jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Parece que han vetado a Torres Queiruga en Salamanca?






Mi buen amigo Paco Pepe Publicó hace un par de días en su Blog que la conferencia en honor de Santa Catalina la iba a pronunciar Torres Queiruga mañana 24 a las 12 horas en el salón de grados de la Universidad Pontificia de Salamanca. Y comentaba su extrañeza ante el hecho de que un obispo prohiba un curso al teólogo gallego y otro le brinde un puesto de honor en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Hoy se puede leer en Ecclesia Digital, revista muy bien informada sobre cuestiones eclesiales la siguiente noticia:
El catedrático de la Usal Cirilo Flórez Miguel pronunciará una conferencia mañana, jueves 24 de noviembre, a las 12.00 horas, en el Aula de Grados
Por este motivo, el catedrático de la Universidad de Salamanca Cirilo Flórez Miguel impartirá una conferencia sobre Filosofía y arte en la fachada de la Universidad de Salamanca a las 12.00 horas en el Aula de Grados.
Previamente, a las 11.00 horas, tendrá lugar la celebración de una eucaristía en la Capilla de la Universidad


Pues o a mí buen amigo Paco Pepe le han informado mal, cosa que pudiera ser, o han vetado a Torres Queiruga su conferencia, que tenía título y todo, o alguna indisposición de última hora le ha impedido acudir a Salamanca.

Torres Queiruga, como otros de su generación, cae en los errores del liberalismo teológico con frecuencia: eliminación de lo sobrenatural, separación del Cristo Histórico del de la Fe, negación de la autoridad del magisterio de la Iglesia, etc.

Lo cierto es que todos esos errores, influidos por el pensamiento modernista, hace mucho que ya fueron refutados por muchos teólogos católicos, incluyendo al ya citado Newman. A veces me cuesta entender porque los obispos, cuando salen libros con estas especulaciones que atacan en muchas ocasiones las raíces de la fe, no sacan notas claras, caritativas pero claras, poniendo las cosas en su sitio. Notas públicas y convenientemente publicitadas, en vez de callar y tapar, y en ocasiones hacer vergonzosas persecuciones a escondidas, o aún más vergonzosas transacciones con quienes predican el error. Si tenemos razón, no hay nada malo en usar la autoridad para apoyar la razón teológica.

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