martes, 28 de marzo de 2017

Las apariciones de Jesús


 
 
Junto al dato histórico del hallazgo del sepulcro vacío, los relatos evangélicos testimonian que unos hombres dijeron haber visto a Jesús vivo después de su muerte en cruz. Los estudiosos pueden discutir si estos hombres dijeron o no la verdad, pero negar el hecho de que los discípulos afirmaron haber visto a Jesús resucitado es ir en contra de la realidad. De hecho, son pocos los que rechazan este testimonio, aunque no se ponen de acuerdo sobre el tipo de experiencia que tuvieron estos hombres: ¿se trató de algo puramente subjetivo, por tanto de alucinaciones o proyecciones del subconsciente, o de un fenómeno objetivo, por consiguiente de verdaderas apariciones o visiones provocadas por una presencia objetiva?

Defensores de la primera explicación son los críticos racionalistas. Según su parecer, los discípulos de Jesús no aceptaron que todo había terminado con su muerte y por eso “creyeron” que seguía vivo. Según estos estudiosos fue el deseo y la “fe” de estos hombres lo que originó el fenómeno  llamado “apariciones” razonamientos de este tipo suponen que los discípulos tenían una fe ciega en la victoria de Jesús, y que esta  produjo las visiones. Pero el Nuevo Testamento afirma justamente lo contrario.

Los relatos evangélicos describen a los discípulos abatidos, derrotados a causa de la condena y muerte de Jesús; llenos de temor, se encierran en la sala superior donde celebraron la última cena. Solamente las apariciones de Jesús resucitado hicieron brotar la fe en sus seguidores.

Todas estas construcciones coinciden en afirmar: en las almas de los discípulos brota la fe, y la fe produce visiones. Pero, según el Nuevo Testamento, lo que ocurre es todo lo contrario: sólo las apariciones del resucitado hicieron brotar la fe en la resurrección. Es inconcebible cómo un historiador serio puede trastornar una afirmación tan clara de las fuentes –sobre todo el testimonio de Pablo- y leer en ello exactamente lo contrario.

Por lo demás, contra una explicación “psicologista” militan la duración de las apariciones y la diversidad de personas que fueron agraciadas con ellas. En efecto, los Evangelios no hablan de una aparición solamente al grupo de discípulos, ni tampoco de apariciones concatenadas en un mismo día, en cuyo caso la hipótesis de la alucinación contagiosa sería viable. Los relatos evangélicos, sin embargo, informan acerca de apariciones repetidas durante lapso de tiempo a múltiples testigos diferentes; circunstancias que hacen inviable la explicación racionalista. Sabemos que Jesús se apareció a Pedro y los discípulos, pero también a Pablo, que era un perseguidor de la comunidad cristiana primitiva, es decir, a uno que no poseía ninguna condición favorable para que padeciera una alucinación; su inteligencia y voluntad trabajaban activamente por hacer desaparecer de la tierra la predicación de Jesús. Ciertamente pablo no sufrió el contagio de los discípulos de Jesús, pues su relación con ellos es posterior a su conversión a raíz de la visión que tuvo en el Camino de Damasco.

Por otra parte, para que una alucinación sea posible es necesario que sedé un factor decisivo: que los discípulos hayan contado con la posibilidad de la resurrección de Jesús dentro del tiempo de la historia. Pero si nos atenemos a su creencia judía esta condición no se daba. Lo que los apóstoles proclaman públicamente poco después de la muerte de Jesús no es la vuelta de éste a la vida anterior, sino el hecho de que dios había resucitado a Jesús, y que así había comenzado la resurrección de los muertos. Por ser judíos, los discípulos de Jesús compartían en este punto las creencias del judaísmo, de las que formaba parte la creencia de la resurrección de los muertos. Pero en el judaísmo la resurrección de los muertos era esperada como un acontecimiento que tendrá lugar al final de los tiempos; resurrección de los muertos y fin del mundo iban estrechamente unidos. No es necesario demostrar que esta fe y esta mentalidad para la predisposición adecuada para la proclamación que vemos hacer en los apóstoles. En caso de que el estudioso no conceda ningún valor histórico a los relatos pascuales y solamente los acepte como expresión de la fe cristiana, cualquier reconstrucción histórica con la que intente explica el origen de estos relatos será siempre una creación carente de fundamento, al haber negado precisamente el valor histórico a las únicas fuentes de que disponemos acerca de los acontecimientos pascuales.

En todas las narraciones los discípulos dudaron, abandonaron y negaron a Jesús, con la excepción de algunas de sus seguidoras. A duras penas se encontraron en condiciones psicológicas de crear una fantasía sobre un Jesús resucitado. Sus esperanzas se habían hecho añicos hacia menos de tres días con su crucifixión. Por lo tanto, no sirve insinuar una alucinación masiva porque todas las tradiciones que tenemos indican que Jesús apareció en momentos y lugares diferentes a personas diferentes, y en último lugar a Pablo. No conozco ningún fundamento para la idea de una alucinación contagiosa. Es difícilmente creíble que los primeros cristianos se inventaran la idea de que Jesús se apareciera en primer lugar a unas mujeres. Por mucho que busquemos no encontramos ningún tratamiento extenso de aparición personal alguna de Jesús  a Pedro o a Santiago. Tenemos sin embargo relatos de la aparición o apariciones a los principales discípulos. En el mundo patriarcal en el que vivían aquellos cristianos, francamente no es creíble que un grupo con tal mentalidad se inventara una historia así, Tampoco hay ningún fundamento para pensar que estos relatos sobre apariciones tuvieran su origen en el Antiguo testamento, que apenas menciona la idea de la resurrección de los muertos.

Fue visto por más de quinientas personas en doce ocasiones diferentes; Jesús era de carne y hueso Lc 24:39, comió pescado 42,43, y desafió a los escépticos para que lo tocaran y vieran v.39


        Esta clase de contacto imposibilita la sugerencia de que era un espíritu o una ilusión.

 
1.   A María Magdalena Jn 20:11

2.   A otras mujeres Mt 28:9,10

3.   A Pedro Lc 24:34

4.   A dos discípulos Lc 24:13-32

5.   A diez apóstoles Lc 24:33-49

6.   A Tomás y a los otros apóstoles Jn 20:26-30

7.   A siete apóstoles Jn 21

8.   A todos los apóstoles Mt 28:16-20

9.   A todos los apóstoles Hech 1:4-9

10.               A quinientos hermanos 1ª Cor 15:6

11.               A Santiago 1ª Cor 15:7

12.               A Pablo 1ª Cor 15:7


Pablo desafía a cualquiera que dude de esta veracidad , sencillamente a que pregunte a cualquiera de los testigos que estaban todavía vivos 1ª cor 15:6.

Y lo cierto es que los enemigos de Cristo no refutaron la resurrección, con la ocasión de la predicación de Pedro en el día de Pentecostés,  únicamente callaron, ¿Por qué? Por cuanto sabían que la evidencia del sepulcro vacío era una realidad que podía ser comprobada por cualquiera.

 
Las vidas transformadas de los discípulos son una evidencia de la resurrección.

 

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