miércoles, 16 de noviembre de 2011

Andres Torres Queiruga ¿por qué no te callas?




TERAPIA A LA MEDIDA DE QUEIRUGA

En las últimas semanas se ha levantado un exceso de polvareda mediática en medio de la progresía clerical. Se ha movido un poco de más el gallinero, y toda esta bulla nos está despistando de lo esencial.

Se agradece el esfuerzo del arzobispo de Santiago por poner un poco de orden con las últimas notas de prensa, pero me parece que no basta, porque tampoco va al fondo del problema. Él no es el Papa de Roma, que desde lejos tiene que conformarse con buenos consejos y algún que otro venablo. El está en su propio terreno, con su gente.


Ha tenido la mala suerte don Julián de que se ha convertido su archidiócesis en el corralito de moda de lo mejor de cada casa de la contestación eclesiástica. A lo mejor, podría suponerse que ha faltado algo de claridad para romper desde el principio. Pero a lo hecho pecho. Ahora se trata de otro tema.

Yo me pregunto: ese buen hombre del Torres Queiruga, no va a tener a nadie –como en el evangelio, el enfermo de la piscina- con un par de narices que le ayude a no hacer el ridículo. Ya no se trata de evitar la difusión de ideas estrambóticas -lo que no estaría nada mal, dada la confusión ambiente- sino de cogerse a don Andrés del brazo y explicarle que ese es el caminito del infierno. Vamos a rezar, porque en el hereje se mezcla algo de orgullo ciego y de obcecación ilógica. Visto desde fuera, el espectáculo es grotesco. Pero tengo mis dudas de si valdría la pena obligarle a retractarse o un gesto parecido: estamos hartitos de medio mártires mediáticos. La solución –me parece- está en aconsejarle el silencio: anda, Andresiño, majo, ¿por qué no te callas un rato y piensas? Quién sabe si no le hacemos un gran favor a las entendederas de los fieles y a la pobre alma de ese pobre diablo. Podríamos probar.

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