y Stephen Hawking comenzó en 1963.
Poco después se le diagnosticó la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), un
trastorno neurodegenerativo que generalmente suele condenar a sus víctimas a
una esperanza de vida de dos o tres años como mucho. “Era un desafío, pero yo
creía que juntos podríamos vencer a la enfermedad”, recuerda.
“Yo era muy joven, y cuando uno es muy joven, no piensa
en la muerte. La muerte está ahí para superarla, y yo estaba segura de que
íbamos a ganar la batalla. Estábamos enamorados, en un estado de euforia.
Decidimos casarnos, y la verdad es que no pensábamos mucho en la enfermedad.
Aún éramos lo bastante jóvenes para ser inmortales”, dice.
Jane fue el apoyo de Hawking a lo largo de 35 años.
Durante años se encargó de cuidar ella sola a su marido, además de criar a sus
tres niños: Robert, Lucy y Tim.
El ateísmo
“Yo entendía las razones del ateísmo de Stephen, porque
si a la edad de 21 años a una persona se le diagnostica una enfermedad tan
terrible, ¿va a creer en un Dios bueno? Yo creo que no”, admite Jane. “Pero yo
necesitaba mi fe, porque me dio el apoyo y el consuelo necesarios para poder
continuar. Sin mi fe, no habría tenido nada, salvo la ayuda de mis padres y de
algunos amigos. Pero gracias a la fe, siempre creí que iba a superar todos los
problemas que me surgieran”.
“Yo creo que es un milagro que él siga vivo. Es un
milagro de la ciencia médica, de la determinación humana, son muchos milagros
juntos. Para mí es muy difícil explicarlo”, explica la ex-mujer del físico.
Para ella, esta diferencia acerca de la fe se tornó más intensa con el tiempo.
Mientras Stephen “se mofaba” de la religión, ella “necesitaba fervientemente
creer que en la vida había algo más que los meros hechos de la leyes de la
Física y la lucha cotidiana por la supervivencia” porque el ateísmo de su
marido “no podía ofrecer consuelo, bienestar ni esperanza respecto a la
condición humana”.
Sin embargo la relación entre Jane y Stephen Hawking
era correcta. Desde que Hawking se divorció de Elaine Mason en 2007, Jane
se reconcilió con su ex marido y eran frecuentes los encuentros de la antigua
pareja con sus tres hijos. Aunque le reprochaba que “nunca me ha agradecido
nada”, su libro finaliza con un emotivo homenaje al genio que, sobre todo
gracias a ella, se convirtió en el científico más famoso del mundo, e incluso
logró cumplir su sueño de volar en gravedad cero: “Su sonrisa mientras flotaba
en ingrávida liberación me conmovió profundamente, y me indujo a reflexionar
sobre el gran privilegio que fue viajar con él, aunque fuera una corta
distancia, hacia el infinito”.
https://www.eldeber.com.bo/extra/La-mujer-de-fe-que-amo-al-ateo-Stephen-Hawking-20180314-0013.html
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