domingo, 8 de enero de 2017

El Supremo avala el privilegio de la Iglesia católica con el IRPF


 
Rechaza implantar una casilla para que los contribuyentes que lo desearan pudieran destinar el 0,7% de la declaración del IRPF a la Iglesia evangélica
Algunos jerarcas católicos, igual que los miembros de otras religiones organizadas de un modo legal, olvidan a veces que todas las empresas del mundo, con el capital y mercado vinculado a ellas, han de estar al servicio de la justicia/juicio de Dios, para que este mundo sea básico de justicia: que todos los hombres coman, que sean acogidos, respetados y ayudados.
Es aquí donde se sitúa la advertencia final de Jesús: ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! (Mt 23, 23).
MADRID.- El Tribunal Supremo (TS) ha avalado el privilegio de la Iglesia católica en la declaración del IRPF al rechazar implantar una casilla para que los contribuyentes que lo desearan pudieran destinar el 0,7% a la Iglesia evangélica o protestante, como ocurre con la católica, al entender que no vulnera derechos fundamentales de esa confesión.

En la sentencia, la Sala III desestima el recurso sobre protección de derechos fundamentales presentado por la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (Ferede) contra la sentencia de la Audiencia Nacional que rechazó su demanda contra la resolución del Ministerio de Hacienda. La Iglesia evangélica ha anunciado que acudirá al Constitucional. "Lo lamentamos pero no nos sorprende y vamos a seguir luchando por lo que creemos que es una cuestión de principios. Aquí no estamos haciendo cálculos de si nos conviene económicamente o no esa forma de financiación. Se trata de que nos parece discriminatorio", ha explicado el responsable de Comunicación de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), Jorge Fernández.
Por su parte, la Conferencia Episcopal ha asegurado que la Iglesia católica no es contraria a que otras confesiones tengan su propia casilla en la Declaración de la Renta. "La Iglesia católica no se opone a que se extienda la X a otras confesiones religiosas", han señalado fuentes de la Conferencia Episcopal Española. Si bien, estas mismas fuentes precisan que la Iglesia católica "no valora la forma en la que el Estado organiza las asignaciones tributarias porque no le compete".

Hacienda defendió que la casilla reservada a la Iglesia católica se fundamenta en los acuerdos de España con la Santa Sede y que, a falta de un convenio similar, no era posible acceder a la petición de la Iglesia protestante.

La Audiencia Nacional expuso el mismo argumento para rechazar la pretensión de los evangélicos y subrayó que para disponer de esa casilla habría que establecer un mecanismo entre el Estado y la instancia representativa de la Iglesia evangélica, puesto que la Administración no puede establecerlo de manera unilateral.

Y ahora el Supremo corrobora la distinta situación en que se halla Ferede respecto de la Iglesia Católica, no para realizar un juicio de igualdad sino para confirmar que la respuesta ofrecida por Hacienda era coherente con la petición y suficientemente fundada en Derecho, por lo que no cabe atenderla.

Los magistrados sostienen que ni la sentencia de la Audiencia Nacional ni la actuación administrativa incurren en infracción de la Constitución porque se mueven en el marco del derecho fundamental que ha ejercido la Ferede, que no es otro que el derecho de petición, lo que no supone que la petición sea contestada afirmativamente.
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Pikaza: "La jerarquía tuvo que venir pronto, no desde el evangelio, sino a pesar del evangelio"


 
Jesús no creó una institución eclesial, organizada en forma jerárquica, pero es evidente que la jerarquía tuvo que venir pronto, no desde el evangelio, sino a pesar del evangelio, pues los movimientos de humanidad sólo funcionan de esa forma, como indicaré de un modo muy conciso.
Me queda todavía la tercera parte, que publicaré, Dios mediante, dentro de dos días. Feliz fin de semana a todos.
2. INTERMEDIO, GRAN INVERSIÓN
Tras dos derrotas (67-70 y 132-135 d.C.), los judíos aceptaron de un modo consciente (y consecuente) el fin de templo y de sus sacrificios llorando su orfandad ante el Muro de las Lamentaciones, para instituirse como federación de sinagogas libres, sin sacerdotes. Los cristianos, en cambio, a pesar de mantener el sacerdocio universal de todos los creyentes, tendieron más tarde a a "recuperar" unos simbolismos sacrales y jerárquicos más propios de un tipo de Antiguo Testamento y de política romana que del Cristo.
El tema se planteó a partir del 150, cuando diversos grupos de tipos semi-gnóstico, entre ellos Marción, intentaron separar el cristianismo de su base israelita, convirtiéndolo en una religión de experiencia interior y organización intimista, más cerca del budismo o hinduismo que del mensaje de Jesús. Contra eso reaccionó la Gran Iglesia:
(a) Mantuvo su origen judío, reforzando algunos elementos sacrales de la institución sacerdotal de Jerusalén, de forma que obispos y presbíteros tendieron a presentarse como sacerdotes, un grado superior de cristianismo.
(b) Destacó su independencia, introduciendo en su Escritura textos propios (Nuevo Testamento) y reorganizando su vida y liturgia desde la Eucaristía o Memoria de la Cena de Jesús, entendida de forma sacrificial, en una perspectiva en la que se combinaban elementos judíos y helenistas, en un proceso que estaba ya en marcha a partir del 200 d.C.
‒ Sacralización sacerdotal, de fondo israelita: obispos, presbíteros (que antes eran ministros laicos) se tomaron como sucesores de los sacerdotes y levitas de Jerusalén, de manera que la iglesia acabó siendo más israelita que rabinismo judío, que abandonó la estructura teocrática, para instituir un gobierno colegiado de ancianos y rabinos, intérpretes de la Ley.
‒ Ordenamiento romano-helenista. Esos "sacerdotes" cristianos vinieron a ser como un "clase" superior, en la línea de los "ordo" romano, con rasgos de pensamiento helenista: los superiores (obispos, presbíteros) se toman como signo especial de Dios, a diferencia de Jesús, que daba preferencia a los últimos. Esta jerarquización, con elementos de filosofía griega y política romana, marca la gran inversión del cristianismo, que culminó con el constantinismo (siglo IV d.C.) y con la reforma gregoriana (siglo XI).
Ésta inversión evitó el riesgo de disolución gnóstica del cristianismo, pero lo hizo a costa de silenciar elementos importantes del evangelio, como la sacralidad universal e igualitaria de todos los creyentes. En principio, el movimiento de Jesús era jerárquico, sino mesiánico; no promovía un orden sacerdotal, sino una experiencia de comunión de todos, empezando por los menos importantes. En raíz el cristianismo siguió siendo lo que era y así pudo expandirse entre los nuevos pueblos, tras la caída del Imperio Romano, pero aceptó y sacralizó de hecho la distinción de los creyentes en dos niveles (=órdenes) dentro de la iglesia.
Esta división, por la que las mujeres quedaron excluidas de la jerarquía, se vinculó además a la forma de celebrar los dos grandes "sacramentos" cristianos:
--La eucaristía (que debía estar presidida por el obispo o un delegado suyo)
-- y la reconciliación o readmisión de los pecadores oficiales en la Iglesia (que quedó reservada al obispo). Fue un tema de organización eclesial, y así:
‒ Surgió el clero, formado por obispos, presbíteros y diáconos varones que, elevados sobre el resto de la Iglesia, como representantes de Jesús, con autoridad sagrada, un orden sacerdotal, como si la "gracia" de Dios pasara por ellos al resto de los fieles. La iglesia, que había nacido del Reino para los pobres, tendió a convertirse en institución de poder sagrado, al servicio de los pobres, pero por encima de ellos.
Quedó el pueblo, formado por laicos, cristianos receptivos, que escuchan la palabra y reciben los sacramentos que les ofrece el clero, al que sostienen con sus aportaciones económicas. Antes no existían estos laicos, pues todos los cristianos lo eran, miembros del «laos» o pueblo de Dios. Ahora empezaron a existir, viniendo a convertirse en la gran masa de la iglesia.
Esta división no es evangélica, pero prestó un servicio, pues sólo por ella se pudo estabilizar la iglesia, como organización unitaria y eficaz (subsistema sacral), en un mundo jerárquico. Esa es la paradoja: los cristianos rechazaron la jerarquía religiosa del Imperio, siendo perseguidos por ello, pero, a lo largo de un proceso fascinante (y peligroso) de refundación, acabaron asumiendo muchos de sus rasgos sagrados. En esa línea se cita el sistema del Pseudo Dionisio (siglo V-VI), que interpretó las estructuras cristianas en perspectiva jerárquica, suponiendo que la salvación viene de arriba y desciende hacia los grados inferiores.
Dionisio concibe la iglesia como un orden gradual, que desciende de Dios, por planos intermedios hasta la materia, para retornar desde ella a lo divino.
(a) El obispo posee la ciencia de las Escrituras, en clave de perfección: por eso puede revelar su conocimiento y santidad desde lo alto, siendo tearquía o poder divino, directamente iluminado por Dios.
(b) Los sacerdotes (presbíteros) reciben la iluminación del obispo y la transmiten a los estamentos inferiores: ofrecen los símbolos divinos a los fieles y purifican a los profanos por los sacramentos.
(c) Los ministros (diáconos) dirigen a los hacia la purificación de los sacerdotes, para que pueda realizarse la obra divina
Xabier Pikaza

domingo, 1 de enero de 2017

Te doy Gracias, Padre, en esta prueba


¡ Te doy gracias, Padre,


 

                                               . . . en esta prueba!  


 
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” 1Tes 5:18

 

1º)Gozarme en la prueba


Considerad como gozo colmado, hermanos míos, el estar rodeados de pruebas de todo género. Tened  en cuenta que al pasar por el crisol de la prueba, vuestra fe produce paciencia, y la paciencia alcanzará su objetivo, de manera que, seáis perfectos y cabales, sin deficiencia alguna.


                        (sant1:2)

He rogado tres veces al Señor para que apartase esto de mí, y otras tantas me ha dicho “Te basta mi gracia ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad”. Gustosamente, pues, seguiré presumiendo de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo.

                        (2Cor 12:8-10)

Así pues, quienes mediante la fe hemos sido puestos en camino de salvación, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por la fe en Cristo hemos llegado a obtener esta situación de gracia en la que vivimos y de la que nos sentimos orgullosos, esperando participar de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que hasta de las tribulaciones nos sentimos orgullosos, sabiendo que la tribulación produce paciencia; la paciencia produce virtud sólida, y la virtud sólida, esperanza .

 
                            (Rom 5:1-5)

Por tanto, hermanos míos queridos y añorados, vosotros que sois mi gozo y mi corona, manteneos firmes en el Señor, queridos.

        Encarecidamente ruego a Evodia y a Síntique que se pongan de acuerdo como corresponde a creyentes. Y a ti, compañero fiel, te ruego que las ayudes, pues, se batieron conmigo por el evangelio, junto con Clemente y el resto de mis colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

        Estad siempre alegres en el señor: os lo repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca por vuestra bondad. El Señor está cerca. Que nada os angustie; al contrario, en cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la paz de Dios que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús.

                                                       (Flp4:1-7)
        Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses, que es la iglesia de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor. A vosotros, gracia y Paz.

 

2) Resistir en la prueba.


 
        Dichoso el hombre que aguanta en la prueba, porque, una vez acrisolado, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que lo aman.


                (sant 1:12)

        Aunque él da una gracia mayor y por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero concede su favor a los humildes. Por tanto, someteos a Dios, pero resistid al diablo, que huirá de vosotros.

 
                        (sant 4: 6-7)

        Únicamente os pido que llevéis una vida digna del evangelio de Cristo. Y tanto si voy a visitaros y lo veo, como si estoy lejos y oigo lo que se dice de vosotros, permaneced firmes, unidos en un mismo Espíritu, luchando todos a una por la fe del evangelio. No os dejéis atemorizar lo más mínimo por los enemigos, pues Dios ha dispuesto que lo que para ellos es señal de perdición, para vosotros lo sea de salvación.

        A vosotros en efecto, se os ha concedido la gracia, no sólo de cree en Cristo, sino también de padecer por él, sosteniendo el mismo combate en el que me habéis visto empeñado y que, como sabéis continuo sosteniendo.


                               (Flp 1:27-30)

        Por tanto, también nosotros, ya que estamos rodeados de tal nube de testigos, liberémonos de todo impedimento y del pecado que continuamente nos asedia, y corramos con constancia en la carrera que se abre entre nosotros.


                                       (Heb 12:1)

3º) aprender en la prueba.



        Vivid con sobriedad y estar alerta. El diablo, vuestro enemigo, anda como león rugiente buscando a quien devorar. Enfrentaos a él con la firmeza de la fe, sabiendo que vuestros hermanos dispersos por el mundo soportan los mismos sufrimientos.

        Y el Dios de toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de un corto sufrimiento os restablecerá, os fortalecerá, os robustecerá y os consolará.

Suyo es el poder por siempre. Amen.


                                       (1pe 5:8-11)

        Y termino pidiendo que el Señor os conforte con su fuerza poderosa. Revestíos de las armas que os ofrece Dios para que podáis resistir a las asechanzas del diablo.

        Porque nuestra lucha no es contra adversarios de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los que dominan este mundo de tinieblas,, contra los espíritus del mal que tienen su morada en un mundo supraterreno. Por eso debéis empuñar las armas que Dios os ofrece, para que podáis resistir en los momentos adversos y superar todas las dificultades sin perder terreno. Estad , pues, en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad, protegidos con la coraza de la rectitud, bien calzados vuestros pies para anunciar el evangelio de la paz. Tened embrazado en todo momento el escudo de la fe con el que podáis apagar las flechas incendiarias del maligno; usa el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.

                        (Ef 6:10-19)

        Por eso es necesario que atendamos más y más a las eseñanzas recibidas, no sea que nos extraviemos. Porqué, si la palabra enseñada por angeles resultó firme, y toda transgresión y desobediencia fue justamente castigada ¿cómo escaparemos nosotros, si no aprovechamos una salvación como esta? Una salvación que inaugurada por la predicación del Señor, nos ha sido garantizada por los que la oyeron, mientras Dios apoyaba su testimonio con signos, prodigios y toda clase de milagros, y con dones del Espíritu Santo distribuidos según so voluntad.


                               (Heb 2:1-4)


        Velad, permaneced firmes en la fe; sed hombres, sed fuertes. Cuanto hagáis hacedlo con amor.

 

                        (1Cor 16: 13-14)

4) Confiar en Dios en la prueba.

 
        Así pues, incluso los que sufren según la voluntad de Dios deben encomendarse al creador, que es fiel y no dejar de practicar el bien.

                               (1pe 4:19)

        No perdáis, pues, esta confianza, que os proporcionará una gran recompensa. Pues tenéis necesidad de perseverar, para que, cumpliendo la voluntad de Dios,  alcancéis la promesa.


                               (Heb 10:35)

        La fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve. Por ella obtuvieron nuestros antepasados la aprobación de dios.


                               (Heb 11:1-2)

        Os he dicho todo esto, para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo. En el mundo encontrareis dificultades y tendréis que sufrir, pero tened animo, yo he vencido al mundo.

                               (Juan 16:33)

5º) Irreprensible en la prueba.


        Por tanto, queridos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad vivir en paz con Dios, limpios e irreprochables ante él, considerando como salvación la paciencia de nuestro Señor.


                               (2Pe 3:14)

        ¡ Que el Señor os haga crecer y sobreabundar en un amor de unos hacia otros y hacia todos, tan grande como el que nosotros sentimos por vosotros! En fin, que cuando Jesús, nuestro Señor, se manifieste junto con todos sus elegidos, os encuentre interiormente fuertes e irreprochables como consagrados delante de Dios nuestro Padre.

                               (1Tes 3:12-13)
 
        Así pues amados mío, vosotros que siempre me habéis obedecido, hacedlo también ahora que estoy ausente, incluso con mayor empeño que si estuviera presente, y esforzaos con santo temor en lograr vuestra salvación. Que es dios quien, más allá de vuestra buena disposición, realiza en vosotros el querer y el actuar. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones. Seréis así limpios e irreprochables; seréis hijos de Dios sin mancha en medio de una generación mala y perversa, entre la cual debéis brillar como lumbreras en medio del mundo, manteniendo con firmeza la palabra de vida, para que el día en que Cristo se manifieste, pueda yo enorgullecerme de no haber corrido o trabajado inútilmente. Y aunque tuviera que ofrecerme en sacrificio al servicio de vuestra fe, me alegraría y congratularía con todos vosotros. Por lo mismo alegraos también vosotros y regocijaos conmigo.

                               (Flp 2: 12-18)

6º) Amar en la prueba.


        Ante todo, amaos intensamente unos a otros, pues el amor alcanzará el perdón de muchos pecados. Practicar de buen grado unos a otros la hospitalidad.


                                       (1Pe 4: 8-9)
 
        Amaos de verdad unos a otros como hermanos y rivalizad en la mutua estima. No seáis perezosos para el esfuerzo; manteneos fervientes en el Espíritu y prontos para el servicio del Señor. Vivid alegres por la esperanza, sed pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. Compartid las necesidades de los creyentes; practicad la hospitalidad. Bendecid  a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Vivid en armonía unos con otros y no seáis altivos, antes bien poneos al nivel de los sencillos. Y no seáis autosuficientes.

        A nadie devolváis  mal por mal; procurad hacer el bien ante todos los hombres. Haced lo posible en cuanto de vosotros dependa, por vivir en paz con todos. No os toméis la justicia por vuestra mano, queridos más dejad que Dios castigue, pues dice la escritura: A mí me corresponde la justicia; yo daré su merecido a cada uno. Esto es lo que dice el Señor. Por tanto, si tu enemigo tiene hambre dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así haras que enrojezca de vergüenza.

        No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence el mal a fuerza de bien.

                               (Rom (12:10-21)


        Sois elegidos en Dios, pueblo suyo y objeto de su amor; revestíos, pues, de sentimientos de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia. Soportaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga motivos de queja contra otro. Del mismo modo que el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo, revestíos del amor que es el vinculo de la perfección. Que la paz de cristo reine en vuestros corazones; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos.


                                               (Col3:12-15)

7º) Saber la verdad en la prueba


 
        Y no sólo esto, sino que hasta de las tribulaciones nos sentimos orgullosos sabiendo que la tribulación produce paciencia; la paciencia produce virtud sólida y la virtud sólida, esperanza. Una esperanza que no engaña porque, al darnos el Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones.

                        (R5:3-5)

        Porque todo esto es para vuestro bien; para que la gracia, difundida abundantemente en muchos, haga crecer la acción de gracias de Dios.

        Por eso no desfallecemos; al contrario, aunque nuestra condición física se vaya deteriorando, nuestro ser interior se renueva de día en día. Porque momentáneas y ligeras son las tribulaciones que, a cambio, nos preparan un caudal eterno e inconmensurable de gloria; a nosotros que hemos puesto la esperanza, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

                               (2 Cor 4: 15-18)

        Sabemos en efecto que aunque se desmorone esta tienda que nos sirve de morada terrenal, tenemos una casa hecha por Dios, una morada eterna en los cielos, que no ha sido construida por mano de hombres. Y por eso precisamente suspiramos, deseando ardientemente ser revestidos de esa nuestra morada celestial, supuesto que en tal momento estemos vestidos y no desnudos. Porque los que vivimos en esta tienda corporal suspiramos angustiados, pues revestidos para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha preparado para ese destino es Dios, el mismo que nos ha dado en prenda el Espíritu.

        Así pues, en todo momento tenemos confianza. Sabemos que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos lejos del Señor, y caminamos a la luz de la fe y no de lo que vemos.

                               (2Cor5:1-7)

        Esta es la razón de mis sufrimientos; pero yo no me avergüenzo, pues se en quien he puesto mi confianza y estoy persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

                        (2Tim 1:12)

        Para que nadie sucumba a causa de estas tribulaciones a las que, como sabéis, estamos destinados. Os lo anunciamos estando entre vosotros: “Vamos a sufrir tribulaciones” Y así ha sucedido realmente como sabéis

José Carlos Enríquez Díaz