viernes, 6 de abril de 2012

Las alucinaciones de Torres Queiruga



La teoría de la alucinación está largamente rebatida en la literatura científica. El problema de fondo de Queiruga es su soberbia racionalista. Respira por la herida cuando repite la palabra "Impensable" (para él). Para un materialista como él, lo es. ¡Ojo!, él no es empirista, pero sí materialista. En el fondo tiene una especie de síndrome de Estocolmo con respecto al Idealismo moderno.
Por otra parte es interesante saber que las razones de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe son compartidas por Roma. Una Nota así no se publica sin consultarlo. Otra cuestión de interés es la siguiente: La Iglesia Evangélico - Luterana Alemana le ha retirado la venia docendi hace un par de años a un famoso exegeta de la Universidad de Göttingen, Gerd Lüdemann. Lo curioso del caso es que aporta las mismas razones que se dan contra la obra de Queiruga. Tanto uno como otro, por mucho que digan lo contrario, quitan toda base a la fe específicamente cristiana y ello, naturalmente, suscita preocupación también en el Protestantismo alemán, que está viviendo una profunda crisis.




Texto de autor:

«¿qué sentido tiene un cadáver que permanece tal durante cierto tiempo, para ser luego ni siquiera revivificado, sino transformado en algo completamente distinto y ajeno a todas sus leyes y propiedades? ¿o se trata acaso de una aniquilación? ¿qué pasa en ese tiempo con Cristo, quien, por un lado, está glorificado, pero, por otro, no está completo, pues necesita todavía retomar transformándolo-¿cómo?, ¿para qué?-el cuerpo material? [...] De modo positivo, sin el sepulcro vacío no sólo desaparece esa extrañeza, sino que todo cobra un realismo coherente.
La muerte de Cristo es verdaderamente “tránsito al Padre”, que no aniquila su vida, puesto que, en preciosa expresión de Hans Küng, consiste en un “morir al interior de Dios”. De modo que la Resurrección acontece en la misma cruz, donde Cristo “consuma” su vida y su obra (Jn 19,30), siendo “elevado” sobre la tierra como signo de su exaltación en la gloria de Dios (recuérdese el tema joánico de la hýpsosis»: Resurrección 205-207.


«La segunda cuestión se refiere a la preservación de la identidad de Jesús, a pesar de la permanencia de su cadáver en el sepulcro. La insistencia en el carácter físico de las apariciones y la expresión tradicional que habla de resurrección de la carne intentaban justamente asegurar esta identidad.


El modo de esa insistencia era algo exigido por el carácter prevalentemente unitario de la antropología bíblica y que, por tanto, pertenecía al plano de la explicación conceptual o, en expresión de Willi Marxsen, del interpretament. Como tal, esa explicación está culturalmente condicionada, y, siendo legítima para su tiempo, no tiene por qué ser preceptiva para el nuestro. Lo que importa ahora es su intención viva, dirigida a mantener la identidad: es Jesús mismo, él en persona, quien resucita»: Resurrección 209-210.

«Por eso ya no se la comprende bajo la categoría de milagro, pues en sí misma no es perceptible ni verificable empíricamente. Hasta el punto de que, por esa misma razón, incluso se reconoce de manera casi unánime que no puede calificarse de hecho histórico. Lo cual no implica, claro está, negar su realidad, sino insistir en que es otra realidad: no mundana, no empírica, no apresable o verificable por los medios de los sentidos, de la ciencia, o de la historia ordinaria»: Resurrección 317.

«Muchos teólogos que se empeñan en exigir las apariciones sensibles para tener pruebas empíricas de la resurrección no acaban de comprender que eso es justamente ceder a la mentalidad empirista, que no admite otro tipo de experiencia significativa y verdadera [...] Por lo demás, el mismo sentido común, si supera la larga herencia imaginativa, puede comprender que “ver” u “oír” algo o a alguien que no es corpóreo sería sencillamente falso, igual que lo sería tocar con la mano un pensamiento [...]
(Y nótese que cuando se intenta afinar, hablando por ejemplo de “visiones intelectuales” o “influjos especiales” en el espíritu de los testigos, ya se ha reconocido que no hay apariciones sensibles. Y, una vez reconocido esto, seguir empeñados en mantener que por lo menos vieron “fenómenos luminosos” o “percepciones sonoras” es entrar en un terreno ambiguo y teológicamente no fructífero, cuando no insano.

Esto no niega la veracidad de los testigos [...] Lo que está en cuestión es si lo visto u oído empíricamente por ellos es el Resucitado o son sólo las mediaciones psicológicas-semejantes, por ejemplo, a las producidas muchas veces en la experiencia mística o en el duelo por seres queridos-que en esas ocasiones y para ellos sirvieron para vivenciar su presencia trascendente y tal vez incluso ayudaron a descubrir la verdad de la resurrección. Pero, repito, eso no es ver u oír al Resucitado; si se dieron, fueron experiencias sensibles en las que descubrieron o vivenciaron su realidad y su presencia) [...]

Lo que sucede es que la novedad de la resurrección de Jesús, en lugar de ser vista como una profundización y revelación definitiva dentro de la fe bíblica, tiende a concebirse como algo aislado y sin conexión alguna con ella. Por eso se precisa lo “milagroso”, creyendo que sólo así se garantiza la novedad. Pero, repitámoslo, eso obedece a un reflejo inconsciente de corte empirista.
No acaba de percibirse que, aunque no haya irrupciones milagrosas, existe realmente una experiencia nueva causada por una situación inédita, en la que los discípulos y discípulas lograron descubrir la realidad y la presencia del Resucitado. La revelación consistió justamente en que comprendieron y aceptaron que esa situación sólo era comprensible porque estaba realmente determinada por el hecho de que Dios había resucitado a Jesús, el cual estaba vivo y presente de una manera nueva y trascendente. Manera no empírica, pero no por menos sino por más real: presencia del Glorificado y Exaltado»: Resurrección 320-321.

«Se comprende entonces que, por sí misma, la presencia del dato narrativo no prueba ni rechaza la facticidad del sepulcro vacío. Por otra parte, quedan hechas dos constataciones importantes: la primera, que tampoco los datos exegéticos dirimen la cuestión, pues tanto una hipótesis como la otra cuentan con razones serias y valedores competentes; la segunda, que, como queda visto, en la interpretación actual la fe en la resurrección no depende de la respuesta que se dé a esa pregunta»: Resurrección 204.
«En este sentido resulta hoy de suma importancia tomar en serio el carácter trascendente de la resurrección, que es incompatible, al revés de lo que hasta hace poco se pensaba con toda naturalidad, con datos o escenas sólo propios de una experiencia de tipo empírico: tocar con el dedo al Resucitado, verle venir sobre las nubes del cielo o imaginarle comiendo son pinturas de innegable corte mitológico que nos resultan sencillamente impensables»: Resurrección 316.

«El hecho de la huida y ocultamiento de los discípulos fue, con toda probabilidad, históricamente cierto; pero su interpretación como traición o pérdida de fe constituye una “dramatización” literaria de carácter intuitivo y apologético, para demostrar la eficacia de la resurrección. En realidad, aparte de lo injusta que resulta esa visión con unos hombres que lo habían dejado todo en su entusiasmo por seguir a Jesús, es totalmente inverosímil.
Algo que se confirma en la historia de los grandes líderes asesinados, que apunta justamente en la dirección contraria, pues el asesinato de líder auténtico confirma la fidelidad de los seguidores: la fe en la resurrección, que los discípulos ya tenían por tradición, encontró en el destino trágico de Jesús su máxima confirmación, así como su último y pleno significado. Lo expresó muy bien, por boca de Pedro, el kerygma primitivo: Jesús no podía ser presa definitiva de la muerte, porque Dios no podía consentir que su justo “viera la corrupción” (cf. Hch 2,24-27)»: Resurrección 313-31


http://www.redescristianas.net/2012/04/05/por-respeto-a-la-verdad-breve-aclaracion-sobre-teologia-y-fe-en-la-resurreccionandres-torres-queiruga/

Refutación a Torres Queiruga

C.S Lewuis (Miracles, The Macmillan co.. 1947) dice: “En los primeros días del cristianismo un “apóstol era primeramente y por sobre todo un hombre que reclamaba ser testigo ocular de la resurrección. Solamente pocos días después de la crucificación, cuando se nombraron dos candidatos para llenar la vacante creada por la traición de Judas, el requisito de ello era que habían conocido personalmente a Jesús, antes y después de su muerte, y podían ofrecer evidencia de primera mano respeto de la resurrección al dirigirse al mundo exterior (Hechos 1,22). Unos pocos días más tarde, San Pedro, predicando el primer sermón cristiano, reclama lo mismo – “A ese Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos” (Hechos 2:32). En la primer a Epístola a los Corintios San Pablo fundamenta su reclamación al apostolado sobre la misma base - ¿No soy apóstol? . ¿No he Visto a Jesús el Señor nuestro”

Considerando el valor de Lewis, si fuera cierta la opinión que considera todas las apariciones de Cristo como meras alucinaciones, entonces el valor del oficio apóstolico sería nulo.

Si es cierto, significa, en palabras de Gresham Machem, “… que la Iglesia cristiana está fundada sobre una experiencia patológica de ciertas personas del primer siglo de nuestra era. Significa que si hubiese habido un buen neurólogo al cual hubiesen podido consultar pedro y los otros, nunca hubiese habido una Iglesia cristiana” (Citado por E. F. Kevan, the Resurectión of Christ)

J.N.D. Anderson, hablando de la credibilidad del testimonio apostólico que habrá de permanecer o caer por la valide de su testimonio.

El profesor Wilbor Smith dice, “ La más satisfactoria definición de visión que he encontrado es por Weiss: “ el significado científico de este término es que toma lugar un acto aparente de visión para el cual no hay un objeto exterior correspondiente. El nervio óptico no ha sido estimulado por ondas exteriores de luz o por vibraciones del éter, sino que ha sido excitado por una causa fisiológica puramente interna. Al mismo tiempo la impresión sensorial de visión es aceptada por la persona que experimenta la visión tan completamente como si fuera totalmente “objetiva” cree plenamente que el objeto de su visión está verdaderamente delante de el” (Johanes Weiss: The History of Primitive Christiany.)

La experiencia de los discípulos no fue de meras visiones; el testimonio del Nuevo Testamento se opone a tal hipótesis.

Los hombres sujetos a alucinaciones nunca llegan a ser héroes morales. El efecto de la resurrección de Jesús en las vidas transformadas fue continuo y la mayoría de estos testigos sufrieron la muerte por proclamar la verdad.

Las vestiduras fúnebres son también una evidencia de la resurrección.
Jn 20:3-9

El texto original sugiere que los lienzos yacían no tirados desordenadamente en la tumba, sino donde había estado el cuerpo, y que había un hueco donde había estado el cuello de Cristo, y que el sudario que había cubierto su cabeza, no estaba con los lienzos, sino aparte , como si el cuerpo hubiese sido simplemente retirado de él. Se señala que cuando Pedro y Juan vieron esto no necesitaron testimonio de hombres ni de ángeles, sencillamente vieron y creyeron. El cuerpo desapareció, pero las vestiduras fúnebres no. ¿Qué vio Juan que le hizo creer?
 Él vio los lienzos (tendidos o desplomados pero sin el cuerpo)
 El sudario aparte, no que fuese lanzado, sino separado de los lienzos por un espacio considerable.
 Este sudario no estaba aplastado, sino enrollado.

El sudario no yacía desplomado como los lienzos y Juan nos lo hace notar continuaba enrollado en un lugar aparte, el hecho de que esté aparte es la separación del resto de los lienzos, de alguna manera se enfatiza en el texto que estaba en la posición original como si el Señor se hubiera desvanecido de sus envolturas, quedando estas en la misma posición, sin que nada de las especias hubieran caído amontonadas...

Si alguien hubiera robado el cuerpo lo robaría íntegramente, sin pararse a intentar lo imposible, dejar los vendajes en ese estado de total integridad...

Fue visto por más de quinientas personas en doce ocasiones diferentes; Jesús era de carne y hueso Lc 24:39, comió pescado 42,43, y desafió a los escépticos para que lo tocaran y vieran v.39

Esta clase de contacto imposibilita la sugerencia de que era un espíritu o una ilusión.

1. A María Magdalena Jn 20:11
2. A otras mujeres Mt 28:9,10
3. A Pedro Lc 24:34
4. A dos discípulos Lc 24:13-32
5. A diez apóstoles Lc 24:33-49
6. A Tomás y a los otros apóstoles Jn 20:26-30
7. A siete apóstoles Jn 21
8. A todos los apóstoles Mt 28:16-20
9. A todos los apóstoles Hech 1:4-9
10. A quinientos hermanos 1ª Cor 15:6
11. A Santiago 1ª Cor 15:7
12. A Pablo 1ª Cor 15:7

Pablo desafía a cualquiera que dude de esta veracidad , sencillamente a que pregunte a cualquiera de los testigos que estaban todavía vivos 1ª cor 15:6.

Y lo cierto es que los enemigos de Cristo no refutaron la resurrección, con la ocasión de la predicación de Pedro en el día de Pentecostés, únicamente callaron, ¿Por qué? Por cuanto sabían que la evidencia del sepulcro vacío era una realidad que podía ser comprobada por cualquiera.

Las vidas transformadas de los discípulos son una evidencia de la resurrección.

Santiago, el hermano de Jesús, antes menospreciaba todo cuanto Jesús defendía, ahora él mismo se describe como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo.”
Santiago 1:1

Todos con la excepción de Juan murieron en el martirio.

Las vidas transformadas de millones de hombres y mujeres a lo largo de casi 2.000 años de historia corroboran la veracidad de la resurrección de Cristo.

Más sobre una supuesta alucinación.

Es interesante destacar aquí, ante la sugerencia de que lo que vieron los discípulos fueran alucinaciones, que científicamente está demostrado que “los hombres sujetos a alucinaciones nunca llegan a ser héroes morales. Sin embargo el efecto de la resurrección de Jesús fue continuo, y la mayoría de estos discípulos testigos, sufrieron la muerte por predicar esta verdad.

Es imposible que dos personas tuviesen la misma alucinación al mismo tiempo, e igualmente imposible que unas 500 personas de estado mental y temperamento promedio, en número variados, en tiempo diferentes, y en situaciones muy variadas experimentaran toda clase de impresiones sensoriales, táctiles, auditivas y visuales, y que todas estas estuvieran basadas en una supuesta alucinación colectiva.

Las alucinaciones generalmente están restringidas a un tiempo y lugar en que ocurren, precisan de una atmósfera nostálgica, o en una ocasión en la que se adopte una postura reminiscente, exigen que la gente tenga un espíritu ansioso, que es la causa de que su deseo llegue a ser el padre del pensamiento...., pero ninguno de estos casos se aplica a la realidad de Cristo resucitado. Ellos no entendían la resurrección, fueron sorprendidos por esta realidad, anunciada con anterioridad pero incomprensible en aquel entonces.

Las apariciones en realidad fueron contra la voluntad de los discípulos

La teoría de alucinación no es plausible pues contradice ciertas leyes y principios a los cuales deben conformarse las visiones, de acuerdo con los psiquiatras.

Sólo cierta clase particular de personas tiene alucinaciones. Están los que uno describiría como “super- sensibles”, son altamente imaginativos y muy nerviosos.
Las apariciones que hizo Cristo no estuvieron restringidas a personas de una constitución psicológica especial.

Hubo variedad de estados de ánimo:

“ María Magdalena estaba llorando”

“ las mujeres estaban temerosas y sorprendidas”

“Pedro estaba lleno de remordimientos”

“ Y Tomas de incredulidad”

“La pareja de Emaux estaba preocupada por los eventos de la semana..”

Es imposible desechar estas revelaciones del Señor como alucinaciones de mentes desquiciadas.

Las alucinaciones están ligadas en el subconsciente del individuo a sus experiencias particulares del pasado.

Heinrich Kluerer en Psychopathology of perception cita a un famoso neurobiólogo: (Raoul) Mourge, en su trabajo fundamental sobre neurobiología de las alucinaciones, llegó a la conclusión de que la variabilidad e inconstancia representan las características más constantes en los fenómenos alucinatorios y sus derivados para él, la alucinación no es un fenómeno estático sino esencialmente un proceso dinámico, la inestabilidad del cual refleja la misma inestabilidad de los factores y condciones asociados con su origen (Neurobiología de l hallucinación, Bruxelles, lamertin.

Entoces es imposible, entonces, que dos personas tuviesen la misma alucinación al mismo tiempo.

Las apariciones que hizo cristo fueron vistas por muchas personas.

Fue visto por más de quinientas personas en doce ocasiones diferentes; Jesús era de carne y hueso Lc 24:39, comió pescado 42,43, y desafió a los escépticos para que lo tocaran y vieran v.39

Esta clase de contacto imposibilita la sugerencia de que era un espíritu o una ilusión.

13. A María Magdalena Jn 20:11
14. A otras mujeres Mt 28:9,10
15. A Pedro Lc 24:34
16. A dos discípulos Lc 24:13-32
17. A diez apóstoles Lc 24:33-49
18. A Tomás y a los otros apóstoles Jn 20:26-30
19. A siete apóstoles Jn 21
20. A todos los apóstoles Mt 28:16-20
21. A todos los apóstoles Hech 1:4-9
22. A quinientos hermanos 1ª Cor 15:6
23. A Santiago 1ª Cor 15:7
24. A Pablo 1ª Cor 15:7

Pablo desafía a cualquiera que dude de esta veracidad , sencillamente a que pregunte a cualquiera de los testigos que estaban todavía vivos 1ª cor 15:6.

Y lo cierto es que los enemigos de Cristo no refutaron la resurrección, con la ocasión de la predicación de Pedro en el día de Pentecostés, únicamente callaron, ¿Por qué? Por cuanto sabían que la evidencia del sepulcro vacío era una realidad que podía ser comprobada por cualquiera.

Las vidas transformadas de los discípulos son una evidencia de la resurrección.

Santiago, el hermano de Jesús, antes menospreciaba todo cuanto Jesús defendía, ahora él mismo se describe como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo.”
Santiago 1:1

Todos con la excepción de Juan murieron en el martirio.

Las vidas transformadas de millones de hombres y mujeres a lo largo de casi 2.000 años de historia corroboran la veracidad de la resurrección de Cristo.

Thorburn declara: “ es absolutamente inconcebible que unas quinientas personas, de estado mental y temperamento promedio, en números variados, en tiempos muy diferentes, y en situaciones muy variadas, experimenten toda clase de impresiones sensoriales – visuales, auditivas, táctiles- y que todas estas experiencias estuvieran basadas enteramente en alucinación subjetiva. Decimos que esto es increíble, pues si se aplicara una teoría semejante a cualquier otro hecho histórico que no fuese de carácter “sobrenatural” sería rechazada como una explicación ridículamente insuficiente”

Theodore Christilieb ( modern Doubt and Christiam Belief, p 493) dice:

“ No negamos que la ciencia pueda contarnos respecto de casos en los cuales asambleas enteras vieron visiones al mismo tiempo; pero donde se ha presentado, tal caso, siempre ha estado acompañado de una excitación mórbida de la vida mental, así como una coordinación corporal mórbida, especialmente por afecciones nerviosas. Ahora, aún cuando uno o varios de los discípulos hubiesen estado en condición mórbida, eso no nos justificaría para pensar que todos estaban en esa condición. Ellos eran, con seguridad, hombres de más variados temperamentos y constituciones. Y sin embargo, se supone que uno después de otro cayeron en esta condición mórbida; no solamente las excitadas mujeres, sino que aún pedro, ese fuerte y duro pescador que con seguridad estaba tan lejos del nerviosismo como ninguno, Santiago, los dos caminaban hacia Emaús, y continuando de este modo hasta el sobrio y dudoso Tomás, sí, y los once al mismo tiempo, y aún más de quinientos hermanos juntos. La suposición es que todos estos cayeron súbitamente en una especie de auto-sugestión, y eso debe notarse, en los tiempos y lugares más diferentes, y durante las más variadas ocupaciones (en la mañana junto a la sepultura; en conversación en el camino; en el círculo confidencial de amigos que trabajaban en el lago); en los cuales sus lindes mentales han sido con seguridad muy diversos y su tendencia a las visiones muy desigual. ¿Y podían ellos, todos, haberse puesto de acuerdo para anunciar al mundo estas visiones como apariciones CORPORALES del Cristo resucitado? Y si así fuera, ¿podría tratarse puramente de auto-gestión y de engaño intencional? Con seguridad, uno u otro de ellos debe haberse preguntado después seriamente si la imagen que había visto era una realidad. Schleiermacher dice con mucha certeza,, “Quienquiera suponga que los discípulos se engañaron a sí mismos y confundieron lo interno por lo externo, los acusa de una debilidad mental de tal naturaleza como anular la validez de la totalidad de su testimonio concerniente a Cristo, y crea la impresión de que Cristo mismo, cuando escogió tales testigos, no sabía lo que había en el hombre. O, si el mismo hubiese deseado y ordenado que aquellos confundieran las apariencias internas por las percepciones externas, habría sido autor de error, y se produciría una confusión de todas las ideas morales, si esto fuera compatible con su alta dignidad”

Según dos destacados psiquiatras, L. E Hinisie y J. Shatski (Psiqchiatric dictionary, Oxfor University 1948) “ (una ilusión es) una percepción erronea, una falsa respuesta a un estímulo sensorial.. Pero en un individuo normal esta falsa creencia generalmente trae el deseo de verificar a menudo otro sentido, u otros sentidos pueden acudir al rescate y hacer saber que todo ha sido meramente una ilusión” P 26/280

Las apariciones que Cristo hizo no podían ser apariciones “erroneas”

Wibur Smith escribe referente a las observaciones de Lucas. Le describe como “un hombre acostumbrado a considerar científicamente cualquier asunto que tenga bajo estudio. Lucas dice al comenzar su segundo libro, los Hechos de los Apóstoles, que nuestro señor se mostró vivo después de su pasión “con muchas pruebas indubitables” o m´s literalmente, “ en muchs pruebas”

Smith continúa; “… la misma especie de evidencia en la cual la ciencia moderna y aun los psicólogos insisten tanto para determinar la realidad de cualquier asunto que se tenga bajo consideración es la clase de evidencia que se nos presenta en los Evangelios referente a la resurrección de nuestro sEñor Jesús, es decir, las cosas que se ven con el ojo humano. A esto es a lo que llamamos evidencia empírica” p 58/389,390

Sparrow- Simson continua: “Y primeramente en cuanto al sentido de la vista. Este naturalmente el primero, puesto que es la forma inicial de conseguir su atención. En los Evangelios se les describe por medio de varis expresiones:

“Jesús les salió al encuentro” Mateo 28:9

“ Le vieron, pero esta experiencia debe ir incluida
A los que dudaban. Mateo 28:17

“Le reconocieron” Lucas 24:31

“Pensaban que veían un espiritu” Lucas 24:37
“Mirad mis manos y mis pies, yo mismo soy;
Palpad y ved; porque un Espíritu no tiene carne ni huesos,
Como veis que yo tengo. Y diciendo
Esto les mostró las manos y los pies Lucas 24, 39 40

Les mostró las manos y el costado Juan 20:20

“Se regocijaron viendo al Señor” Juan 20:20

“Si no viere en su mano la señal de los clavos” Juan 20:25

“Porque me has visto” Juan 20:29

¿Acaso Pablo no llegó a creer en la resurrección de Jesús basándose simplemente en una aparición? Tampoco en este caso las cosas son tan sencillas, a monos que pasemos por alto el testimonio de Hechos, debemos concluir entonces que la tumba vacía de Jesús, y la reiterada insistencia en que su cuerpo NO SE HABÍA DESCOMPUESTO, fueron de importancia central y fundamental en la predicación y en la vida de los cristianos a los que pablo HABÍA ESTADO PERSIGUIENDO.

De la misma manera, la historia del encuentro con María con Jesús en Juan 20, 11-18 incluye el a menudo desconcertante “NO ME TOQUES

¿A QUÉ CONCLUSIÓN PODEMOS LLEGAR?

“Los discípulos no eran crédulos, sino más bien cautelosos, escépticos y “tardos de corazón para creer”. No eran susceptibles a alucinaciones. Ni habrían quedado satisfechos con visiones extrañas.

TJ Thorburn escribe que las alucinaciones nunca han “estimulado a la gente a asumir una obra de gran magnitud, y, mientras han estado en este empeño, a llevar vidas de la más rigida y constante auto-negación, y padeciendo todavía. En una palabra… somos constreñidos a concordar con el Dr Danday, quien dice, “ninguna aparición, ninguna mera alucinación de los sentidos, ha logrado jamás mover el mundo P 65/136


3 comentarios:

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  3. He publicado el comentario de Adolfo como prólogo, porque es muy bueno

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