sábado, 9 de mayo de 2015

Manuel Sánchez Monge: “Lo más urgente es acercarnos a los alejados”

  Manuel Sánchez Monge  Es rotundo al decir que siempre estará agradecido “a Galicia y a Mondoñedo-Ferrol” por ser esta la primera diócesis que ha pastoreado. Pero también al asegurar que llega a Santander con la mejor actitud: “Voy con el espíritu de conocer y valorar todo lo que hay allí, porque tengo noticias de que Santander es una Iglesia viva y rica”.
 
Sánchez Monge ya se ha comprometido a dar continuidad al Plan Pastoral Diocesano para 2014-2017 y cuyo contenido “me parece que acierta plenamente en las necesidades existentes, que lo son de Santander y de tantas otras diócesis”. Y, entre otras, destaca una tarea urgente para su nuevo cargo: “La renovación en la Iglesia no obedece a los planes de los hombres, sino que todo es estar atentos al Espíritu del Señor”, y dentro de esa renovación, la urgencia del “acercamiento a los alejados y el no aferrarnos tanto a nosotros mismos”.
Nos faltan obispos como D. Manuel que puedan o quieran exponer con vida el mensaje de Jesús y abrir caminos de Iglesia… Sólo tenemos funcionarios sumisos a un sistema de poder sagrado.
Si amamos al mundo y sus cosas, no podemos ser de Dios: "Si cualquier hombre ama el mundo, el amor del Padre no está en él " (1 Juan 2:15). Si codiciamos, queriendo cada vez más cosas, no somos una de sus ovejas: "Ni los ladrones, ni codiciosos… heredarán el reino de Dios" (1 Corintios 6:10).
Aún, estos creyentes serán cabras no solamente por su codicia por cosas, o porque no ayudaron al necesitado. El Señor les dirá, "Eres una cabra porque me falsificaste ante el mundo. Tu hiciste que el mundo impío se identificara con la prosperidad, el dinero, y el éxito. Engañaste al pobre diciéndole que quise hacerlos ricos. Y dijiste al enfermo que ellos sufrían porque carecían de fe."
Te bendije. Derrame mis recursos en ti, porque te amo. Pero no abriste tus oídos al llanto de necesidad alrededor tuyo. En cambio, te ahogaste en tus propios bienes. Si tu fueras mío - si me amaras - habrías obedecido mis órdenes."
 

Nuestro testimonio a un mundo maldecido por el pecado debe incluir tanto la predicación como la manifestación, tanto en Palabra como en hecho. Nuestra proclamación de Cristo no puede estar divorciada de nuestras obras de ayuda. Como Santiago dice, tales obras ayudan a demostrar el poder del evangelio:
“¿Qué ganancia, mis hermanos, aunque un hombre diga él tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarlo? Si un hermano o la hermana están desnudos, y tienen necesidad de alimento diario, y uno de ustedes les dicen, Id en paz, sed vosotros calentados y llenos; pero no les distes las cosas que son necesarias al cuerpo; ¿Qué aprovechara? " (Santiago 2:14-16).
No se trata de romper con violencia lo que existe, sino de crear más allá de la nieve actual le nueva ciudad de puertas abiertas que vió en “sueño” el profeta del Apocalipsis (Ap 21-22). Tampoco Jesús derribó personalmente el templo (él anunció su caída), sino que lo derribaron celotas y romanos luchando por el control del sistema; pero aquel templo estaba ya vacío, muerto, antes que ardiera en las llamas de la guerra. Un tipo de religión oficial desaparece, pero hay nuevos caminos abiertos, con agua de evangelio.
Hasta ahora ha triunfado un tipo de globalización económico-política, que ha tomado formas helenistas o, mejor dicho, platónicas, con separación de niveles (arriba lo espiritual, abajo lo material) y con estructuras jerárquicas, donde los nobles (los sabios-dignos-superiores) dominan sobre los plebeyos (ignorantes-indignos-inferiores). En estos últimos siglos, ese modelo ha desembocado en un tipo de capitalismo neoliberal, estableciendo un nuevo y más fuerte modelo de separación clasista en el plano económico y técnico, militar y administrativo. Pues bien, en contra de esa tendencia buscamos la catolicidad cristiana, partiendo de la gracia de Dios que se expresa por los pobres.

Por eso, por coherencia histórica y espíritu evangélico, los que se dicen sucesores de Pedro y los dirigentes de las iglesias han de volver al lugar donde estuvo Jesús (y los primeros cristianos: Magdalena, Pedro, Pablo…), entre los hambrientos y marginados del imperio antiguo, para redescubrir y recrear la catolicidad del evangelio, sin tomar para ello el poder, pues si lo tomaran dejarían de ser signo de evangelio .

 

 

 

 

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