martes, 10 de abril de 2012

En Suiza escasean las vocaciones sacerdotales




Por Morven McLean, swissinfo.ch


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Una capilla iluminada constituye el corazón del seminario de Villars-sur-Glâne, cerca de Friburgo, construido hace treinta años para acoger a 40 aspirantes al sacerdocio. Hoy, residen solamente cinco.
La mayoría de los seminarios católicos en el resto del país viven una situación similar. Los investigadores prevén que de aquí a 2029 habrá un tercio menos de sacerdotes que en 2009.

Las voces progresistas en el seno de la Iglesia reivindican un diálogo abierto y honesto sobre su futuro.

En Basilea, algunos grupos católicos han solicitado incluso la abolición del celibato y la admisión de las mujeres en el sacerdocio.

Los autores de un libro, que publicó a fines de 2011 el Instituto Suizo de Sociología Pastoral (SPI) de San Gall, se basan en la tendencia actual para analizar las perspectivas del sacerdocio en Suiza.

Sus pronósticos prevén un envejecimiento y una disminución de párrocos en las diócesis y, simultáneamente, un aumento del número de auxiliares no ordenados.

“Hemos realizado un pronóstico para los próximos veinte años y los resultados no son sorprendentes: vaticinan un continuo descenso del número de sacerdotes”, afirma Arnd Bünker, coautor del libro. El director del SPI atribuye esta baja a que fallecen más sacerdotes de los que se ordenan.

“Se trata de un viejo problema que está relacionado con la vocación. El celibato es uno de los motivos, pero no el decisivo”, sostiene Bunker. “El problema reside en el lugar que ocupa la Iglesia en la vida de nuestra sociedad y cultura. El papel de la religión institucionalizada ha cambiado mucho. Las viejas estructuras de la vocación ya no existen”.

Vocación sacerdotal

Si en 1991 en los seminarios suizos se formaban 177 jóvenes, dos décadas después se cuentan solamente 88. Los investigadores creen que, en el mejor de los casos, su número se mantendrá estable. Pero persisten incógnitas, por ejemplo, una eventual modificación de los requisitos de admisión o las repercusiones que tendrán a largo plazo las revelaciones sobre abusos sexuales en la Iglesia.

Nicolas Glasson, rector del seminario de Villars, confía en que la disminución de ordenaciones sacerdotales se detenga o la tendencia incluso se reinvierta, como parece ocurrir en Francia.

“Francia vivió hace tres o cuatro décadas la misma situación que atravesamos nosotros ahora. En los últimos dos años el número de sacerdotes se ha mantenido estable y ahora ha crecido incluso un 10%”, explica a Glasson swissinfo.ch.

Durante los meses de abril y mayo de 2010, la Iglesia en Francia lanzó una campaña de relaciones públicas para atraer a más jóvenes al sacerdocio. Con ese fin distribuyó miles de tarjetas en bares, cines, campus universitarios y abrió un foro en Facebook. La operación fue un éxito, según la propia Iglesia.

Soluciones actuales


Según Bünker, se necesitan medidas en las seis diócesis de Suiza, cada una de las cuales tiene su propia estrategia.

En términos numéricos, la de San Gall registra la mayor penuria de sacerdotes. “Por otra parte, el número de agentes pastorales laicos que se han formado como tales sigue más o menos invariado. Su edad promedio es también la más baja de todas las diócesis helvéticas. Podríamos decir que San Gall afronta bastante bien la situación”.

Otras diócesis, entre ellas la de Lugano, han reclutado sacerdotes en otros países, lo que no constituye una solución a largo plazo, según Bünker. “Debemos preguntarnos si una iglesia está en condiciones de reproducirse. Nuestras iglesias locales no son sostenibles”.

En su opinión, traer a párrocos de países donde la relación entre número de parroquias y católicos es superior que en Suiza constituye un problema fundamental.

No hay que infravalorar que existen diferencias culturales y lingüísticas. “Hay problemas de racismo y aceptación. Esto supone una dificultad para los sacerdotes extranjeros y también un desafío para la comunidad de feligreses y las parroquias que deben encontrar un modo de convivencia”, sostiene el investigador.

Por otra lado, sin embargo, la importación de sacerdotes enriquece la diversidad de la Iglesia suiza y aporta otros puntos de vista, agrega.

Soplan vientos de cambio

La Diócesis de Basilea, que incluye a Berna, es la que más párrocos ha perdido en las dos últimas décadas. Para hacer frente al problema, hace un lustro creó un plan de desarrollo pastoral. Las parroquias están agrupadas en áreas pastorales, con un sacerdote encargado, pero muchas veces son personas laicas quienes celebran los oficios de culto.

Según la teóloga Monika Hungerbühler, agente pastoral en la iglesia de Basilea, Alemania conoce programas similares y esta idea gana terreno en Suiza. “La idea consiste en reunir parroquias más allá de las fronteras cantonales. Y decidir dónde se requieren servicios (oficios) religiosos y dónde debemos concentrarnos en la labor social”, explica a swissinfo.ch.

Nicolas Glasson sostiene que dentro de nada las funciones religiosas no se celebrarán en cada localidad, sino en centros pastorales al servicio de comunidades más amplias.

“Queremos bautizar a todos los feligreses, celebrar funerales y matrimonios religiosos, pero pronto no estaremos en condiciones de hacer todo. Una opción podría residir en adaptar la organización al número de sacerdotes de los que disponemos, en lugar de limitarnos a los confines geográficos”, afirma el rector del seminario de Villars. “Tenemos la sensación de que estamos retrocediendo. Personalmente, me considero un sacerdote no muy viejo, y yo quiero avanzar”, agrega entre risas.

Monika Hungerbühler –miembro de un grupo que en enero presentó al sínodo de Basilea una iniciativa para conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres y eliminar el celibato- también aboga por una Iglesia adaptada a nuestros tiempos. La teóloga cree que 50 años después del Concilio Vaticano II, que introdujo reformas importantes, ha llegado la hora de celebrar un tercer concilio.

“Para mí es importante que un creciente número de parroquias y diócesis vayan a Roma y digan que necesitamos un nuevo concilio. Tenemos que pensar en diferentes soluciones. Por ejemplo, una estructura sinodal de manera que el liderazgo o las estructuras pastorales puedan variar de un continente a otro”.

“Confío en que dentro de 30 años veamos a sacerdotes casados y que las mujeres puedan ser diaconisas y ordenarse sacerdotisas. Espero que tengamos un obispo con el suficiente valor para reivindicar que hay mujeres tan aptas para el sacerdocio como los hombres”.

“Actualmente la ley eclesiástica no lo consiente”, agrega la teóloga. “Pero si se celebrara un Concilio Vaticano III y llegara un soplo de aire fresco podríamos encontrar una vía de salida”.

Morven McLean, swissinfo.ch

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