martes, 29 de marzo de 2016

José Luis Patiño y la obediencia


 

  
Señor Patiño, en su carta  en Galiciadixital se queja usted porque fue expedientado y que un obispo le ha tenido que mandar callar después de pedir a las mujeres en su iglesia que hicieran huelga durante dos meses por estar marginadas…  le recuerdo que Dios quiere la obediencia, la virtud que exigió de nuestros padres en el paraíso. En donde hay obediencia hay orden paz y felicidad, pero en donde no hay obediencia reina la anarquía, la insubordinación, el desorden y el pecado.

Jesús nos enseñó también la obediencia.  Por obediencia quiso ser enviado, Jesús obedece todos los preceptos de la ley; fue circuncidado, presentado al templo. Él fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.. El sacerdote debe obedecer a su prelado recordando que solemnemente lo prometió en la ordenación. Obedecerá a imitación de Jesús. Considerando en todos la imagen de Dios, sin contradicciones, sin dilación y con alegría y perseverancia.                                       
La Iglesia somos todos y todos cabemos... pero no caben los que quieren una Iglesia con puertas, una Iglesia de politiqueos de tres al cuarto de sacerdotes que igual podrían ser profesores de religión o seudo psicólogos que quieren hacer buenas personas pero que no enseñan a rezar, que no enseñan a conocer a Dios y claro esto último todo en nombre de una libertad mal entendida...

Señores, cuando unos padres mandan a sus hijos a la catequesis, a un colegio religioso, a una asociación de tiempo libre con tinte religioso pretenden que se le dé a sus hijos la formación necesaria en valores pero que esos valores se edifiquen desde la solidez de la fe.

¿De que valen los valores si no se pueden sostener cuando tengamos las primeras dificultades?

¿Cuantas personas han caído en el hoyo pese a tener valores? ¿Por qué? simplemente porque esos valores eran aire... no se sustentaban por nada, faltaba la Fe, el creer no solo en uno mismo sino en algo superior...

Bueno pues esta es una visión progresista de la Iglesia, una Iglesia que ayuda, que forma que esta junto a sus fieles, que les conoce, que les ayuda en el día a día, que camina junto a ellos. No es progresista esa Iglesia con puertas, nacionalista, que solo se preocupa de la política y de conseguir cada vez más objetivos, y se olvida que la vocación de todo sacerdote es el Servicio a los demás desde una entrega total y desinteresada.

Si eres sacerdote piensa: ¿cuánto de lo que haces es política? ¿tus actividades diarias están equilibradas desde el punto de vista social y religioso o predomina mas uno de ellos? ¿te preocupas más de ti que de tus feligreses? ¿Cuantos feligreses enfermos has visitado en los últimos días? ¿cuantas catequesis has preparado y has impartido? ¿cómo es la situación de los jóvenes de tu parroquia, tanto en lo económico, como los social como lo formativo? ¿qué haces desde tu parroquia por los mas necesitados? ¿Cuantas veces dices, no puedo hacer nada porque la sociedad no me deja, tengo muchas parroquias que atender...?

Con este tipo de reflexiones sabrás que tipo de sacerdote eres, si eres equilibrado o activista, si eres sacerdote con mayúsculas o intentas ser político de púlpito.


Señor Patiño, la Santa Misa no es un espectáculo, La Eucaristía no puede ser un mero entretenimiento de los fieles, sino una participación y relación íntima con Dios. La Santa Eucaristía une a los hermanos y hermanas en Cristo en la unidad más profunda posible, más allá de cualquier vínculo meramente humano.


Es realmente lamentable lo que pueda haber de sacrílego en ese tipo de celebración, pero el problema es más profundo: es lamentable que se use la Santa Misa con fines terrenos, políticos, linguísticos, de protesta, etc. Que se instrumentalice la Santa Misa para desunir y para provocar. Pero el problema más grave es la falta de amor a la Liturgia de la Iglesia y la falta de dignidad del sacerdocio de lo que las carnavaladas no son  más que un ejemplo. ¿Qué se puede esperar de una iglesia donde no hay veneración al Sacramento de la Eucaristía? Esas carnavaladas quizás sean la consecuencia directa de un clero apaisanado, del desprecio de los medios de la gracia, de la falta de consideración del Sacramento de la Penitencia, del olvido de Cristo, que es quien maltratan especialmente los sacerdotes cuando no tienen fe.

 

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