sábado, 13 de julio de 2019

Ángel Mato saca adelante el primer pleno con la ayuda del PP

Foto tomada de

FERROL / LA VOZ 

Mato aceptó ser Alcalde con el voto de dos grupos con los que sabía que no iba a haber acuerdo posterior, pero no le importo. Lo único importante para él era ser Alcalde. Si se va a gastar menos en sueldos no es gracias a Mato precisamente. El tanteó al resto de los grupos para ver si le apoyarían. Pero al comprobar que no se echó atrás. Pero Ángel Mato quería la subida de sueldos. También la deseaba para él. Pero le salió mal el asunto. 

Es lamentable que la primera atención prestada por el “Alcalde” haya sido la de los sueldos. Lamentable y muy clarificadora. Por más que se empeñen algunos políticos en decir lo contrario, es descorazonador constatar que cuando entran en política, aunque afirmen que buscan servir al ciudadano, a lo que muchos aspiran es a alcanzar el poder y mantenerse en él por encima de todo. La estrategia “de presentarse como servidores del ciudadano” es un conocido mecanismo de defensa psicológico que algunos ponen en juego para disfrazar sus deseos de poder.

 La política, para Aristóteles, es el arte del bien común, por lo mismo, un ejercicio obligatorio para todo ciudadano ateniense que como tal debía participar en el reflexionar y en el quehacer de la polis griega. De esta manera la política no estaba reservada solamente a una cúpula, sino que era parte normal del quehacer de todo ciudadano, cualquiera fuera su función en la sociedad y en el Estado griego. 

En la Modernidad, sin embargo, ambas categorías, la ética y la política, han sido excluyentes. La política moderna, que, como ya vimos, data de 1513, fecha de aparición de El Príncipe de Nicolás de Maquiavelo arranca, precisamente, de la supresión de la ética como categoría política y, correlativamente, de su fundamentación sobre otros supuestos y no sobre los supuestos éticos que estuvieron en su origen y en su razón primera. 

 ¿Cómo se nos han educado en este país? ¿Qué hemos visto en nuestras familias? ¿Qué nos han dicho nuestros educadores? Cuando existe la opinión generalizada de que el talento y la categoría de una persona se mide más por «lo que gana» que por «lo que produce», es evidente que, donde ocurre eso, lo que manda es la ambición, no la honradez. Y el que manda, ambiciona mandar porque sabe que así, y mientras mande, se forrará de dinero. Esto es así, hasta el extremo de que esta convicción encanallada, de hecho, tiene más fuerza y resulta más determinante que las demás convicciones que pueda tener una persona, ya sean convicciones políticas (caso frecuente en la gente de izquierdas) o convicciones religiosas (lo que ocurre tantas veces en gentes de derechas o en «personas consagradas»). 

Weber distingue, además, dos formas de hacer de la política una profesión: “vivir para la política o vivir de la política”. Entre vivir “para” y vivir “de” existe una importante diferencia: quien vive “para” la política se encuentra en el nivel alto de las convicciones, de los principios e ideales de servicio a los ciudadanos; el individuo, en cambio, que vive “de” la política se coloca en un nivel egoísta; son profesionales en este nivel aquellos políticos que no desean gobernar en calidad de servidores de los ciudadanos sino al servicio de sus intereses y/o de sus jefes políticos; no están al servicio de los principios sino a los del poder o poderes. 

Los partidos políticos deben regenerarse, pero sin una ciudadanía más exigente, más activa y con más cultura política, clamar por la regeneración será ineficaz y quedará en agua de borrajas

1 comentario:

  1. Se intuye difícil la ya agónica necesidad de regeneración

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