viernes, 30 de marzo de 2012

Adoración por medio de la música






La Biblia contiene el registro más antiguo de la música. Job 38:7 nos dice que cuando fue formado el mundo “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios”. La música empezó en el cielo antes de la creación del mundo.
La música es importante porque puede influir sobre nuestras emociones y aun cambiar nuestro modo de actuar. Si la música se usa de manera indebida, puede convertirse en fuerza de maldad. Si se usa para bien puede producir paz y armonía, llevarnos hacia Dios. El propósito supremo de la música consiste en adorar y glorificar al Señor.


La Biblia da ejemplos de adoración por medio de la música vocal e instrumental. Estos nos son dados para ayudarnos en nuestro ministerio de alabanza a Dios. “Cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con Salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, dando gracias a Dios Padre por medio de él (Colosenses 3:16-17).


La Biblia nos exhorta a que cantemos. Las palabras de Efesios 5:19 concuerdan con las de Colosenses ya citadas. No exageramos al decir que los cánticos y el cantar se mencionan centenares de veces en la Sagrada Escritura. Dios quiere que le alabemos con cánticos porque El es digno de nuestra alabanza y también por lo que hace por nosotros espiritualmente.
Algunos de nuestros cantos cristianos se han tomado de los Salmos, literalmente se le ha compuesto música a la Sagrada Escritura. La idea no es nueva o de esta generación, ya que el libro de los Salmos constituía el himno de la nación Judía hace muchos años. Ellos tenían el Salmo de fiesta (Como el Salmo 81), salmos para pedir perdón, (como el Salmo 51), y muchas otras clases de Salmos. Pero la mayoría eran Cánticos de alabanza y agradecimiento.

Segundo de Crónicas 20 nos cuenta una historia extraña de una batalla que se ganó por medio de la adoración a Dios con música y canto. Este incidente ocurrió después de que tres naciones paganas habían formado una alianza para que sus fuerzas armadas marcharan contra el reino de Judá. Con sus numerosos soldados tan elevados parecía que no podrían perder la batalla.


Cuando el pueblo de Dios oyó que se acercaban, clamaron a Dios por ayuda. Pero, en vez de guiarlos en alguna estrategia militar, Dios les dijo que mandaran músicos, quienes marcharían frente a las fuerzas armadas cantando: “Glorificad al Señor, porque su misericordia es para siempre”. Cuando empezaron a cantar Dios hizo que se confundieran los enemigos. Se volvieron unos contra otros peleándose y matándose. El pueblo de Dios entró después sólo para recoger el botín. Después regresaron a la ciudad tocando las arpas y trompetas, dándole gloria a Dios porque les había dado la victoria.


Quizá no estemos librando una batalla actualmente, pero Efesios 6 nos recuerda que nuestros enemigos de hoy no son de carne ni sangre, sino el diablo y sus poderes. Pero así como el enemigo físico fue conquistado a través del canto hace tantos siglos, el enemigo espiritual se puede conquistar hoy. ¿Qué, pues, diremos a esto?... Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros…? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada… Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:31, 35, 37) San pablo y Silas, echados en prisión por causa del evangelio ( Hechos 16) se regocijaron en el Señor. Aun que habían sido flagelados severamente, puestos sus pies en cepos, se produjo un terremoto violento y sus cadenas se cayeron. ¡DIOS LOS HABÍA LIBERADO! Entonces pasó algo más. El carcelero, lleno de miedo, se iba a suicidar, pero san Pablo lo impidió asegurándole que nadie se había escapado. “Señores”, grito el carcelero, “¿Qué debo hacer para ser salvo?”.


Esta era la oportunidad que buscaban San Pablo y Silas. Ellos le dijeron al Hombre que serían salvos él y su casa con sólo creer en Jesucristo. El y su familia creyeron y fueron bautizados inmediatamente. San Pablo y Silas pudieron regocijarse en una victoria doble.
En algunos casos la música no era tan sobresaliente, pero el Espíritu santo la usó para atraer a hombres y mujeres a El.
El cantar nos une en gozo y amor; y todos sabemos que la unión es la fuerza.
Al mismo tiempo quizá estemos ayudando a una persona tímida a buscar a Jesucristo. El quita todos nuestros temores.


Le alabamos no solamente por lo que la alabanza significa para nosotros, sino porque El es digno de nuestra alabanza. Podemos entrar en sus puertas con acción de gracias y por sus atrios con alabanza, porque Dios es bueno y su amor es eterno (Salmo 100) Dios es digno de alabanza ahora y por toda la eternidad. ¡Bendigamos al Señor con Gozo! A medida que bendecimos al Señor el nos bendice a nosotros. Me puedo imaginar el gozo que Dios tiene cuando su creación le bendice a través de su canto.


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