viernes, 9 de marzo de 2012

Agustín Villamor Herrero: un siervo de Dios



Agustín era de una coherencia total en su ser y en su saber estar, siempre dialogante, pero siempre critico. Con la injusticia nunca practicaría. Buenos disgustos le proporciono, incluidos los de los “amigos” esta radicalidad parece que no gustaba a algunos y de hecho hoy apareció un comentario anónimo en mi blog que he decidido publicar porque me parece muy acertado pues Agustín ha sido un siervo de Dios.


A través de las Escrituras vemos que los autores del Nuevo Testamento usan frases para referirse a ellos como “siervo de Dios”, “siervo del Señor” y “siervo de Jesucristo” alternativamente.
Pablo, por ejemplo, se llama a sí mismo “siervo de Jesucristo” en Romanos 1:1 y “siervo de Dios” en Tito 1:1. Santiago hace lo mismo en la apertura de su carta a los judíos, presentándose como siervo de Dios y del Señor Jesucristo. Lo mismo hacen Pedro y Judas en las primeras líneas de sus epístolas.


No sólo los apóstoles son llamados a ser siervos de Dios y de Jesucristo, todos los cristianos somos llamados a ser siervos de Dios. En Romanos 6:22, el apóstol Pablo nos dice que los cristianos hemos sido liberados del pecado y hechos siervos de Dios. El apóstol Pedro nos insta, en su primera epístola a que vivamos como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios (1 P. 2:16). Ser siervo y ser libre al mismo tiempo, interesante el concepto.
definición de “siervo” :


El siervo de Dios es aquella persona que está dispuesta a:
* hacer lo que Dios pida
* cuando El lo pida
* donde El lo pida
* no importa lo que El pida


La palabra siervo significa esclavo (doulos). Describe a alguien que está sujeto a la voluntad de su Señor, y totalmente a la disposición de él.
Al usar este término para describirse, los apóstoles están expresando su absoluta devoción y sujeción a Cristo, están expresando su actitud de absoluta obediencia hacia Cristo, algo a lo que no sólo los apóstoles fueron llamados, reitero, sino todos los que somos de Cristo. Es esa obediencia incondicional la que nos va habilitar para ser siervos efectivos.
Esa obediencia comienza en nuestras vidas cuando renunciamos a otros “señores”, nos identificamos con Cristo, descubrimos en la Escritura cuál es su voluntad, vivimos de acuerdo a ella, y conscientemente nos alejamos de intereses que son contrarios a la voluntad de Dios, aún y cuando estos intereses (gustos, hábitos, preferencias o tendencias) hayan sido importantes para nosotros en el pasado. Escuchémos a Pablo exhortando a los romanos a vivir esa vida de obediencia que Cristo demanda de nosotros:


“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional [lo que corresponde]. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2


Después de dejar claro lo que es un siervo de Dios les dejo con el comentario anónimo que he recibido esta noche:





La ira de Dios caerá sobre los calumniadores y mal hechores de Agustín; ellos saben quienes son...

No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas. 1 Crónicas 16:22; salmo 105:15.

¡La calidad en nuestra vida y ministerio es de una importancia fundamental! El deseo de Dios no es que haya muchos y malos, tampoco pocos y buenos; Él quiere muchos y buenos.
He leído muchas veces, en las torres de alta tensión, un cartel que dice: “PELIGRO DE MUERTE: ALTO VOLTAJE”. Esto mismo debieran de leer algunos con respeto a la unción que Dios ha puesto en los hombres que él usa. Todos podemos servir a Dios, pero no todos tenemos el mismo rango en el reino del Padre. En cuanto a la salvación, el precio pagado por Cristo es el mismo para todos, pero en cuanto al servicio, hay rangos diferentes. Aquí no es cuestión de diferencia de personas, sino de autoridad (unción) para el servicio. En el cuerpo de Cristo funcionan muchos dones y capacidades. Sin embargo, hay que diferenciar a los dones de los ministerios.
A Moisés le fue ordenado poner un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no pusieran los ojos en él, pues la gloria de Dios se reflejaba en su rostro. Sé que no debemos atribuirle un valor excesivo, pero si Dios no perdonó a aquel rey afgano que profanó los vasos sagrados del santuario, ¡Cunato más a nosotros si tocamos los vasos que sirven en lo que es perfecto!

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