martes, 1 de marzo de 2016

Felicidades D. Rosendo Yañez


 
Todavía conservo en el corazón el recuerdo del primer párroco con el que me bauticé e hice mi primera comunión iniciándome en la fe. Don David. Ahora tengo  la ocasión de encontrarme en mi Camino con D. Rosendo.
D. Rosendo consigue  en su tiempo cada domingo con sus predicaciones cambiar el corazón y la vida de muchas personas, porque es  capaz de hacernos sentir el amor misericordioso del Señor. Urge también en nuestro tiempo un anuncio y un testimonio similar de la verdad del Amor: «Deus caritas est» (1 Jn 4, 8). Con la Palabra y con los Sacramentos de  Jesús.
Culto, inteligente, bien preparado y, sobre todo, buena persona. Transmite bondad y, con su franca sonrisa de mocetón alto nos  cautiva. Siempre tiene una palabra amable para cada uno de sus feligreses.
De las muchas cosas que trasmite  D. Rosendo, la más importante para mí es la paz. Es un hombre seducido por la mirada del Señor, y lo demuestra en cada gesto, en cada hecho y en cada palabra.
A todos nos gusta conocer y acercarnos a gente buena y D. Rosendo lo es.
Ha dedicado toda su existencia a servir a Dios y a sus feligreses. No lo ha hecho por dinero, por ocupar puestos de honor, sino por amor generoso, por servir al Reino de Dios.
En la actualidad, como en los tiempos difíciles del Cura de Ars, es preciso que los sacerdotes, con su vida y obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico. Pablo VI ha observado oportunamente: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio”
El Reino de Dios avanzará si disponemos de sacerdotes santos como D. Rosendo, pero santos de verdad, no sólo rezadores. Santos de esos que defienden al débil, aman a Jesús Eucaristía, quieren a todos y saben sacrificarse por ellos, y no se contentan con buenas palabras, sino que evangelizan al cien por cien.
Padre Rosendo,  debe de saber que en Canido le queremos  y su vida nos interesa. Es por eso que oramos por usted, clamando al Dios omnipotente que le guarde, que en todos sus asuntos le proteja. Le pido a Dios que le dé serenidad y le cobije con su luz.
Señor dale a D. Rosendo paz, muéstrale que no lo has abandonado, que para él hay un propósito especial y para una misión tú lo has llamado. Derrama en él tu Espíritu divino, rodéalo de ángeles que en todos sus caminos peleen por él la cruel batalla de esta  vida. Que tu poder sane toda enfermedad, toda herida aún abierta del pasado. Sana su cuerpo, sana su alma, sana su mente, da a D. Rosendo una inesperada bendición que le muestre el Dios soberano que tú eres.
Haz que la caridad de nuestros Pastor anime y encienda la caridad de todos los fieles, en tal manera que todas las vocaciones y todos los carismas, infundidos por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorizados.
            Pero sobre todo, Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial
José Carlos Enríquez Díaz 





 

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