miércoles, 13 de mayo de 2015

Violencia de genero: Alienación parental




 


Porque los hijos son de ella, sólo de ella. ¡y los llevo! Porque vosotros los hombres también padecéis en La historia sexista, y no podéis llorar.


 La definición del SAP es la proporcionada por el Dr. Lowenstein que la define como la acción consciente de uno de los padres en contra del otro para que pierda el afecto, el amor, el respeto y la consideración de sus hijos. La alienación Parental se refiere a las acciones que un progenitor lleva a cabo sobre sus hijos, como la crítica, la denigración y el ataque al otro progenitor con el posible resultado de desarrollar posteriormente el SAP en los hijos. Por esta razón al progenitor alejado se le denomina también “progenitor objetivo” haciendo que todos estos comportamientos parezca que han surgido por la animadversión de los hijos.

 El “Síndrome de Alienación parental” se produce por las disputas por la custodia de un hijo.

 Para muchos de estos hombres que pueden estar sufriendo esta alienación, el camino es tenebroso, triste y la esperanza de volver a recuperar el cariño de sus hijos poco a poco se va perdiendo y se va transformando en dolor al pensar que los han perdido para siempre.

 MUCHOS  NO ENCUENTRAN RESPUESTAS A MUCHAS DE SUS PREGUNTAS.

 Cada día para ellos es un infierno se les va quitando el sentido de vivir. Saben muy bien que sus hijos nunca pensarían ni dirían lo que les dicen sin la influencia de sus madres pero no pueden hacer nada. Muchas veces sin casi poder levantarse por la mañana, quedándose casi sin lágrimas. Luchan diariamente para seguir, por si acaso Dios obra un milagro y cambia su historia.

 La responsabilidad padre-madre es de cajón. El derecho de parir no es derecho de exclusividad con lo parido. El derecho de engendrar en una hembra (mujer ,esposa, amante) no es derecho tampoco de exclusividad. Por encima del mío-tuyo está el hijo, la persona humana, el valor que nadie pone, sino Dios mismo que nos lo confía. Así lo veo yo.

 Asunción tejedor, coordinadora de psicología Jurídica del Colegio Oficial de psicólogos del Principado de Asturias y autora del libro “El síndrome de alienación parental: una forma de maltrato”. Señala que muchos niños que han sufrido este tipo de maltrato psicólogico, cuando son maduros ya dultos se vuelven contra el progenitor que ha inducido las manipulaciones, porque se han dado cuenta que han sido utilizados para hacer daño al otro.


Para Tejedor el SAP es el resultado de un lavado de cerebro que hace un progenitor contra el otro y en la que el niño va a contribuir en cierta medida con sus propias aportaciones.


COMPORTAMIENTOS CLÁSICOS DE UN PROGENITOR ALIENADOR

 Algunos de los comportamientos que se pueden encontrar en progenitores que están induciendo al SAP en sus hijos, son:

 - Rehúsan pasar las llamadas telefónicas a sus hijos.

- Organizan excursiones y actividades con sus hijos en el periodo que el otro progenitor debe ejercer su derecho a visitar a sus hijos.

 - No avisan al otro progenitor de citas importantes (dentista, médico, psicólogo) ponen la excusa de que se han olvidado…

 - Toman decisiones importantes a propósito de sus hijos sin contar con el otro progenitor (Elección o no de religión, de las actividades o de asignaturas optativas.)

 - Impiden al otro progenitor el acceso a los expedientes escolares y médicos de los hijos.

 - Decir a sus hijos que la ropa comprada por el otro progenitor es fea y prohíben ponérsela.

 - Un argumento usado con demasiada frecuencia por algún progenitor es utilizar la enfermedad como excusa para no dejar que los hijos puedan visitar al otro progenitor. Muchos padres que no tienen la custodia se vuelven desconfiados y se amargan cuando oyen con mucha frecuencia: “El niñ@ está enferm@ y no puede visitarte, tiene que quedarse en casa…

 El progenitor que sufre todo esto llega a ser un extraño para sus hijos y el modelo a seguir para los hijos va a ser el progenitor patológico, mal adaptad y lo más probable con una disfunción.

 Un niño educado así no puede crecer y llegar a ser una persona sana, pues a lo largo de su infancia se le enseñó que el progenitor al que quería y le dedicaba su tiempo, ahora se ha convertido en una persona odiosa y viciosa. Esto también afectará su relación con otras personas. Esta distorsión de la realidad también afectará a sus futuras relaciones con otras personas adultas.

Asunción Tejedor Afirma en su libro que los progenitores alienadores suelen utilizar con frecuencia los litigios.

 Acuden rápidamente a los abogados por cualquier motivo, por pequeño que sea, y en este punto los abogados pueden ser considerados mantenedores del SAP. Cuando un pequeño litigio podría quedar resuelto con una simple llamada telefónica.


¿Qué hacer ante la manipulación?

1 “Debe tomar conciencia de que el responsable del rechazo no es su propio hijo, sino que éste ha sido sometido a un lavado de cerebro similar al que practican algunas sectas”.

 2. “Debe volverse invulnerable o refractario a las expresiones de rechazo infantil, sin hacerles caso, ya que no son libres ni espontáneas, evitando que lo destruyan emocionalmente”.

 3. “Ha de dar al niño pruebas de realidad: demostrarle que es un padre amoroso y dedicado a él, llevándole consigo y compartiendo tiempo con él, incluso aún en contra de su voluntad, pero siempre bajo amparo judicial”.

 4. “No hay que temer asumir posiciones de fuerza, porque incluso el pequeño las esté esperando, si ayudan a sacar al pequeño del conflicto, del cual no puede irse por si mismo”.

 5. “Hay que tener presente que igual que el niño no decide si va al médico, al colegio o la ropa que compra en invierno, tampoco puede decidir las pautas de la relación entre padres e hijo, ya que no tienen conciencia ni capacidad de tomar decisiones”.

 6. “Debe denunciar de inmediato las primeros intentos de manipulación o manifestaciones iniciales de rechazo, como maltrato psicológico al menor, sin esperar a que sean abiertos”.

 7. “No cejar jamás de luchar por el propio hijo, sin abandonar ni claudicar, asumiendo que la lucha puede ser prolongada”.

 8. “Aunque no se lo vea físicamente, incluso en las peores circunstancias, hay que mantenerse presente ante el niño, bien con regalos, cartas o llamadas telefónicas: son mensajes de amor que le indican que se está siempre con él y se lo quiere”.

El hombre maltratado existe. No es un nuevo concepto, ni una nueva expresión, ni un símbolo, ni un ejemplo. El maltrato a hombres es una realidad, igual de feroz que el maltrato a mujeres. No hay diferencia.
 

Pero la sociedad, y por tanto las leyes hechas a su medida, no ha querido mantener un concepto de violencia familiar que englobara todos los maltratos que tienen lugar en el seno de una familia, sin distinguir según el sexo de la víctima.

La violencia en el ámbito familiar está prevista en el Código Penal español, pero existe una poderosa corriente social que pretende reducir el término “violencia” a la que ejercen los hombres y padecen las mujeres, negando así cualquier opción a que la situación sea la opuesta. Contrario a todo principio de igualdad y de presunción de inocencia, así ha quedado reflejado en la actual Lay Integral contra la Violencia de Género.

Naturalmente esta situación conduce inexorablemente a una discriminación cada vez más aguda e insostenible, que no sólo no evita el maltrato sufrido ni por hombres ni por mujeres, sino que además genera una situación propicia para dotar a las mujeres maltratadoras de un arma nueva y muy poderosa contra los hombres: las denuncias falsas.

Puesto que la presunción de inocencia de un hombre acusado de malos tratos está cuanto menos muy en entredicho, una denuncia falsa provoca la detención del hombre, su puesta a disposición judicial y con frecuencia la prisión preventiva, con la única esperanza posible del sobreseimiento del caso, que llegará sólo en el mejor de los casos.

Pero la presión social a la que están sometidos los jueces es tan grande que la inocencia absoluta no asegura a los hombres la libre absolución en un caso en que no hay pruebas contra él, como debería obligar la presunción de inocencia que existe desde el Derecho Romano (“in dubio pro reo”) y que aparece en el artículo 24.2 de nuestra Constitución. De tal modo que una mujer puede maltratar al hombre con absoluta impunidad, amparada en el sistema judicial.
 

Este tipo de maltrato se engloba dentro de la llamada violencia doméstica. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística casi un 25% de las denuncias de violencia doméstica de 2011 corresponde a hombres maltratados por sus parejas. Del total de 5.632 personas denunciadas por violencia doméstica, el 76,2% fueron hombres y un 23,8% mujeres.



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